Anoche debíamos estar Pablo y yo celebrando Halloween en San Francisco, pero por primera vez soy yo el que decidió no viajar tal y como están las cosas ahora, por aquello del ahorro. Unas vacaciones no viajeras son descafeinadas, al menos es lo que siempre he pensado, pero esta vez el cerebro le gana la partida al corazón y heme aquí escribiendo desde casa.
Hace unos años coincidí visitando a Willy en su casa de San Francisco por estas fechas y él, que colocaba siempre una calabaza encendida en la bay window del salón, dejó que fuera yo el que abriera la puerta cada vez que los niños tocaban el timbre y preguntaban trick or treat?
No pudimos estar en San Francisco pero en cambio sí disfrutamos de la fiesta que ofrecieron Eduardo y Daniel por su boda. Como se casaron en Argentina y no fue fácil acudir al acto por razones obvias, organizaron una fiesta en el jardín de su casa de Tacoronte (uno de nustros proyectos más queridos) para compartir su felicidad con sus amigos. Buena comida, mejor conversación y una noche muy agradable porque el jardín estaba precioso y el frío aún no ha hecho acto de presencia. Perfectos momentos para volver a ver a muchos amigos de toda la vida: Lucho, Arianne, José María, José Luis, Chus... y por supuesto Fanfy y German.
La máxima "Quien tiene un amigo tiene un tesoro" es una gran verdad, no importa si a los amigos se les ve a menudo (obviamente esto es siempre lo mejor), o si se coincide pocas veces; siempre es un placer verlos porque parece que el tiempo no ha pasado. Una conversación con un buen amigo (a los atormentados es mejor tenerlos a cierta distancia) es alimento, sin duda alguna.
A Eduardo lo conozco desde que éramos niños y veraneábamos juntos en Las Cañadas, lo que fue un antecesor de los hoteles rurales (nuestras familias eran pioneras). Su hermana Fanfy forma parte de mi increíble círculo de amigos íntimos (de estos que tienes la suerte de ver a menudo). Compartimos Eduardo y yo como amigos a Lucho y a Arianne, dos seres encantadores a los que desgraciadamente veo poco; con él viví en Las Palmas mientras estudiábamos y recuerdo aquella época con felicidad. Con Lucho y con German, soul brother como dirían los americanos, también disfrutamos de estupendos veranos en El Médano.
Recuerdo que el año antes de empezar a estudiar Arquitectura estaba matriculado en el instituto, en horario nocturno pues únicamente me había quedado una asignatura de COU -la dichosa química que ese año aprobé sin mayor problema-. Pues muchas noches German me recogía en el instituto en su Honda 70 y de allí nos íbamos a tomar algo, al cine o simplemente a hablar. ¿Ven? a esto me refiero cuando digo que los amigos alimentan el espíritu. Algo tan sencillo como una conversación con un amigo por la noche, después de clase, se convertía posiblemente en lo mejor del día. Afortunadamente la vida me ha hecho rico en amigos.
¡Enhorabuena Eduardo y Daniel!
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