Irán vuelve a la carga con Israel, anima el panorama internacional proclamando estar listo para la guerra, su guerra; continúa negando el Holocausto -incluso en la ONU- y su Presidente Ahmadineyad no deja de provocar constantemente a Occidente. ¿Hay alguien que tenga dudas sobre a quién debemos apoyar? Yo lo tengo muy claro, no sólo estoy del lado de Israel, completamente, sino que pienso que debe formar parte de la OTAN, pues, entre otras cosas, no olvidemos que es la única democracia de la zona. Veamos dos noticias que ilustran de lo que hablamos, una de FEB-06 y otra de hoy mismo.
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Es hora de que Israel entre en la OTAN
El Dr. Nile Gardiner es Miembro Bernard y Barbara Lomas, y el Dr. John Hulsman es Miembro Permanente de Investigación en Temas Europeos del Centro Margaret Thatcher para la Libertad en el Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales, de The Heritage Foundation (GEES, 23/02/06. Publicado en The Heritage Foundation, 24 de enero de 2006):
En apariencia, Irán parece haber ganado a la comunidad internacional en su búsqueda de armas nucleares. Como ha observado el ex Secretario de Estado Colin Powell, tras dos años de negociaciones infructuosas, la comunidad internacional no está más cerca de detener la búsqueda de armas nucleares por parte de Irán[1]. En lugar de eso, las grandes potencias debaten sin fin dónde y cuándo tendrá lugar un arreglo diplomático, mientras Irán reanuda sus investigaciones nucleares. Esencialmente, el mundo toca la lira mientras Roma arde. A Occidente le queda un as que jugar antes de que se avecine el arreglo final. Extender a Israel la pertenencia a la OTAN podría convencer a los mulás de Irán de que desarrollar la capacidad nuclear no está entre sus intereses.
Por decirlo suavemente, el nuevo presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, parece extremadamente peligroso y trastornado en sus opiniones del estado de Israel, un veterano aliado americano. Sus recientes comentarios son antisemitas y fascistas. Al cuestionar la realidad del Holocausto, amenazar con barrer a Israel de la faz de la tierra y animar a que el estado judío sea reubicado a miles de millas de distancia, Ahmadinejad ha dejado claras sus intenciones. Con demasiada frecuencia en el siglo XX, la gente se burló de declaraciones como éstas, sólo para contemplar con horror mientras las acciones bárbaras seguían a la retórica inclemente previa despreciada en su momento como palabras de un loco. Si debemos aprender las lecciones de la historia, debemos tomar al pie de la letra a la directiva iraní.
Mientras que la fuerza militar debe permanecer sobre la mesa, un ataque de precisión estaría cargado de riesgos militares, diplomáticos y económicos. Habiendo aprendido de la brillante incursión israelí contra la planta nuclear de fabricación francesa de Saddam Hussein en Osirak en 1981, los iraníes han dispersado sus proyectos nucleares por docenas de instalaciones, enterradas muchas de ellas bajo el suelo y escudadas en zonas urbanas de elevada densidad de población, utilizando sin escrúpulos al pueblo iraní como escudo humano. Diplomáticamente, un ataque complicaría los esfuerzos por promover la democracia y haría peligrar a regímenes pro-occidentales tales como Jordania, Egipto, Pakistán o Arabia Saudí. Económicamente, Ahmadinejad ha amenazado con interrumpir el mercado del petróleo si tiene lugar una ataque, lo que supondría una amenaza directa a la prosperidad occidental. Mientras que Estados Unidos debe estar preparado para utilizar la fuerza preventiva de ser necesaria con el fin de neutralizar la amenaza iraní, la elevada complejidad de la operación, mas su fracaso potencial, debe reconocerse.
Por otra parte, las negociaciones sin fin entre el UE-3 (Francia, Gran Bretaña, y Alemania) y Teherán no están solucionando el problema, y no desarmarán al régimen iraní. Detrás de las escenas de negociaciones, muchos en Europa continental desean secretamente que Estados Unidos simplemente acepte la posibilidad de una República Islámica de Irán con un arsenal nuclear. Ignoran, sin embargo, la dura realidad de una política tan temeraria. El producto de tal inacción sería desastroso. Sobrevendría una carrera armamentística en la región, con Turquía, Arabia Saudí y Egipto compitiendo entre sí por desarrollar sus propias armas nucleares. Irán se haría cada vez más agresivo en sus amenazas contra Israel y podría armar activamente a los innumerables grupos terroristas que dependen de la protección de Teherán. Israel no tragaría con este juego de ruleta rusa. El mundo afrontaría pronto un importante conflicto regional, implicando probablemente el uso de armas nucleares.
Una garantía de seguridad para Israel
Existe un modo de salir del presente estancamiento diplomático, que señalaría a los mulás de Teherán que Occidente va en serio a la hora de poner coto a sus ambiciones nucleares, pero sin permitirles desestabilizar Oriente Medio. Estados Unidos debe proponer el rápido ingreso de Israel en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como miembro total y paritario.
Israel cumple los requisitos de la OTAN: es una democracia, tiene una economía de libre mercado, y puede contribuir a la defensa común. En realidad, al contrario de muchos miembros nuevos de la OTAN, sería una contribución neta a la alianza, teniendo capacidad de desplazamiento y logística, un cuerpo de oficiales de primera magnitud, y un ejército militar de primera línea capaz de todos los aspectos de la lucha bélica. Israel gasta casi el 10% de su PIB en defensa y tiene fuerzas armadas activas de hasta 167.000 efectivos, hombres y mujeres, con 358.000 en la reserva. Posee hasta 200 cabezas nucleares, así como unas fuerzas aéreas y una marina bien equipadas[2].
La capacidad de Inteligencia de Israel ha sido un activo crucial en el desarrollo de la guerra global contra el terror, puesto que pocos entienden tan bien el conflicto. Como a Estados Unidos y Gran Bretaña, la historia ha forzado a Israel a ser una nación guerrera genuina. Su ingreso en la OTAN sólo va a mejorar la capacidad de la alianza.
Lo que es más importante, el ingreso israelí en la OTAN extendería explícitamente la disuasión nuclear de la alianza occidental hasta cubrir Tel Aviv y Jerusalén. Ahora sería Teherán, y no el resto del mundo, el que tendría un problema de proliferación. Cualquier ataque nuclear o convencional contra Israel, fuera directo o a través de enlaces tales como Hezboláh u otros grupos terroristas, sería respondido con una respuesta contundente de Occidente que haría parecer un paseo por el parque la Batalla de Omdurman[3]. El ingreso de Israel dejaría sin fantasías a los mulás acerca de la determinación de Occidente a responder a la amenaza estratégica de Irán en la región.
El ingreso en la OTAN es el mayor disuasor para Teherán frente a sus aspiraciones de unirse al club nuclear. Irán quiere la bomba principalmente para intimidar a Israel a un papel inferior en Oriente Medio y, en la práctica, para mantener a Occidente como rehén de sus deseos de dominación regional. La disuasión extendida, con su historial demostrado en la Guerra Fría, sigue siendo la última y mejor posibilidad de hacer retroceder a los iraníes. El ingreso de Israel en la OTAN es indudablemente el modo más eficaz de resolver la crisis, a falta de acciones militares inmediatas.
La OTAN lleva buscando un papel continuado en el mundo desde el final de la Guerra Fría, tras la caída de la Unión Soviética. Si la OTAN va a seguir siendo relevante, debe adaptarse a las nuevas amenazas de la escena internacional al tiempo que conserva su compromiso intemporal con la seguridad y los valores occidentales. La actual crisis cumple estos criterios; sólo requiere una nueva manera de pensar para resolver este nuevo y peligroso desafío.
Al tratar la tormenta que se cierne sobre Irán, la OTAN del siglo XXI debe incorporar la visión de Sir Winston Churchill, que reconoció que el futuro de Occidente depende de su capacidad directa de enfrentar y derrotar a las amenazas a su seguridad aparentemente distantes, que están con frecuencia más cercanas de lo que parecen. Es el momento de cambiar el cálculo geopolítico de Oriente Medio.
[1] Trevor Kavanagh, entrevista con el General Colin Powell, The Sun, 17 de enero del 2006.
[2] Ver Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, El equilibrio militar, 2003-2004.
[3] La Batalla de Omdurman de 1898 fue un de las mayores victorias de la historia del Imperio Británica. La masiva derrota del Ejército del Mahdi en Sudán marcó el triunfo de Occidente sobre el extremismo islámico.
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Irán advierte de que está "preparado" para una guerra
Las amenazas recíprocas entre Israel e Irán no son nuevas. Es una guerra de nervios que se prolonga desde la revolución iraní de 1979, y que de vez en cuando sale a la superficie con más fuerza. Por eso, los portavoces iraníes estaban listos para responder a la última bravata de su némesis política en Oriente Próximo. “Siempre estamos preparados para la guerra”, ha declarado desafiante el ministro de Exteriores, Ali Akbar Salehí. Pero en esta ocasión, el clima internacional que rodea a la filtración de que el primer ministro israelí está buscando un consenso para atacar a Irán garantiza que en Teherán no se están tomando la advertencia a la ligera.
El resonar de tambores de guerra sigue a la revelación hace dos semanas de un supuesto plan iraní para asesinar al embajador saudí en EE UU, una acusación que algunos observadores interpretaron como la preparación del terreno para actuar contra la República Islámica. El asunto se produce además en vísperas de que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) haga público su próximo informe sobre el controvertido programa nuclear iraní. Algunas filtraciones apuntan a avances en el carácter militar del mismo (el contencioso con la comunidad internacional) y Teherán ya ha advertido “contra el uso político” del OIEA.
“Irán siempre ha estado amenazado por Israel. No es algo nuevo. Estamos oyendo amenazas de Israel desde hace ocho años”, afirma Salehí en una entrevista que hoy publica el diario turco Hürriyet Daily News. El ministro, que asistía a una conferencia sobre Afganistán en Estambul, subraya que si cualquier país trata de ofender a Irán, su país responderá con firmeza. “Sabemos cómo defendernos”, señala, tras manifestar que su país siempre ha estado preparado para la guerra.
En qué consiste esa preparación es algo que ha ido quedando claro desde que el presidente Mahmud Ahmadineyad llegó al poder con el apoyo de los Guardianes de la Revolución, popularmente conocidos como Pasdarán, en 2005. Año tras año, ese ejército paralelo a las órdenes del líder supremo, el ayatolá Ali Jameneí, ha ido anunciando las proezas de su industria militar, un sector en el que a pesar de los avatares económicos del país, nunca han faltado los fondos. Tampoco para el programa nuclear, que también controla esa milicia.
Resulta tedioso enumerar la larga lista de misiles y otros artilugios que en cada ocasión festiva Irán anuncia como nuevos o más potentes. Para quien esté interesado en su última tecnología, el analista político iraní Ismail Salami hace un repaso en un artículo para la web de PressTV. Esa capacidad, lleva a Salami que “un ataque militar de Israel a Irán equivale a clavar la última punta en el ataúd del sionismo”.
“Los misiles de Irán tienen un alcance de 2.000 kilómetros y han sido diseñados para [alcanzar] las bases de EE UU y el régimen sionista [como la propaganda iraní se refiere a Israel] en la región”, ha declarado el general de los Pasdarán Amir Ali Hajazadeh, citado por Salami.
Sin embargo, cuando el jefe del Estado Mayor iraní, el general Hasan Firuzabadí, advierte a Israel y EE UU del castigo que recibirán si comenten el “grave error” de atacar a su país, los analistas no piensan tanto en misiles como en la guerra asimétrica. Es en ese terreno en el que las fuerzas iraníes se mueven como pez en el agua y cuentan con ventaja. Sea a través de sus protegidos del Hezbolá libanés, el Hamás palestino, las milicias chiíes de Irak o algunos grupos insurgentes afganos, los gobernantes de Teherán cuentan con una peligrosa palanca.
"En caso de ataque del régimen sionista, Estados Unidos también será atacado. Les haremos arrepentirse de ese grave error y les castigaremos con severidad", advirtió Firuzabadí nada más conocerse que Israel estaba debatiendo un posible ataque a sus instalaciones nucleares.
De momento, los iraníes, vacunados después de tres décadas contra el frecuente agitar de las amenazas bélicas, mantienen la calma y siguen con sus rutinas diarias. El único signo de inquietud visible proviene de la economía. El dólar ha alcanzado el cambio récord de 13.350 riales, lo que el diario iraní Ebtekar interpreta como una prueba de que el billete verde “se está convirtiendo con rapidez en el nuevo instrumento de ahorro de las familias iraníes”. Desde fuera, parece un claro signo de desconfianza en su Gobierno.
Ángeles Espinosa Dubái 3 NOV 2011 - 12:57 CET
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