Tuve ayer una reunión con una arquitecta que venía a hablarme de una licencia de obra solicitada hace más de dos años. Sí, dos años esperando la resolución para poder empezar la obra, dos años recibiendo informes con requerimientos, dos años de espera y desesperación.
Ya he opinado en muchas ocasiones sobre la burocracia, la lentitud de la Administración, el miedo de muchos funcionarios a equivocarse, etc. Se suma, en muchos casos, el miedo a la ineptitud. El sistema ha hecho que los técnicos trabajen con anteojeras, perdiendo de vista la función de un ídem, ayudar al administrado, el verdadero y único protagonista. Esta arquitecta de la que hablo -creo no equivocarme- estuvo a punto de echarse a llorar en el momento que le dije que no veía problema alguno en el proyecto y que lo informaría favorablemente, que sólo tenía que entregar un escrito justificando un par de cosas y listo.
En España la polémica está abierta. Después de que el Supremo dijera que los aparejadores no pueden informar Obra Mayor pues no cursan "Proyectos" entre sus asignaturas ni lo tienen entre sus posteriores competencias una vez obtenido el título, hecho que parece no haber hecho mella alguna en los Ayuntamientos pues ni políticos ni Secretarías Generales han movido un dedo al respecto (¿dónde están los Colegios de Arquitectos para exigirlo?), llega otra vuelta de tuerca: la ley que permite a entidades externas a los Ayuntamientos informar Licencias. A esto sí se oponen los Secretarios Grales., pues tendrán que avalar informes externos, de técnicos a los que no tienen controlados (léase subyugados). No sé en qué quedará todo, pero estaré muy pendiente, me va la vida en ello.
Si para Larra fue el "vuelva usted mañana", él mismo escribiría hoy, sin duda, la "oda al NO".
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