Difícil tarea la de comentar en unas líneas lo difícil que se ha vuelto trabajar en una Administración donde cualquier parecido con el pasado es pura coincidencia. Y quede claro, ante todo, que tal y como están las cosas hay personas en peores situaciones, sin trabajo y que lo están pasando realmente mal. Anoche, sin ir más lejos, firmé una lista de apoyo a un grupo de trabajadores del aire acondicionado a los que pretendían echar de una empresa estatal.
Si eres funcionario la cosa mejora un poco, al menos para echarte se hace algo más difícil, pero ni siquiera los funcionarios las tienen todas consigo, se los aseguro. Si eres laboral, indefinido por ejemplo, ya empezamos a ver cómo empeora el asunto. Poco menos que los políticos pretenden que entres a trabajar caminando de espalda, haciendo reverencias y dando gracias a dios, o a ello, por tener un trabajo: ¡Gracias amo! Uno no cobra su sueldo por estar atado a la pata de la mesa trabajando, no, uno lo cobra porque ¡oh afortunados! ellos nos lo pagan ¡generosos son, alabados sean!
Nunca es suficiente, estemos en épocas de vacas gordas o en zona de guerra, o sea como ahora, donde la crisis es la protagonista, sin invitación, de nuestras vidas.
Una oficina con trabajo antiguo acumulado y con el que llega nuevo, cuatro gatos dentro pidiendo apoyo desde hace mil años, presiones de los promotores y de los técnicos externos, presiones de otras áreas, dificultades para las vacaciones y otras tantas para obtener los asuntos propios... Así empieza todo, vuelta de tuerca tras vuelta de tuerca, pretendiendo que sigamos agradecidos ("hay una lista interminable de técnicos que matarían por este trabajo").
Siendo laboral te pueden echar, seas indefinido o no; si será improcedente hacen sus cálculos y voilà. ¿Y si eres bueno en tu trabajo? ¿y si lo único que has hecho desde que te contrataron es intentar echar una mano para buscar soluciones a los expedientes amontonados e inconclusos? Nada, ¡qué mas da! Nadie es imprescindible y a la puta calle. Además, casualmente fulanito tiene un amigo que...
Un día te levantas con sangre en los dedos; intrigado te miras en el espejo y descubres heridas en tu cabeza y es ahí cunado ya te has caído al pozo. Una pastilla antidepresiva, una pastilla para dormir, que si no le des más vueltas, que si tienes vida fuera del trabajo, que si esto, que si lo otro. ¿Cómo acaba todo? En eso estamos, habrá que ver.
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