martes, 26 de junio de 2012

JOYAS MUSICALES: CONCHA BUIKA

Concha Buika: “Hay que eliminar la culpa de todo código personal interno”
La cantante se encuentra inmersa en una gira mundial en la que hará tres paradas en España en Valencia, Barcelona y Alicante.
Manuel Cuéllar Madrid 25 JUN 2012 - 13:54 CET
 
A Concha Buika (Palma de Mallorca, 1972) se la rifan por el mundo. Mucha culpa de ello la tiene el despegue internacional que le ha ofrecido su participación en La piel que habito la última película de Pedro Almodóvar. Sea como sea, esta mujer de conciertos intensos y personalidad arrolladora se dispone a recorrerse el planeta haciendo lo que mejor sabe hacer. Recibe a EL PAÍS casi haciendo las maletas que le llevarán un día después hasta Turquía, luego esperan Nueva York, Washington, Letonia, Valencia, Girona, Alicante (los días 12, 13 y 14 de julio respectivamente), Londres, Italia, Rusia... Un no parar.

Pregunta: ¿Habrá sorpresas en esta nueva gira? ¿Basará los conciertos en su último disco En mi piel?
Respuesta: Depende de a dónde llegues. Es el sitio el que te da la información de cómo afrontar el concierto. De lo que tienes que tocar. El repertorio es tan extenso…. Hay lugares en los que triunfó más Mi niña Lola, otros en los que fue Niña de fuego así voy decidiendo el repertorio y el resto lo dedico a la improvisación. Eso lo que más me gusta.

P. ¿Nunca hace un concierto igual a otro?
R. Nunca un día es igual al otro. Nunca una calada es igual a otra. Nunca un beso es igual al otro. Nunca un café es igual al otro. Nunca. Nunca un concierto es igual al otro.

P. Entonces, ¿no lleva un setlist programado como hacen la mayoría de los artistas?
R. Yo no sabría hacer eso. No sabría llevar el concierto muy preparado. Tuve que hacer un trato: o me aferraba a la memoria o me aferraba a la libertad en la mente. Y me decidí por lo segundo. Tengo una memoria muy mala. Por eso miento muy mal y siempre me pillan. Porque cuando cuentas mentiras tienes que acordarte de los detalles que diste y a mí siempre se me olvidan. Con los conciertos igual, no soy capaz de mentirle al público. Lo que uno va a cantar lo decide la tribu. La tribu siempre está en comunicación contigo si sabes escucharla.

P. ¿Con cuántos músicos suele girar?
R. Depende del sitio. Normalmente suelo llevar al 'Melón' (el pianista Iván ‘Melón’ Lewis) y al maestro Porrinas (guitarrista) que para mí es como el corazón del show. Él es quien lleva el pulso y el latido. Siempre solemos ir dos o tres. Me gusta escuchar a los maestros que me acompañan y mucho.


P. Dicen que se ha ido a vivir a Estados Unidos
R. Creí que me iba a vivir a Miami pero me engañé. Llegó mi mánager, me tiró encima la agenda y todo se quedó en una ilusión. Estuve un año viviendo y allí sigue estando mi casa, pero la verdad es que no paro mucho por Miami.

P. Pero Miami está asociado a un tipo muy concreto de músico si hablamos de nacionalidad española. ¿Quiere usted seguir su estela?
R. No tengo mucha idea. Yo vivo en Miami, pero trabajo en todo el mundo. España está asociada al flamenco y Turquía a los cantantes tradicionales turcos y en Japón, lo mismo. Uno lleva su música dentro y por eso puede llevársela a cualquier parte. En todos los lugares siempre hay algo que te sigue enseñando quién eres tú. Reconozco que lo que me tiró para Miami es que no quiero tener que volverme a poner un jersey de cuello alto nunca más en mi vida (aquí empieza a reírse como loca). Me fui huyendo del frío. Teniendo en cuenta que trabajo en casi todos los países del mundo, pensé que la música que se hiciera en Miami o en Pernambuco me parecería igual de maravillosa. Si hay un cachito para mí, me parecerá guay. No asocio los cantantes a los lugares ni la música a los lugares. La música es universal y mi misión es convertir eso en un hecho. La música no está aquí para separarnos sino para todo lo contrario. La música china no es para los chinos. La música es para todos.

P. En la entrevista que ofreció a EL PAÍS SEMANAL en 2006 confesó que vivía en un trío con una mujer, un hombre y su propio hijo... ¿Tal vez decidió irse de esta España que cada día está un poco más carca?
R. Siempre siento miedo de venir hacia Madrid. Cada vez que piso esta ciudad y este país magnífico siento la puñetera tentación de no volver a coger un avión para marcharme. Estoy enamorada de España. Creo que España es un país que ha podido superar cosas mucho peores que esto que está ocurriendo. Y lo va a hacer con la elegancia que siempre le ha caracterizado. No creo que esto nos vaya a hundir ni a echar hacia ninguna parte.


P. ¿Qué cree que necesita España?
R. Creo que debemos reconocer lo que se ha hecho bien en lugar de apoyarnos en lo que se ha hecho mal. Potenciar al máximo lo que se ha hecho bien. La palabra culpa: ¡Fuera del diccionario! Ha de ser abandonada de todo código personal interno. La culpa es lo más absurdo del mundo. La culpa es para vagos. Lo que hay que hacer es reconstruir y con alegría. La culpa se la han inventado para intentar que nos hundamos. Lo que tienen que hacer España es un poquito de ejercicio de reflexión. Cada uno de nosotros como personas. Yo estaré fuera pero sigo pagando impuestos aquí porque quiero colaborar y quiero ayudar.

P. ¿A Miami se fue también con aquel esquema vital de trío del que hablábamos?
R. No. Me trasladé a Miami con el chiquitín. El papá está por Holanda y África realmente no sé donde está, pero esté donde esté, estará bien: es una mujer muy inteligente y muy bella.

P. ¿Así que la cosa no funcionó?
R. Sí funcionó. ¿Por qué tenemos que darle el toque de eternidad a todas las cosas?. Qué miedo le tenemos a los amores pasajeros, si son maravillosos y son los que nos han llevado hacia el siguiente y hacia el siguiente… Son los que nos mantienen vivos, con una nueva emoción cada día. Aquella es una relación de la que solo guardo buenos recuerdos. Estuve con dos personas impresionantes y maravillosas que tuvieron el valor tremendo de defender una idea y algo que a muchos les podría parecer mal. Pero lo hicimos de una manera tan bella que todo el entorno nos lo respetó. No tengo nada negativo que decir en esa experiencia.


P. Confiese. Seguro que lo de Miami no fue tanto por el frío...
R. La verdad es que el amor fue en cierta manera el vehículo que me trasladó hasta allí. Hizo su función, su maravillosa labor y también marchó.

P. ¿Qué le falta por hacer, por cantar?
R. Me falta por cantar de todo. Tengo 40 años. Todavía soy una gran promesa. Al fin este año voy a ver cumplidos dos de mis sueños de toda la vida: terminar mi disco de música dance electrónica y casarme conmigo misma, jurarme los votos a mi misma. Con una ceremonia estupenda voy a jurarme que en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza voy a respetarme y amarme y todas esas cosas que se dicen en estas ceremonias.

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