¿Las hipotecas más baratas de la historia?
La rebaja de tipos se viene notando ya en las hipotecas antiguas. El efecto sobre la economía será escaso sin otras medidas complementarias.
Miguel Jiménez Madrid 5 JUL 2012 - 13:22 CET
La rebaja de los tipos de interés ha empezado a llegar a los bolsillos de los ciudadanos antes siquiera de anunciarse. El mercado interbancario, donde los bancos se prestan entre sí, ha venido anticipando la rebaja de los tipos de interés oficiales. Eso se ha traducido en una rebaja del índice que sirve de referencia a las hipotecas, que puede marcar en julio el nivel más bajo de su historia.
Hay, sin embargo, una gran salvedad al respecto. Las rebajas afectan a las hipotecas ya contratadas (siempre que no tengan cláusulas suelo y una vez que llegue el momento de su revisión anual), muchas de las cuales estaban además contratadas con diferenciales muy bajos sobre el euríbor. Pero en las hipotecas nuevas, no solo hay grandes dificultades para lograrlas (salvo que el vendedor del piso sea el propio banco) sino que además los diferenciales que se exigen son mucho mayores que antes.
Eso impide que los nuevos clientes se beneficien plenamente de la bajada del euríbor, que está cotizando en los niveles más bajos de su historia en casi todos los plazos. En particular, el euríbor a un año, que es el que (con la media mensual) sirve como referencia para fijar el coste de las hipotecas, ha marcado hoy su mínimo histórico en el 1,202%. Ya en junio cerró en el 1,219%, la segunda media mensual más baja desde que existe el euro.
Por esa vía indirecta del euríbor, las empresas que tengan préstamos referenciados a dicho índice, que son muchas, se verán también beneficiadas con la rebaja de los tipos de interés oficiales.
Para los bancos, la rebaja de tipos tiene doble filo. Por un lado, les permite acceder a la liquidez del BCE a un precio algo más bajo. Por otro, dado que también se reduce a cero el tipo al que el BCE remunera los depósitos, se quedan sin esa mínima rentabilidad para las enormes cantidades que la banca europea (y en menor medida la española) guardan en la institución.
Pero la caída del euríbor está castigando su cuenta de resultados, pues se come el margen en toda la cartera de préstamos antiguos especialmente los hipotecarios, que se contrataron a largo plazo y con una baja prima sobre el euríbor.
¿Y para el conjunto de la economía?
El economista británico John Maynard Keynes comparó la política monetaria con una cuerda. Un banco central puede tirar de la cuerda elevando los tipos de interés para frenar una economía que galopa desbocada, pero no puede empujar la cuerda cuando entra en recesión y la confianza se ve gravemente afectada.
En la situación actual, la bajada de tipos de interés hará poco por sí misma para impulsar el crecimiento si no se combina con otras medidas. El Banco Central Europeo tiene problemas para transmitir adecuadamente su política monetaria a los países periféricos, los más necesitados de su impulso.
Que los tipos de interés a corto plazo estén tan bajos no significa que lo estén los tipos a largo plazo. La prima de riesgo española, o rentabilidad extra exigida a los bonos a 10 años con respecto a los alemanes, ha vuelto a superar hoy los 500 puntos básicos (cinco puntos porcentuales).
Los inversores exigen más del 6,6% de rentabilidad por invertir en deuda pública española a 10 años, y más del 5% por la deuda a tres años. Para la banca española, los mercados de financiación mayorista están cerrados y el recurso al Banco Central Europeo no es suficiente para que fluya el crédito.
En esas circunstancias, para empresas españolas con idéntica situación financiera que otras alemanas u holandesas, es mucho más caro financiarse. La bajada de tipos hará poco por remediar esa situación.
Por eso, muchos economistas creen que la compra de bonos de los países periféricos no es tanto un alivio (o rescate) de los Estados con problemas sino, ante todo, la forma de transmitir correctamente la política monetaria necesaria ante la debilidad de la demanda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario