martes, 14 de febrero de 2012

JOYAS MUSICALES: MAVERICK SABRE


Maverick Sabre 'I Need' from Arianna Tomasettig on Vimeo.

Maverick Sabre: "Me motiva que me comparen con Amy Winehouse"
El cantante de 22 años, convertido en la nueva promesa blanca del soul británico. Lanza 'Lonely are the brave', su prometedor álbum de debut.
David Broc Barcelona 13 FEB 2012 - 14:11 CET
 
Parece el hermano pequeño del futbolista Wayne Rooney cuando Wayne Rooney aún no había descubierto los beneficios de los implantes capilares. Cara de pillo con buen fondo, pelo rapado, polo Fred Perry, zapatillas blancas y acento cerrado. El retrato robot de Maverick Sabre sería el de cualquier pimpollo británico de clase media con futuro incierto si no fuera por una salvedad: hace unos días publicaba un disco de debut, Lonely are the brave, que le ha reportado comparaciones efusivas con Amy Winehouse. Empeñada en llenar el vacío que ha dejado la desaparición de la cantante, la industria musical del Reino Unido busca desesperadamente una figura que pueda aspirar a ocupar su lugar. En esta carrera por encontrar sucedáneos, promesas, revelaciones o joyas ocultas, el nombre de Sabre, un chaval de 22 años nacido en Londres pero criado en Dublín y ahora de vuelta en su ciudad natal, se ha posicionado como uno de los candidatos favoritos de la ansiosa prensa inglesa.
Sin embargo, su puesta de largo guarda muchas más conexiones conceptuales y expresivas con Plan B, Professor Green, The Streets o Devlin que con la autora de Back to black. A él parece no importarle. “¿Cómo podría molestarme que me comparen con Amy Winehouse? Al contrario. Para mí es una gran motivación que me comparen con ella. Y no solo con ella, sino también con Plan B o The Streets, ya que los citas, porque todos ellos son artistas que me gustan y respeto enormemente”, nos comenta al otro lado del hilo telefónico.
Aunque Maverick insiste en que “Amy ha sido una gran influencia y sería absurdo negarla”, es inevitable entender sus creaciones como una actualización y revisión matizada de lo que pone en práctica Plan B: canciones con un hueso de folk-soul-pop revestidas con una producción hip hop. Y todo ello pensado para encajar sin problemas en el gusto del consumidor medio. “Es un buen amigo, y siempre me ha echado una mano, es una gran fuente de inspiración. Pero creo que nuestra evolución ha sido distinta y manejamos influencias diferentes en algunos aspectos”.
Pero admite sentirse más próximo a Mike Skinner, de The Streets, “porque lo hace todo muy sencillo, muy básico, y cuando escuchas sus discos no lo parece, eso tiene un mérito enorme, es uno de los tipos que más admiro”. En cualquier caso, de todos ellos ha tomado nota y ha absorbido lo necesario para que Lonely are the brave se convierta en un nuevo capítulo de la globalización sonora y comercial que afecta, para bien y para mal, a los sonidos urbanos británicos del momento.
En ese sentido, Sabre defiende el leitmotiv de su discurso: acercar al gran público una propuesta de calidad que conjugue referencias sonoras procedentes de la calle. Dice que escribe y graba canciones “con el objetivo de que la música pueda perdurar en el tiempo, que tenga un significado para la gente, y que no se convierta en otro producto más de usar y tirar. El éxito repentino que va y viene no me interesa, es artificial”, y por eso cuida al máximo los detalles de su propuesta, ya no solo en la producción –una suma de samples de discos de soul, ritmos resultones y arreglos con vocación pop–, sino también en las letras y en lo que intenta decir a través de ellas. “Nunca he acabado de entender a aquellos artistas que en sus letras no muestran preocupación alguna por lo que sucede en su comunidad, para mí es fundamental, me resultaría difícil componer sin tenerlo en cuenta”, comenta.
Un propósito que en el ámbito en el que siempre se ha movido, el del hip hop, no siempre se cumple. “Entiendo que tiene que haber canciones dedicadas a la fiesta, o al hecho de pasarlo bien en el club, y también dedicadas a lo que tienes y has conseguido, sea fama, celebridad, dinero o éxito, pero incluso en ese contexto creo que es necesario implicarse más y tomar conciencia de lo que está sucediendo en tu entorno, y es algo que echo de menos en algunos discos de rap, que parece que estén hablando de otro planeta”.
Aunque sus primeros pasos musicales los dio con 15 años en la desconocida escena hip hop de Dublín, aunque sigue considerándose “un fan del hip hop de los pies a la cabeza” y aunque en su estilo de producción queda muy patente la influencia del género –“mis productores favoritos son 9th Wonder y J Dilla”–, a Maverick Sabre no podemos conocerlo ni definirlo como un rapero que se ha pasado al soul, sino más bien como un cantante que en sus inicios flirteó con el rap y que ha ido picoteando de diversos afluentes en su proceso de maduración artística. “Gracias a mi padre descubrí el blues, el rock y el folk, y eso me cambió por completo, cambió mi mentalidad como músico, que por entonces estaba solo concentrada en un único estilo. El descubrimiento de toda esa música y el hecho de empezar a componer con una guitarra me han llevado al lugar en el que estoy ahora mismo”.
Y aunque su primera grabación, la mixtape The travelling man, de finales de 2010, también hacía incursiones en el dubstep o el grime, aunque de forma tímida y tangencial, lo cierto es que su planteamiento sonoro actual, el que podemos escuchar en Lonely are the brave, es más conciliador y convencional, se diría que en proceso de búsqueda de una fórmula que llegue al gran público respetando cierta entidad de su material de base. “El problema no es que el dubstep o el hip hop puedan convertirse en géneros muy comerciales y acaben llegando a mucha gente. A mí modo de ver el problema es que puedan perder su esencia. Me parece fantástico que podamos incorporar influencias de todos estos sonidos en canciones que pueden llegar a un público masivo, y que lo hagamos sin perderle en ningún momento el respeto a su verdadera esencia y personalidad. Y eso es lo que intento hacer.

Maverick Sabre - No one from Video Cubeone on Vimeo.

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