Que la vida da vueltas lo sabemos todos por experiencia propia, no se salva ni uno. Un día estás arriba, otro abajo, sano, enfermo, feliz, deprimido, acompañado, más solo que la una... en fin, ya saben de lo que hablo. ¿Y qué podemos hacer cuando es la propia vida la que se encarga de ir poniéndonos los trocitos de pan o las piedritas en el camino? pues dos cosas bien fáciles (ya ven, el que no se consuela es porque no quiere): tener paciencia -todo se andará- y tener presente una pequeña meta que nos alegre la vida, aunque sólo sea por ilusión. Un fin de semana que se acerca con un buen plan en la cabeza, una cena dentro de un par de días, la visita de un amigo, el lametón de tus perros cuando llegues de vuelta a casa, un paseo en moto en un día soleado... ¿Qué me dicen?
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