miércoles, 27 de agosto de 2025

DE IMBÉCILES Y HOMBRES


Se podría escribir hoy una nueva versión de Of mice and men (De ratones y hombres) con todo el material disponible. 
Steinbeck la tituló originalmente Something That Happened (refiriéndose a los eventos del libro como "algo que sucedió", porque nadie puede ser realmente culpado por la tragedia que se desarrolla en la historia). Sin embargo, cambió el título después de leer el poema de Robert Burns (1785) To a Mouse.​ El poema de Burns habla del pesar que siente el narrador por haber destruido el hogar de un ratón mientras araba su campo.
The best-laid schemes o’ mice an’ men / Gang oft agley, / An’ lea’e us nought but grief an’ pain, / For promis’d joy.

Los mejores planes de ratones y hombres / se desvían a menudo / y no nos dejan más que pena y dolor, / por la alegría prometida. 
Los finales años 30 del siglo pasado quedan muy lejos, pero ¿alguien duda que atravesamos una época similar?  Miedo da la deriva de unos y de otros, los vaivenes de la economía, el precio de la vida en tantos países, la total falta de educación y de respeto por los demás, la velocidad del impero el "ya".
El escritor, que vivía triste e indignado por las condiciones de las víctimas de la Gran Depresión, fue muy polémico y transgresor en su época, retratando también en The grapes of wrath (Las uvas de la ira) la década de los años 30 en Estados Unidos. Un ejemplo, éste, de cómo la buena literatura no tiene edad.
 
Volviendo a la recurrente mala educación, a la que odio tanto o más que a las redes sociales y el mal uso del móvil, ¿dónde ha quedado aquello de "habla bajito" que te decían tus padres cuando estabas en medio de gente desconocida? Estoy sentado en el avión grande de BINTER, en el que se embarca siempre un buen rato antes, y tengo que enterarme de las conversaciones privadas de la gente, algunas de trabajo (una petarda emporedada hablando de no-sé-qué reunión) y otras familiares… Es insoportable. Ya no sólo es la horrible música de los coches sino ahora también la vida de los demás. Encima, el uso de los auriculares inalámbricos hacen que todos parezcan unos payasos, hablando y moviendo las manos sin que se sepa con quién lo hacen o a quién le están dando la chapa sin pudor alguno. Si tuviera tiempo e interés, que de lo primero poco y nada de lo segundo, iría transcribiendo las conversaciones que escucho tan a menudo en los aeropuertos, aviones, trenes...
La discreción ha muerto, ¡viva la pornografía!
Fleetwood Mac, *Go your own way. 
Nuevo elogio del imbécil’, cínico alegato sobre la extinción de la inteligencia
El italiano Pino Aprile amplía su famosa tesis sobre la ventaja evolutiva de la estupidez para mantener el sistema lejos del impacto de las mentes libres, creativas, disruptivas y disonantes.
Jordi Gracia, 25.08.2025
https://elpais.com/babelia/2025-08-25/nuevo-elogio-del-imbecil-cinico-alegato-sobre-la-extincion-de-la-inteligencia.html

Ya tardaba el ensayo que por fin pusiera negro sobre blanco lo que todos intuimos con la boca pequeña y un teatrillo ficticio de humildad desolada: la inteligencia en el mundo da muestras cada vez más flagrantes de estar abocada a la extinción. Es la tesis central de este librito maravilloso, solo que no puede decirse exactamente así, porque practica la vieja tradición del diálogo renacentista adaptado a nuestro tiempo, es decir, pasado por la genialidad contorsionista e irónica (que aquí también disfrutamos tiempo ha) de un Indro Montanelli, un Umberto Eco o un —el auténtico referente— Carlo M. Cipolla, autor de una obra maestra absoluta que, en buena lógica, se lee cada vez menos dada la incalculable velocidad a la que se destruye la inteligencia en las sociedades contemporáneas: Allegro ma non troppo. Las leyes fundamentales de la estupidez humana. Por supuesto, la mejor de esas leyes es irrebatible: el estúpido no solo toma decisiones que hacen daño a los demás, sino también a sí mismo.

Ahí se instala sin decirlo este ensayo cuajado de buen humor e inteligencia coloquial (y una vaga impregnación muda de Schopenhauer y su pesimismo de víscera). La organización de las sociedades modernas está destinada a reducir la capacidad de impacto de las inteligencias libres, creativas, disruptivas y disonantes porque si prosperasen, si triunfasen o incluso si lograsen algún tipo de cargo de dirección arruinarían el tinglado entero y acabarían con la más mínima posibilidad de perpetuación de la estructura pensada para perpetuarse, sea la empresa, sea la Administración burocrática, sea un gigante editorial (el autor trabajó en uno, y la anécdota que cuenta es tremenda porque la ha vivido cualquiera a su propia escala) o un gigante mediático. Da igual: la humanidad desarrolló durante millones de años la inteligencia capaz de hacerla sobrevivir y ahora es ya innecesaria porque todo funciona solo y una inteligencia extraña a la perpetuación del sistema solo serviría para neutralizar su bovina y pacífica continuidad.

La ligereza del texto, el uso del cinismo irónico y virtuoso, la naturalidad de las dudas (falsas) sobre la certeza de su propia hipótesis discurren al hilo de una conversación (falsa) con un profesor alemán, pero arranca de un fenomenal encuentro (que debe de ser lo único veraz del libro) con el inventor de la etología, Konrad Lorenz. Para ser exactos, el periodista Pino Aprile lo fue a buscar a su refugio para contarle la idea y ese es el arranque de la reflexión sobre las leyes de la triunfal imbecilidad humana para exponer detenidamente sus tesis sobre el fin de la inteligencia (también a través de infalibles leyes, por supuesto).

No hace falta que este librito sustituya al de Cipolla: simplemente es otra conquista risueña de la inteligencia humana sobre la estupidez general. Y eso que a las redes sociales les dedica solo el último folio y medio: le bastaba con haber vivido y escrito el ensayo bajo el imperio de la televisión de Berlusconi. Se preguntaba entonces si estábamos en punto muerto solo o ya en pleno declive. Según sus leyes inconcusas, el vértigo de la aceleración digital tiene la respuesta (juas: eso no lo dice él, lo digo yo).

“Nuevo elogio del imbécil”. Pino Aprile. ¿Tiene la inteligencia los días contados? Un ensayo sugestivo y lleno de humor que reflexiona sobre el imparable (y no siempre trágico) ascenso de la necedad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Impresionante, José. Estás al nivel (azo) de poder hablar de Steinbeck alejándote creatívamente de los tópicos
Lo de los ratones, para desgracia de todo y de todos, es algo que no afecta a mucha gente. Y así estamos
Un abrazo
Fernando

jctraveller dijo...

¡Cómo no estar preocupado por el devenir de la humanidad!