lunes, 23 de julio de 2012

LOS FUNCIONARIOS

En defensa de los funcionarios
Defender a los funcionarios es defender lo público, es defender la existencia de una red que protege a los que no pueden pagarse todo.
AMELIA RUIZ. 19/julio/2012

Nunca se había visto en España una movilización semejante de los trabajdores públicos que espontáneamente salen a las calles a protestar contra los recortes sociales, nunca en el complejo de La Moncloa los funcionarios habían salido a pitar a los ministros. Están hartos de soportar recortes y reproches.En España hay 2.600.000 funcionarios, unos 200.000 están en el régimen de clases pasivas de la Seguridad Social y 2.400.000 cotizan en el Régimen General de la Seguridad Social. Por administraciones son las Comunidades Autónomas (más Diputaciones y Cabildos) las que más funcionarios tienen, 1.347.835, los ayuntamientos tienen 646.627 y -en contra de lo que se cree- es la Administración central le que cuenta con menos funcionarios, 592.531. Es necesario tener en cuenta que las competencias de Educación y Sanidad, que representan un porcentaje muy elevado de empleados públicos, están transferidas a las Comunidades Autónomas de ahí que cuenten con mayor número de funcionarios. Este colectivo ha sufrido y sufre el sambenito de estereotipos negativos, los mismos que se han extendido a los sindicatos o a los políticos, permanentemente publicitados por sectores “ultraliberales” cuyo objetivo final es desprestigiar todo lo público para convencernos de que solo funciona bien lo privado. Y lo hemos visto: la era Bush decretó el lema “reglas fuera” de los mercados financieros porque sabían como autorregularse. La consecuencia de la falta de reglas y normas fue la avaricia desmedida, el engaño del pequeño ahorrador, las hipotecas basura y el crack financiero que hudió a los gigantes de la banca en Estados Unidos y en Europa y que ahora se tienen que rescatar con los impuestos de los ciudadanos.

Ya está bien
Ya está bien. Basta ya de castigar doblemente a los funcionarios con recortes económicos y sociales y también con el desprestigio profesional colgándoles las etiquetas de vagos, indolentes, privilegiados e inútiles. Conviene que recordemos algunas cosas:
1.- Para ser funcionario es necesario aprobar una oposición y no es fácil. De acuerdo al nivel de estudios se accede a una escala u a otra, pero hay muchos, muchísimos licenciados universitarios que además han dedicado dos años o más a prepararse un oposición y que para conseguir un puesto quizá hayan tenido que aprobar más de una convocatoria a una plaza. Cinco años de carrera y otros dos más de estudios es un tiempo que no todo el mundo está dispuesto a sacrificar para conseguir un empleo con el que no te vas a hacer millonario.
2.- Entre los funcionarios hay el mismo porcentaje de vagos, inútiles y corruptos que puede haber entre los empresarios, los periodistas, los albañiles, los sindicalistas y los políticos. Hay funcionarios que pueden escamotear horas a su jornada laboral, pero también los hay -y nunca se dice- que prolongan su jornada sin exigir que les paguen horas extraordinarias. En todas las profesiones y en todos los sectores hay gente con principios y sin ellos.
3.- El “chollo” para toda la vida. Para mucha gente, por no decir para casi todo el mundo, ser funcionario es equivalente a un chollo vitalicio: puesto fijo del que no te pueden despedir, casi imposible que te sancionen hagas los que hagas, un buen sueldo fijo de por vida y vacaciones en Navidad, Semana Santa y verano. Hasta ahora ser funcionario de oposición garantizaba un puesto de trabajo de por vida, a partir de ahora no. El Gobierno anterior bajó el salario de los funcionarios un 5% explicando que aquellos que tenían la fortuna de tener un puesto de trabajo asegurado podían ser más solidarios para ayudar a financiar los servicios sociales. Pero el Gobierno socialista no cambió la Ley para que los funcionarios puedan ser despedidos ni redujo sus derechos laborales suprimiendo los moscosos.
4.- Los funcionarios se indignaron con el Gobierno anterior y confiaron, incluso muchos lo creyeron, que Rajoy cumpliría el punto de su programa electoral en el que decía que no tocaría ni el sueldo ni los derechos de los trabajadores públicos. Ahora no solo se les reduce de nuevo sus ingresos, sino que además se toca la médula de sus derechos sociales: han aprobado una oposición para tener las mismas desventajas que los trabajadores del sector privado. Ya no tiene un trabajo fijo para toda la vida.
5.- Por último: en épocas de bonanza casi nadie quiere ser funcionario, todo el mundo quiere trabajar en el sector privado para cobrar sueldos superiores a los 2.000 euros mensuales. Pero en épocas de crisis se mira con envidia y recelo a los funcionarios. Cuando en el sector privado se pagan supersueldos con los que se pagan supercasas y supercoches es cuando ser funcionario es ser de segunda categoría.

Campaña antisistema
Hace una década que los poderosos “Think-Thamk” neocon o ultraliberales empezaron una campaña contra todo lo público utilizando argumentos populistas que gracias a la potencia de los medios de comunicación conservadores -e incluso no conservadores- han penetrado en la conciencia social. Son argumentos como éstos:
1.- Los funcionarios no son profesionales cualificados, son puestos a dedo por los políticos de turno. Se calla y se omite las oposiciones, la preparación…
2.- Los funcionarios son unos privilegiados y no producen. Son parásitos que cobran gracias a los impuestos de los demás. Se olvida que los funcionarios también pagan impuestos.
3.- La inmensa mayoría de los funcionarios no sirven para nada. Se obvia intencionadamente que médicos, profesores, policías, guardias civiles, investigadores o jueces son funcionarios. Y se oculta que los funcionarios que no son de esas profesiones desempeñan un papel imprescindible en una Democracia plena o seria. ¿Acaso no necesitamos funcionarios para que funcione el registro civil o las prisiones o el INEM etc, etc? La teoria ultraconservadora dice que se privatice todo, incluso las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Ya hemos visto que un Estado con un sistema público débil es un Estado débil y es una democracia débil donde una docena de banqueros e inversores hacen y deshacen a su antojo.
4.- La derecha mediática hace noticias y portadas de funcionarios que trabajan en organismos que no sirven para nada, o de oposiciones amañadas. Nunca hace noticia o portadas de funcionarios u organismos que prestan servicios imprescindibles a la sociedad.
5.- Las Comunidades Autónomas son sinónimo de despilfarro y corrupción. La campaña sistemática de los medios conservadores hacia las Comunidades Autonómas oculta que en España la verdadera distribución de la riqueza llegó con las autonomías y que el sistema autonómico que tenemos -siendo todo lo mejorable que se quiera- ha reducido la brecha de renta per cápita entre Comunidades pobres y ricas. Son datos oficiales, están en estadísticas, que se ocultan y no se divulgan. Algunas generaciones de españoles pueden contar lo “estupendo” que era el centralismo anterior.
6.- En resumen: El funcionario ha comprado y asimilado el mensaje de que todos los sindicalistas son unos cara duras que viven del cuento y que todos los políticos son unos corruptos. Pero, atención, un autónomo ha comprado el mensaje de que todos los sindicalistas son unos jetas que viven del cuento, todos los políticos unos chorizos y que TODOS LOS FUNCIONARIOS unos vagos que cobran gracias a sus impuestos. Y el obrero de una fábrica de coches está absolutamente convencido de que todos los sindicalistas viven del cuento, todos los políticos son corruptos, todos los funcionarios unos vagos Y QUE TODOS LOS AUTONOMOS unos defradaudores a hacienda porque trabajan en negro.

¿Se acuerdan del poema de Martin Niemöller titulado “cuando los nazis vinieron por los comunistas”? Pues eso, cuidado cuando, llevados de la indiganción, decimos u oímos cosas como las anteriores porque en el fondo estamos cuestionando el modelo que nos dimos los españoles en la Constitución del 78. Y corremos el riesgo de ver como desaparecen los derechos sociales que tanto costó conquistar en los últimos 30 años. Corremos el riesgo de tener que aplicarnos el verso final del poema: “Cuando vinieron a llevarse a los judíos no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.

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