El acoso escolar deja más
secuelas que el maltrato por parte de adultos
Las víctimas de 'bullying' tienen
mayores riesgos de padecer problemas de salud mental. El martirio de un estudiante acosado.
Jaime
Prats Valencia 4
MAY 2015 - 09:55 CEST
http://elpais.com/elpais/2015/04/30/ciencia/1430404270_783095.html
Las huellas del maltrato infantil
causado por adultos (básicamente los padres) en las víctimas están ampliamente
documentadas: mayor riesgo de sufrir ansiedad, depresión, de abuso de drogas o
de intentos de suicidio, además de peores resultados académicos. Pero, ¿qué
consecuencias tiene el acoso escolar? ¿Las secuelas que dejan las
humillaciones, los insultos, las burlas, la marginación del grupo, los golpes o
las vejaciones repetidas por parte de los compañeros son peores que las
provocadas por el maltrato en el entorno familiar?
Un estudio publicado en The Lancet Psychiatry ha tratado de arrojar
luz a los efectos de esta modalidad de violencia física, verbal o psicológica
entre menores (bullying, en inglés) y concluye que las víctimas de este tipo de
agresión son más susceptibles de padecer problemas de salud mental al llegar al
final de la adolescencia que las personas vejadas por adultos. En especial, de
ansiedad, aunque también (aunque aquí la distancia es más reducida) depresión y
tendencia a autolesionarse o a tener ideas suicidas.
“La conclusiones del trabajo no
me sorprenden en absoluto”, comenta Rosario Ortega, catedrática de Psicología de la Universidad de Córdoba y
especialista en acoso escolar. “Es un estudio muy bueno y muy interesante”,
añade.
El trabajo, que se ha presentado
recientemente en la reunión de las sociedades pediátricas estadounidenses (Pediatric
Academic Societies), destaca la dimensión mundial del problema de la
violencia entre menores. Para ello, los autores de la investigación, profesores
de psicología de la Universidad de Warwick (Reino Unido),
remiten a una revisión de la situación en 38 países donde uno de cada
tres menores ha sido acosado.
En España un análisis de 2009 publicado en el International
Journal of Psychology and Psychological Therapy muestra que el nivel
de incidencia se sitúa en unas tasas ligeramente más bajas: el 23%. “Está
presente en todos los niveles analizados, siendo los últimos cursos de
Educación Primaria [en especial a los 10 años] y los primeros de la Secundaria
[a los 13 años] los que registran mayor incidencia”, precisa el documento.
Ante la dimensión del problema,
los autores del artículo se plantearon evaluar las consecuencias del bullying
de forma aislada, es decir, en personas que solo hubieran sufrido este tipo de
acoso. Y compararlas los efectos en la salud mental (medidos a los 18 años tras
seguir a los chavales desde los 8-9 años) con las secuelas que deja el maltrato
adulto, que estudiaron por separado. Para ello, acudieron a dos grandes bases
de datos poblacionales. Una es la británica ALSPAC
(Avon Longitudinal Study of Parents and Children in the UK) formada por 4.026
niños. Otra es la estadounidense GSMS (Great
Smoky Mountains Study) que monitoriza a 1.420 niños.
Para medir el impacto del acoso,
los investigadores midieron el efecto en la salud mental, en general. en el
grupo estadounidense, frente a un 17% de maltratados con secuelas, la tasa se
disparaba en un 36% entre los acosados. Al detallar los efectos a través de
síntomas más concretos, también había sensibles diferencias respecto a la
ansiedad (8% por 25%) y algo menos (unos cuatro puntos porcentuales) en casos
de depresión y autolesiones.
A primera vista puede sorprender
que las consecuencias del acoso escolar sean más perjudiciales que las del
maltrato, cuando en este último caso, son los padres o los familiares quienes
agreden a los pequeños, con la carga emocional que ello comporta. A Rosario
Ortega no le resulta extraño. “Los padres nos influyen mucho en los primeros
años de vida, pero en la escuela el niño comienza a perfilar la dimensión
social, y a medida que crece y se acerca a la adolescencia las figuras de apego
cambian y lo que le importa al niño son los otros". La también
vicepresidenta del Observatorio Internacional de la Violencia Escolar
explica que sufrir este tipo de violencia por parte de sus compañeros en
el último periodo del desarrollo del menor "supone un desequilibrio y un
desgaste de la personalidad del sujeto de forma muy fuerte”. Y si se prolonga
en el tiempo "destruye factores relevantísimos de la personalidad del
sujeto", con las consecuencias que describe el artículo.
“Sufrir acoso escolar no es un
inofensivo rito de iniciación o una parte inevitable de hacerse mayor, tiene
serias consecuencias en el largo plazo”, concluye Dieter Wolke, profesor de
psicología del desarrollo de la Universidad de Warwick (Reino Unido) y uno de
los autores del trabajo. La catedrática de la Universidad de Córdoba destaca
que en las últimas décadas las sociedades occidentales han avanzado mucho en su
lucha contra el maltrato infantil, pero no tanto en el ámbito del acoso
escolar. "Debemos asumir que un niño no puede ni debe acosar, maltratar o
abusar de otro, y que las escuelas deben intervenir; hay que formar bien a los
maestros y a los padres. No son cosas de niños, es muy dañino y sigue siendo
muy frecuente", añade Ortega.
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