Hallan en Alemania un ejemplar del primer mapamundi con América
El autor del documento, Martin Waldseemüller, pensaba que Américo Vespucio era el auténtico descubridor del continente.
Juan Gómez Berlín 3 JUL 2012 - 10:14 CET
"Fue tropezar con un tesoro". El jefe de la biblioteca universitaria de Múnich, Klaus-Rainer Brintzinger, dice que "no contaba en absoluto" con un hallazgo de este calibre a estas alturas. El mapamundi de Martin Waldseemüller estaba en un tomo que reunía cuartillas de geometría del siglo XVI encuadernadas hace más de 100 años. El hallazgo lo realizaron dos investigadoras recientemente (no han confirmado la fecha del descubrimiento). Nadie sabía que entre ellas podía encontrarse el primer mapa (1507) que incluye el nombre de América para denominar el continente recién descubierto para Europa por Cristóbal Colón. El cartógrafo Waldseemüller (1470-1522) creía que el primer navegante europeo que pisó el continente era Américo Vespucio. Así que lo bautizó como América. Colón había muerto en Valladolid un año antes. Los mapas que Waldseemüller compuso en 1507 son conocidos como "certificados de bautizo" del continente. Se pueden ver en esta web.
Sven Kuttner, responsable del departamento de libros antiguos de la Biblioteca Universitaria de Múnich, subraya que "no se había producido un descubrimiento de estas dimensiones en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial".
Escribió el abad y lexicógrafo Johannes Trithemius, a la sazón un notorio ocultista, que durante un viaje por Alemania en 1507 dio con un "bonito globo terráqueo" de pequeño diámetro. Lo compró junto a "un gran mapa del mundo", probablemente el célebre planisferio de tres metros cuadrados también confeccionado por Waldseemüller. Dejaba así la primera constancia del mapamundi esférico recién descubierto. El "pequeño globo" adquirido por Trithemius era "seguramente de papel maché", según cree Brintzinger. Pegado a su superficie, un pliego comparable al de Múnich representaba los contorneos del mar y de los continentes. África, Europa, Asia y, al este de unas pequeñas islas del "Océano Occidental" (el Pacífico), un gran pedazo de tierra muestra América. Se reconocen bien las dos grandes islas del Caribe y la península de Florida. El istmo de Panamá aparece tan fino que podría ser un estrecho y la costa del Pacífico está trazada en tres líneas casi rectas. El conjunto no deja lugar a dudas: años antes de la conquista de México o de Perú, un cartógrafo de la Selva Negra llamado Waldseemüller sabía mucho sobre América.
El ejemplar hallado en Múnich muestra los gajos que permitían recortarlo para componer un mapamundi tridimensional. Aquellas esferas tenían escasa calidad, así que han sobrevivido muy pocas. Todos los globos que se conservan de aquella tirada de 1507 están aún sin recortar, como este de Múnich. Solo se conservan otros cuatro, de los cuales la casa Christie’s subastó uno en Nueva York hace siete años. Precio alcanzado: un millón de dólares (793.000 euros).
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Recuperan el ‘Atlas de Wytfliet’ robado de la Royal Library sueca hace una década
El ejemplar contiene varios de los primeros mapas que se realizaron del Nuevo Mundo. Forma parte de otros 55 libros antiguos hurtados entre 1995 y 2004.
Eva Sáiz Washington 28 JUN 2012 - 06:38 CET
El Atlas de Wytfliet, publicado en 1597 por Cornelius Wytfliet, se ha convertido en el primero de los 56 libros antiguos sustraídos a la Royal Library de Suecia hace una década en ser recuperado. Los responsables del equivalente a la Biblioteca Nacional española del país escandinavo, hicieron público el hallazgo este miércoles en Nueva York, la ciudad en la que fue localizado hace un año.
El ejemplar, del que solo se conservan ocho copias en el mundo, contiene varios de los primeros mapas que se realizaron del Nuevo Mundo -entre ellos el primero de California, que describe al Estado como una península- y una historia de los viajes de Colón, Pizarro y otros exploradores. “Los reyes y reinas suecas han consultado este Atlas”, explicó en la rueda de prensa Greger Bergvall, el responsable de la sección de planisferios de la Royal Library.
En junio del año pasado, la institución sueca descubrió que el ejemplar había sido adquirido en 2003 por el marchante de arte W. Graham Arader III en una subasta de Sotheby’s por 100.000 dólares (80.000 euros) -ahora se estima que alcanzaría los 450.000-. Arader, que aseguró a The New York Times que no sabía que el libro había sido robado, lo devolvió a la casa de subastas que le reembolso el dinero. Sotheby’s sostiene que compró el Atlas a un comerciante de Londres, pero restituyó, a su vez, la recopilación de mapas de 415 años de antigüedad a la Royal Library.
La bliblioteca sueca, según indicó Bergval a los medios, está colaborando con la fiscalía de Nueva York para tratar de identificar el resto de volúmenes que le fueron robados hace más de una década por Anders Burius, el jefe de su departamento de manuscritos. Entre 1995 y 2004, Burius se dedicó a sustraer preciados volúmenes de la Royal Library para venderlos después a la casa de subastas alemana Ketterer Kunst, que, según reconoció el empleado a la policía, nunca le preguntó por el origen de los libros.
Entre el expolio se encuentra una copia del Leviatán de Thomas Hobbes de 1651, un ejemplar de 1619 de La Armonía del Mundo, de Johannes Kepler o El Diccionario Geográfico de los Estados Unidos de Joseph Scott de 1795. Arader valora la lista de 56 libros perdidos en cinco millones de dólares, una lista que solo recientemente las autoridades suecas han decidido compartir con asociaciones de libreros y con la Interpol.
Burius fue descubierto cuando la Royal Library, sospechando que varios de sus libros habían desaparecido, comenzó a catalogar de nuevo los ejemplares más antiguos. La investigación concluyó que, además de los 56 volúmenes que éste sustrajo mientras estuvo trabajando en la Biblioteca sueca, también robó otros 100 manuscritos de otras librerías en las que había estado empleado con anterioridad.
Tras ser detenido e interrogado, Burius fue puesto en libertad a la espera de que se señalara una fecha para la vista judicial. Cinco días después, se encerró en la cocina de su apartamento en el centro de Estocolmo, abrió la espita del gas y se cortó las venas. Al cabo de unas horas la fuga produjo una explosión que destrozó el edificio y causó una decena de heridos.
El robo y el trágico desenlace final, propios de una de las novelas de Henning Mankell, protagonizadas por su inspector Wallander, han inspirado un documental y una serie de televisión que se emitió en Suecia el año pasado. Este miércoles se cerró el penúltimo capítulo.
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Un exoperario de la Catedral de Santiago detenido por el robo del Códice Calixtino
También han sido detenidos su mujer y su hijo como presuntos cómplices. Los agentes han encontrado en su domicilio una "elevadísima suma de dinero". Desaparece el Códice Calixtino de la Catedral de Santiago. Conmoción tras el robo del 'Códice Calixtino'.
José Precedo / Sonia Vizoso Santiago de Compostela 4 JUL 2012 - 02:32 CET
La policía nacional detuvo ayer a un extrabajador de la Catedral de Santiago que según fuentes próximas a la investigación es el autor material del robo del Códice Calixtino, que faltó del templo compostelano a principios de julio del año pasado. En la semana en que se cumple el aniversario de la extraña desaparición los agentes policiales practicaron ayer el primer arresto vinculado a este caso que instruye el titular del juzgado número 3 de Santiago, José Antonio Vázquez Taín.
El detenido, cuyo nombre no había trascendido a última hora de ayer, realizó labores de mantenimiento eléctrico en la Catedral durante años hasta que fue despedido por la Iglesia, cuando esta se prestó a regularizar la situación laboral de sus empleados. Posteriormente la policía ha arrestado también a su esposa e hijo como presuntos cómplices del principal sospechoso.
Esta semana, la Policía, que le sigue los pasos desde hace meses, ha realizado registros en algunas de las propiedades de esta familia situadas en Negreira (A Coruña) y O Grove (Pontevedra). En ellas, según informa la agencia EFE, los agentes han encontrado monedas y vestigios procedentes de la Catedral, así como una "elevadísima suma de dinero".
Fuentes próximas a la investigación que se ha valido de pinchazos telefónicos ordenados por el juez para averiguar el paradero de este tesoro, cuyo valor económico ni siquiera los expertos en arte internacional se atreven a calcular, apuntan a que desde que tuvieron constancia de que el códice no había salido de España ni estaba en manos de traficantes de arte, todos los focos apuntaron a este exoperario del templo.
Según ha podido saber EL PAÍS, su mala relación con el deán, José María Díaz, le señaló muy pronto como uno de los principales sospechosos. La tesis que manejan tanto la policía como el ministerio público parte de que la desaparición de esta joya de la literatura, un libro de viajes que data del siglo XII y que durante ocho siglos había sido custodiado en el santuario compostelano, obedece a una venganza personal.
Las pesquisas todavía no han servido para dar con la preciada guía de viajes, la primera que detalla el Camino de Santiago, y fuentes judiciales apuntan que el arrestado no se está mostrando dispuesto a colaborar. Los investigadores creen incluso que puso precio al códice, 40.000 euros, la cantidad que supuestamente le adeuda la Catedral por los trabajos realizados, según ha informado la agencia EFE.
Durante varios meses, la policía y el juez siguieron los pasos de este extrabajador de la Iglesia y ahora, coincidiendo con el aniversario de la desaparición, el juez Vázquez Taín dio la orden de practicar el arresto.
En todo este tiempo, el deán ha realizado enigmáticas declaraciones públicas en las que advertía que el objeto estrella del templo no podía andar muy lejos. Tan pronto como trascendió la desaparición, manifestó: "Si sospecho de alguien no lo digo, primero, porque es pecado hacer juicios temerarios y, en este caso, y si es un juicio temerario interior para este fin puedo formularlo pero nunca manifestarlo. El que se lo llevó, sabía de qué se trataba, de su incalculable valor y cómo llegar a él".
Esas declaraciones causaron perplejidad entre los investigadores y el propio juez, convencidos de que no ayudaban en su labor de dar con el culpable. Ahora que todas las piezas empiezan a cuadrar aquellas palabras cobran todo el sentido. Hace un mes y pese a las advertencias de los investigadores, el máximo responsable de la Catedral insistía a la prensa: “Lo único que se permite decir es que hay perspectivas positivas, el problema en un caso de esto no es encontrar al ladrón sino al objeto”.
Ayer, antes de que saltase la noticia, el propio deán aseguró que tenía órdenes de sus superiores de no pronunciarse sobre este asunto y añadió que tampoco era “lo más apropiado” por su delicada salud. Tal locuacidad dejó perplejos a los investigadores y al propio juez, convencidos de que las pistas que iba dando el deán no ayudaban en su labor de dar con el culpable. Algunas fuentes próximas al caso ponen en tela de juicio la colaboración de este y otros mandos eclesiásticos y citan las evasivas que utilizaron algunos de ellos en los interrogatorios, más de 70, que practicaron los agentes de la Brigada de Patrimonio del Cuerpo Nacional de Policía.
El Códice Calixtino o Codex Calixtinus, una joya del siglo XII que no estaba asegurada, desapareció hace justo un año, el 5 de julio de 2011, de la caja fuerte del archivo de la Catedral de Santiago en el que se custodiaba. La puerta, según confesó el deán del templo días después, no fue forzada y las llaves estaban puestas. El ladrón parecía querer dejar en evidencia el descuido en la protección de este tesoro medieval. La ausencia de medidas de seguridad contundentes causó un gran malestar en el Gobierno gallego, que en privado lamentó muchas veces la dejadez de las autoridades eclesiásticas, una lectura que el juez Vázquez Taín le ha hecho llegar también a sus colaboradores más próximos.
Los responsables del templo compostelano admitieron ya en su día que el control de las llaves de la cámara supuestamente acorazada donde se guardaba el Códice era laxo, aunque intentaron defender que se controlaba el acceso de cualquier persona ajena al templo. Fue precisamente un investigador el que echó en falta el libro y alertó al deán. Los religiosos y trabajadores de la Catedral, excompañeros del ahora detenido, peinaron las estancias de la sede y finalmente optaron por denunciar el robo.
Compuesto por cinco libros y dos apéndices, aunque encuadernado en un tomo único en 1964, el códice, que nació con el objetivo de propagar la devoción por el apóstol Santiago, era una especie de guía para los peregrinos que se dirigían a la ciudad, con consejos, posibles alojamientos, descripciones de la ruta, de las obras de arte así como de las costumbres locales de las gentes que vivían a lo largo del Camino. También contiene ricas ilustraciones y 22 piezas polifónicas que se cuentan entre las más antiguas de Europa. Mide 30 por 21 centímetros y consta de 225 folios de pergamino.
Su desaparición tuvo repercusión mundial y propició que se activase una alerta internacional con la entrada en escena de Interpol. Y aunque en un primer momento los investigadores apuntaron a que se podría tratar de un robo planificado por especialistas en tráfico internacional de obras de arte, pronto las pesquisas se centraron en la ciudad de Santiago, donde ayer se produjo la detención del extrabajador de la Catedral.
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