Consecuencias penales para políticos
Canarias 24 Horas, 23 de enero de 2012
En Canarias tenemos auténticos ejemplos de libro de lo que significa despilfarrar en lo público de cuando nos creíamos los nuevos ricos del mundo hace apenas cuatro años. Tenemos el puerto de Granadilla actualmente con su construcción paralizada, las dos líneas del tranvía de Tenerife, los estudios de los trenes en Gran Canaria y Tenerife de los que todavía no se ha movido una piedra del suelo pero que se han pagado millones de euros a empresas consultoras, el Auditorio de Tenerife, el abandonado puerto de Arinaga, las instalaciones del ITER hechas para propaganda personal de Ricardo Melchior, el pelotazo de Las Teresitas y muchas pequeñas, pero no menos importantes, corruptelas que salpican el archipiélago canario y que muchos son los que podrían señalar e identificar con nombres y apellidos. Pero, ¿qué piensa hacer el gobierno de Rajoy con todos estos despropósitos y sus responsables? Bueno, en realidad lo debería hacer la justicia por mor de la protocolaria y supuesta separación de poderes que existe en nuestro estado pero déjenme seguir con la metáfora. ¿Arremeterían sin piedad contra ellos aunque en Canarias nos quedásemos con la mayoría de nuestros políticos en la cárcel cosa que en muchos sentidos sería positiva? Y José Manuel Soria ministro de turismo de Rajoy que los medios de Madrid lo confunden con Aznar, ¿debería de rendir cuentas de sus desastrosos pasos por el Ayuntamiento y Cabildo de Gran Canaria y por su política de banderas, salmones y chalets?
A estas alturas del cuento no me creo nada de los políticos en general ni de los Populares en particular. En menos de un mes hemos visto que las malas mañas de gobernar del PSOE, con sus ministros incontrolados soltando ocurrencias en los medios de comunicación si son extranjeros mejor, las ha heredado el PP no sólo sin pudor alguno sino con la mayor de las desvergüenzas y toda una batería de mentiras posibles. Nos encontramos ante lo que va a ser el estilo de gobierno de Rajoy estos próximos 4 años, y otros 4 años más mínimo porque las elecciones desde el poder y con mayoría absoluta se ganan de calle, que va a consistir en levantar grandes cortinas de humo que tapen, de momento, los inmensos casos de corrupción a los que se enfrenta esta partido pero también el terrible desmoche del estado de bienestar que tienen la derecha española preparada para 45 millones de ciudadanos y que forma parte de su programa oculto.
Si hasta Esperanza Aguirre, que no es nada sospechosa de progresismo y sí de haber tenido intereses en alguna inútil estación del AVE en Guadalajara, lo dice bien claro: con el actual código penal en vigor es posible encauzar penalmente a los servidores públicos que a sabiendas administren mal los dineros de todas y todos. Pero es que hasta que la justicia no se agilice y se la dote presupuestariamente de un dinero más que adecuado, se modernice no sólo en forma sino en acción y se limpien sus cúpulas dirigentes de fascistas como los que estos días están amedrentando a Baltasar Garzón poco habrá qué hacer porque se podrán proclamar todo tipo de leyes, como las que hacía el PSOE, pero sin una clara memoria presupuestaria éstas son papel mojado. En este sentido el actual ministro de justicia Alberto Ruíz Gallardón tendría mucho que decir de esto pero es que resulta que este personaje como alcalde dejó en Madrid una deuda superior a las que tienen algunas comunidades autónomas y no es previsible que suelte la perdiz.
Un buen encargo para el nuevo gobierno, que ya se ha mostrado tan incompetente o más que el anterior no sólo por las improvisaciones de sus ministros sino por la obsesión electoral de ocultar su programa a toda costa, es que dotara a la Agencia Tributaria de todos los medios económicos y de inspectores para luchar el fraude fiscal que comenten en España las grandes empresas y las mayores fortunas pues en palabras de algún inspector si esto se atajara como es debido las cosas, económicamente hablando, nos irían mejor. El Partido Popular no puede arrogarse con que va a traer al gobierno del estado la buena gestión que dice que nos va a sacar de la crisis cuando hasta hace un par de meses en Valencia, en Madrid, en Baleares o en Castellón estaban gastando a manos llenas lo que no tenían en tramas tan repugnantes de estafa y blanqueo de capitales como la Gürtel que tantos titulares jocosos ha traído a los medios y habrá de traer cuando vayan saliendo todos los juicios que quedan.
La corrupción es una fórmula bastante enquistada en nuestra sociedad de la que todos somos culpables por la tolerancia, por no decir la manera en la que ésta se ha aplaudido en determinados sectores de la ultraderecha cuando ésta les ha beneficiado, que la ciudadanía en general ha tenido hacia determinados casos de corrupción restándoles importancia al mirar para otro lado porque siempre se ha visto a ésta como algo que es inexorable. Como hemos visto con el caso Urdangarín la corrupción está presente hasta en las más altas esferas del estado que se las prometen con la mayor de las impunidades posibles.
Sin embargo el déficit tan grande en el que nos vemos inmersos, y que supera con creces a partidos políticos que como el PSOE y como veremos con el PP son incapaces de solucionarlo, proviene de los gastos corrientes del funcionamiento de la sanidad, la educación y hasta la misma justicia que ya hemos dicho más de una vez que su dotación es deficiente y que hasta que ésta no funcione bien el resto de los pilares de la cosa pública jamás habrán de funcionar. Por esto deberemos transcender a los gobiernos nacionales y nos deberemos de cuestionar lo que es la gobernanza global donde agencias de rating nada parciales ponen el trabajo de millones de personas en muchos países a la escala de los bonos basura que infectaron a principios de este siglo los mercados financieros y que se conoció como la crisis de las subprime. Hasta que no se cree una banca pública y se arrebaten muchas cosas que se le han entregado al sector privado que ha corrompido nuestras vidas con un capitalismo salvaje estas crisis no sólo van a seguir siendo algo cíclico sino que cada vez serán peores. Gobiernos como el de Rajoy, que pueden ofrecerse más o menos con buenas intenciones de fondo, se mostraran inútiles no sólo por la incapacidad manifiesta de muchos de sus miembros sino porque los gobiernos no gobierna en realidad. Paradigmático es que el ministro de economía de Guindos fuera un directivo responsable de la quiebra de Lehman Brothers que se produjo en 2008 y que ahora dirija un país que, entre unos y otros, están llevando hacia la quiebra.
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