Los Madelman lo pueden todo
Incluso seguir con vida o
experimentar nuevas mutaciones. Hablamos con varios fans que mantienen viva la
llama madelmaniana.
http://elpais.com/elpais/2015/09/22/tentaciones/1442907278_535638.html
Con porte atlético, peinado
impecable, cutis perfecto y 17 centímetros (de altura), los Madelman podrían
ser el yerno perfecto de España: un modelo en el que reconocernos y al que
seguir. Sin embargo, los Madelman están de capa caída. Hace tiempo que dejaron
de fabricarse y los niños ya tienen otros juguetes (electrónicos o no) más
sofisticados con los que jugar. Aunque un puñado de irreductibles adultos
continúan empeñados en reivindicar los muñecos con los que jugaban en su
infancia. Porque, como decía su lema: "Los Madelman lo puede todo".
Uno de estos adultos es Jon Díez
de Ulzurrun, informático vasco de 39 años, que acaba de lanzar su Diario de los
Madelmanes (Txuflash Ediciones) una obra monumental (464 páginas) profusamente
ilustrada, que ha realizado con la inestimable ayuda de otros coleccionistas
donde trata de recopilar toda la información disponible sobre estos muñecos.
"Retomé la afición a los Madelman, con los que había jugado de niño, en el
año 2000", explica, "luego, en 2011 vi que se estaban lanzando libros
sobre Geyper Man, Scalextric o la muñeca Nancy y me animé. Tardé cinco años en
completar la obra". En la guía se da cuenta de las diferentes generaciones
de Madelman, hasta tres, de las series fabricadas en México, y de otra
parafernalia como anuncios en prensa, folletos y hasta curiosidades sobre las
fábricas de donde salían este ejército de plástico.
Aunque se podría pensar que
Madelman es un nombre inglés, en realidad tiene una raíz muy ibérica: viene de
Manufacturas Delgado (de ahí el Madel), la empresa que los fabricaba siguiendo
los diseños que aportaba otra: Exin, artífice de otros éxitos como Exin
Castillos o Super Cinexin. Inspirados por él éxito al otro lado del charco de
los G.I. Joe, comenzaron a fabricarlos entre 1968 y 1983, cuando los Madelman
dejaron de poderlo todo y perdieron el combate comercial contra adversarios
como los clics de Playmobil, más baratos y manejables (los Madelman eran un
juguete caro para la época). Eso sí, eran tan polifacéticos que se bandearían
bien en épocas como la nuestra en las que el paro campa a sus anchas: los había
militares, buzos, marineros, legionarios, piratas, esquimales, mineros o
astronautas, como se puede comprobar en otra obra pionera y de referencia
online y gratuita: la Enciclopedia Madelman de José María Padilla.
Padilla roza los 50 y es uno de
los mayores coleccionistas de Madelman de España. "Entre sueltos y con
caja tengo exactamente 178, lo sé porque tengo perfectamente clasificada la
colección. No tengo más porque mi intención no ha sido nunca acaparar sino
tener una pieza de cada uno", cuenta. Sus favoritos son los equipos
básicos de la primera etapa o generación, sobre todo el hombre rana y, en
segundo lugar, el super-equipo estación polar. ¿Porqué? "Bueno, por que
nunca se olvidan los regalos que te hicieron los Reyes Magos con cinco o seis
años", dice. Según cálculos del propio Padilla en España debe de haber
alrededor de 350 coleccionistas que valoran las piezas según tres escalas:
primero por su estado (roto, jugado, nuevo, incompleto, completo...), luego por
su condición (suelto o en caja) y por último por su grado de dificultad.
El tráfico de las piezas más
interesantes suele hacerse entre coleccionistas y pocas veces llega al mercado
abierto, véase Internet o ferias, según explica Padilla. Aunque no hay que
desesperar: a veces pueden aparecer cosas interesantes en un domicilio
particular o una vieja tienda de juguetes. "El juguete siempre ha sido
algo que se olvida con la llegada de la adolescencia y los padres desechan o
ceden a parientes más pequeños, con lo que no es fácil que un juguete usado
sobreviva muchos años. Las películas de Toy Story hacen un retrato perfecto de
esto y del coleccionismo especulativo", explica el enciclopedista.
Luego hay quien personaliza sus
Madelman, como es el caso José Torralba, ingeniero informático de 41
primaveras, que muestra sus piezas en el blog Jettcustom. Así
nacen Madelman nunca vistos, como un legionario romano de la guerras de Dacia,
un sargento de la caballería estadounidense o un soldado británico de la
Primera Guerra Mundial. "Mi afición está entre el coleccionismo puro y el
modelismo", dice, "esta tarea requiere documentación de diversas
fuentes para diseñar el atuendo de los muñecos y luego las técnicas manuales
necesarias y la utilización de diferentes materiales. Vaya, que hay que ser un
poco artista".
Torralba comenzó a enredar con
los Madelaman cuando tuvo hijos, por aquello de que conociesen los juguetes con
los que él mismo jugaba. "A ellos les hace gracia que su padre juegue con
muñecos, aunque tampoco los ven como juguetes, por el grado de realismo. Los
ven más bien como una obra de arte, una pequeña escultura, y no suelen cogerlos
para jugar", explica. ¿Eran mejores los Madelman para fomentar la
imaginación de la muchachada que los juguetes actuales? "Aunque ahora haya
algunos juguetes tecnológicos (que no todos: siguen los Playmobil, los Lego...)
los niños siguen jugando igual: nosotros veíamos una peli del oeste y luego la
reproducíamos con los Madelman. Ellos juegan a Angry Birds y luego reproducen
la partida con los muñecos de los Angry Birds", dice Torralba.
"Yo creo que los niños ahora
están más acostumbrados a que les cuenten toda la historia, a través de una
película y los muñecos de esa película o a través de videojuegos que sí, te
permiten andar por donde tu quieras, pero que al final te cuentan una sola
historia", opina Díez de Ulzurrun, "nosotros nos montábamos unas
películas que eran la pera limonera".
¿Si hoy hubiera nuevos Madelman,
qué Madelman serían? "En los fallidos intentos de reeditar el Madelman ya
se ha visto la tendencia: deportes extremos, profesiones con riesgo y aventura
y, sobre todo, lo que más funciona: personajes de película o de series.
Madelman era un aventurero anónimo, hoy gustan más los muñecos identificables
con un nombre y personalidad de la vida real o de la ficción. Una parte de la
desaparición de Madelman también se debió a este hecho", concluye Padilla.
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