jueves, 11 de diciembre de 2025

UN FUNERAL SURREALISTA

Misa de duelo ayer por la tarde, la cosa empezaba normal. Antes de anoche había dormido mal y poco, por lo que ayer, durante la jornada de trabajo, tuve que hacer maravillas para no quedarme dormido sobre la mesa del despacho. Tenía un almuerzo con un amigo y al llegar a casa sobre las 4 -sigo sin coche y uso la moto, aunque haga frío o llovizne, como ayer-, me senté un rato en el sillón de mi casi desmantelado cuarto y me quedé redormido, que dirían en Argentina. Horita y media de sueño reparador, cuñado y hermana en casa, movimiento de cajas a trasladar, discusión y tiempo de funeral. Salgo de casa, paseo hasta la iglesia del Pilar, sin prisa, adonde llego pasados unos minutos y me encuentro a un compañero de trabajo.
La misa se celebraba por el fallecimiento del padre de una compañera con la que trabajo codo con codo cada año rehabilitando viviendas para las personas más desfavorecidas. Al alma de este señor se sumaba la de una tal Amelia y las almas del purgatorio (pobre gente, pensé, esta del purgatorio). 
Decía que allí me encuentro a un compañero que me anuncia: hay que esperar un rato, están rezando el rosario. Ah, bien, esperamos aquí fuera, aún quedan diez minutos. Dicho y hecho, nos pusimos a hablar en la escalinata mientras iba llegando gente, todavía desconocidos. Conversación británica, o sea qué buena noche hace, no llega el frío y esas superficialidades, hasta que mi amigo me suelta:
 
> Te vas finalmente del Ayuntamiento?
> Sí, pedí la excedencia ya hace casi dos meses.
> ¿Y no has vuelto a hablar de esto con los políticos?
> No, nunca me han comentado nada de mi decisión.
> ¿Y tú qué quieres?
¿Y tú qué quieres? ¡vaya una pregunta! Pensé. 
> ¿Que qué quiero, me dices? Nada, no quiero nada. He llegado al límite, no hay que darle más vueltas.
> ¿Seguro que no quieres nada que haga que te haga recapacitar? ¿Has hablado con...?
> No, no quiero nada, ya he "pedido ayuda" presentando cinco escritos estos dos últimos años y nunca me han contestado, de manera que ya está todo el pescado vendido. Y no, tampoco he hablado con..., mi puerta del despacho está siempre abierta y nunca ha venido nadie a hablar conmigo de este asunto.
 
Saved by the bell, que hubieran dicho en América; empezaron a llegar más compañeros de trabajo y la conversación terminó en ese momento. Pero ya era demasiado tarde y no se me iba de la cabeza la pregunta ¿y tú qué quieres? Ya no saben qué hacer, pensé, ahora me mandan amigos para sondearme, simples espías. Igual me estoy volviendo paranoico.
 
Empezó la misa, nada novedosa. El cura hablaba sin pausa, un grupo de personas con pañuelos azules y crucifijos vendían rosarios en una mesita de la entrada (grupo que resultó ser el de Los Kikos), comunión, despedida y cierre. Mientras escuchaba al cura y lo veía durante la consagración, rezando padrenuestro, etc.,  no se me quitaban de la cabeza las imágenes del obispo de no-sé-dónde al que habían defenestrado por tener las manos y algo más, un poco largas con los niños. Me lo imaginaba dando misa, comulgando como un campeón y  babeando por la sesión mogaguilla que llegaría en la sacristía después. Esta mañana, olvidadas aquellas imágenes gracias a dios, y nunca mejor dicho, me encuentro en el periódico con la enésima noticia de un cura con furor pederasta, esta vez uno del Opus. Sin comentarios. 
Lo dejo aquí, no quiero que me achaquen obsesión alguna.
 
 
John Williams, "Home Alone" (BSO),
*Carol of the Bells.

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