"Tosca", Puccini, *E lucevan le stelle.
Supe ayer la tristísima noticia del fallecimiento de mi amigo Paco. Arquitecto, compartíamos almuerzos en La Hoya del Camello desde hace años y fue él la primera persona con la que hablé cuando hace ya casi 20 me ofrecieron ser arquitecto municipal. Lector, melómano y viajero empedernido, me aportaba sabiduría y sabios consejos cuando lo necesitaba. ¿A cuántas personas conocen que hayan estado en Samarcanda? Paco estuvo, por ejemplo.
Su socio, amigo y familia, me llamó para compartir conmigo esta noticia y nada más ver su nombre en mi teléfono a una hora inesperada supe que algo había pasado. "Se nos fue", me dijo.
Desde las últimas Navidades la cosa no pintaba bien, su corazón le había jugado malas pasadas, luego su estómago. Pero incluso con su debilidad todos estábamos optimistas, ya quedaba poco para que recuperara su vida normal, sus conciertos, sus óperas, sus paseos por Santa Cruz; ya llegaban nuestros almuerzos en La Hoya, antes lo habían sido en La Sardinera, nuestros encuentros en el hall del auditorio, nuestros mensajes posteriores para comentar cómo había estado. Pero ya ven, la vida es vista y no vista, cual Cavaradossi, tal como la luz de las estrellas brilla y se apaga.
Lo acompañamos anoche y hoy presentaremos nuestros últimos respetos en un acto que promete ser muy emocionante. Lástima que me encuentre incapaz de hablar en público en circunstancias como ésta, tanta sensibilidad me impediría abrir la boca, me temo.
Se nos fue Paco; descansa en paz, amigo.
Continúa durmiendo esa plácida siesta de la que nunca despertaste y por la que todos suspiramos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario