martes, 31 de julio de 2012

UNA MISA DE DUELO Y UNA COMPETICIÓN DE NATACIÓN

La semana pasada murió una tía muy querida, Pilín, realmente el núcleo social de mi familia en Tenerife, el centro de mis tíos y tías, de todos mis primos y mis parientes, la tía que todo el mundo quiere, dentro y fuera de la familia. Pues esta tarde se celebraba la misa de duelo y allí volvimos a reunirnos familia y amigos, los cercanos, los menos, los que viven fuera y han venido -como mi tía Mª Nieves y mi prima Fernanda- (parte de mi familia de Las Palmas, por los que siento un afecto especial por muchas cosas). No entiendo las misas de duelo, pues vuelve a revivirse la tristeza de la muerte, los abrazos de dolor, los lloros; y, aunque para la generación de nuestros padres es algo natural, no deja de ser un acto un poco masoquista. Lo bueno es que podemos volver a ver a muchas de las personas que, por una cosa u otra, no forman parte de nuestro círculo y esto siempre aporta alegría compensatoria. La misa, absurda como siempre, tópica y con un cura cursi empeñado en echar a los allí presentes del recinto con las palabras: ...y como ya es costumbre templo, el pésame se dará fuera del templo, o sea, ¡váyanse coño! En fin, con la Iglesia hemos topado.
Salida del acto, más vida social, besos, abrazos, preguntas, respuestas, más besos, más abrazos, despedida y cierre. Mi familia a casa unos, al aeropuerto otras; mis amigos a su vida y mi mis perras en casa esperando mi llegada, por lo que después de un rato sociabilizando me monto en la moto y ¡a casa! Allí me esperaban Augusta y Octavia en el jardín y la competición de 4x100 libres en el televisor.
La verdad es que me encantan las Olimpiadas, me reconcilia con el deporte. Mi preferido es la natación, de siempre, y las últimas pruebas han sido realmente emocionantes; lo que me pasa con la ópera en esas tres horas me pasa también en esta competiciones, donde por un momento me evado completamente de lo que me rodea. Mañana más.

No hay comentarios: