jueves, 16 de mayo de 2024

EL BUCLE

Asistí ayer a tres reuniones, dos duras, una agradable y resolutiva con final inesperado.
Las dos primeras, ambas sobre el mismo tema y en diferentes escenarios -la primera preparaba la segunda-, se convirtieron un un bucle irresoluble por distintas causas que, por absurdas, ni repetiré. 
¿Quieres que repita las barbaridades que he escuchado en esta oficina? pregunté. No, me contesté a mi mismo, me daría vergüenza ajena verbalizarlas.
Para no convertir mi despacho en el camarote de los Hermanos Marx la segunda reunión tuvo lugar en la Sala de Juntas del Ayuntamiento, fue corta y esperemos que haya servido para terminar con el problema.
Tras esto nos volvimos a ver en mi despacho, en esta ocasión con diferentes interlocutores, para, una vez encontrada la solución más sencilla basada en el sentido común, ¡qué gran sentido!, todos felices, escuchar: ¡vamos a prohibir el teletrabajo! Qué tendrá que ver el teletrabajo con lo que hablamos, pensé, y ante lo que pudo ser un arrebato yo ni mú, para qué, no vale la pena. 
El teletrabajo es la situación palpable de cómo pagan justos por pecadores; los políticos ven esta situación como si el control de los trabajadores, nosotros, se les fuera de las manos, y no hay nada peor que el sentimiento de la pérdida de poder. El que no trabaja en la oficina menos lo hará en su casa, en esto estamos de acuerdo, pero ¿y el que trabaja? en casa, sin distracción alguna, ni teléfono, ni atención al público ni el consabido hazmeestoconurgenciaporqueseacabaelmundo, es absolutamente más productivo. ¿cómo solucionar el hecho evidente de que muchos en casa se dedican a mirar al infinito, que no en un junco, pues prohibiendo el teletrabajo. Muerto el perro se acabó la rabia. La pelota es mía y aquí no juega nadie.
La ecuación, esta vez, es tan sencilla que hasta temo escribirla. ¿No se puede teletrabajar? Pues 2+2=4. Tic tac, tic, tac.

Terminó la mañana con un almuerzo de trabajo/ amistad con un matrimonio encantador que arregló lo anterior con creces y del que, ojalá, puede salir un proyecto bonito, precioso me atrevería a decir. Un arroz negro y, tras él, a casa a descansar como los enanitos de Blanca Nieves. ♫ Ay ho, ay ho ♪
Anoche, por cierto, dormí algo mejor. 

No hay comentarios: