Debemos estar avergonzados por lo que ha pasado. No sólo el país se va a la mierda, hay más paro que nunca, el Gobierno campa a sus anchas y hace lo que le da la gana devolviéndonos a la Edad Media en lo que a derechos se refiere, mientras el Rey, el nuestro, el de todos los españoles, el que pasea por Palma como un españolito más, el campechano... se va a Bostwana a matar elefantes, ¿qué le habrán hecho estos animales tan rápidos, ágiles y famosos por su capacidad de camuflaje, a los que debe ser muy difícil disparar?. Ahora los más serviles hablarán de la afición heredada del rey por la caza, de estos cotos de caza que ayudan a los países pobres y toda esa ristra de majaderías que, además, no son ni verdad ni justifican la barbaridad de matar a un animal a sangre fría, que no se puede defender, que no va a mitigar el hambre de nadie y encima por puro placer. ¿Serán los que practican la caza mayor unos sádicos? (parafilia consistente en una forma de obtener excitación y placer sexual causando dolor o humillación a otro (mujer, varón, niño o animal).
¿Habrá perido el Rey el contacto con la realidad? No sólo no me cabe en la cabeza que se vaya al quinto pino a matar, sino que se deje fotografiar y que no se le caiga la cara de vergüenza. Ahora, si no se hubiera caído durante el safari, ¿nos habríamos enterado de este viaje? Al menos al pobre elefante no lo habrían eorrachado antes como a aquel desdichado oso en Bulgaria, por lo que espero haya tenido tiempo y luicidez de mirarl a los ojos del cazador y maldecirlo. ¿Qué placer dará matar a un animal indefenso?
Si algo tiene de bueno lo que ha pasado, sin contar al elefante o a los pobres que hayan muerto a manos de esta troupe de sádicos -dicen que llevaba 4 días cazando- es que las noticias vuelan, son imparables, y la sociedad no es boba y juzga. Hoy periódicos como EL MUNDO o EL PAÍS sacan en portada las correrías reales en Bostwana. El ABC, como no podía ser de otra forma, sigue tan servil como siempre metiéndonos por los ojos esta infame monarquía no sea que pensemos y podamos desviarnos del camino. Espero que esto traiga cola y que los periodistas, escritores y proceres de nuestra sociedad, loq eu tienen acceso a los medios de comunicación, critiquen este hecho como se merece. Ya hay algunas muestras de ello.
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Lara dice que el Rey "está demostrando una falta de respeto a muchos españoles"
El líder de Izquierda Unida critica al monarca y afirma: "La Casa Real se está convirtiendo en un problema de seguridad para la propia Casa Real". IU pide en un vídeo la III República.
Agencias MADRID 14 ABR 2012 - 17:58 CET
Agencias MADRID 14 ABR 2012 - 17:58 CET
El coordinador federal de Izquierda Unida, Cayo Lara, ha asegurado que el Rey "está demostrando una falta de ética y respeto a mucha gente en este país que esta sufriendo mucho", tras conocerse que el monarca ha tenido que ser operado de una rotura en la cadera debido a una caída accidental mientras se encontraba en un viaje de caza en Botsuana. Lara ha afirmado que "la Casa Real se está convirtiendo en un problema de seguridad para la propia Casa Real" y para la propia Jefatura del Estado, "a juzgar", ha indicado, "por los últimos acontecimientos que se vienen produciendo". Según el coordinador federal de IU, "no se puede decir que al Jefe del Estado le quite el sueño" que miles de jóvenes estén en paro en España, ya que decide "marcharse a un país africano a matar elefantes". Lara ha hecho estas declaraciones durante la celebración en el madrileño barrio de Vallecas, de la tradicional paella republicana organizada por el Ateneo Republicano de Vallecas (ARVA).
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Un destino habitual para la caza mayor
La caza de elefantes, regulada con pagos de hasta 20.000 euros. España es de los países que más trofeos de grandes especies importa de África. El Rey, operado de una cadera tras caerse en un viaje de caza a Botsuana.
Rafael Méndez / Álvaro de Cózar Madrid 15 ABR 2012 - 07:09 CET
Junto con Sudáfrica, Namibia y Zimbabue, Botsuana es uno de los países africanos que no ha prohibido la caza de elefantes. Esta actividad es una fuente de ingresos para el país y está regulada por las autoridades. En África hay cupos para cazar paquidermos, previo pago de “entre 7.000 y 20.000 euros” por ejemplar, como explica Andrés Gutiérrez Lara, presidente de la Federación Española de Caza: “El problema es la caza furtiva, pero la gestión cinegética es una fuente de ingresos en los parques nacionales de África y se caza de todo con permiso”. “Suelen invitar a personas importantes porque atraen el turismo”, añade.
Al coste de hasta 20.000 euros por trofeo hay que sumarle los gastos del viaje y de estancia. Algunas empresas españolas ofrecen safaris de 15 días para cazar elefantes por una cantidad que oscila entre los 50.000 y 60.000 dólares, (entre 37.000 y 45.000 euros) según la zona donde se practique la caza. En algunas ocasiones se ofrece el reembolso de unos 10.000 dólares si no se abate ningún elefante.
El rey Juan Carlos ha utilizado los servicios de este tipo de empresas en otras ocasiones. Ayer por la mañana se podían ver fotos del monarca con los trofeos de algunas cacerías en la web de la compañía Rann Safaris. La página fue cerrada a mediodía.
En 2010, España importó legalmente desde Botsuana siete pieles de elefante, dos trofeos y dos pares de colmillos, según el Convenio Cites, que regula el comercio de especies protegidas. España es de los países que más trofeos de grandes especies importa de África. En 2009, fueron 1.608 trofeos de caza los que pasaron por el control del Cites. La mayoría proceden de África, aunque también del Este de Europa. En 2004, la cifra fue prácticamente la mitad: 899.
La caza legal en Botsuana ha de practicarse siempre bajo la supervisión de un cazador profesional. En el grupo suele viajar además un gendarme del país, que garantiza que se cumplan las normas y que se cobren las tasas estipuladas por matar cada pieza. La Botsuana Wildlife Management Association, una organización que promueve la conservación de la vida salvaje, señala una serie de reglas de obligado cumplimiento para los cazadores. No se pueden cazar, por ejemplo, hembras o animales que están siendo objeto de investigación. Si los cazadores disparan a un animal y lo dejan malherido deben seguirle hasta darle muerte y evitar así el sufrimiento.
Según la ONG WWF-Adena, los elefantes están amenazados en muchas partes de África por la caza furtiva y la pérdida de hábitat. En muchos lugares se augura la extinción en 50 años si no se implantan más medidas de conservación. El rey Juan Carlos es presidente de honor de esta ONG, cuyos responsables prefirieron no opinar ayer sobre el asunto.
El problema es la caza de los elefantes para conseguir sus colmillos, muy valorados en Asia para la medicina tradicional china. Según la ONG Traffic, en 2011 se confiscaron en el mundo 23 toneladas de colmillos de elefante, una cantidad que equivale, al menos, a 2.500 paquidermos muertos. El caso más reciente es el de Camerún, donde en febrero una milicia procedente de Chad acabó con 450 elefantes en solo unas semanas para llevarse los colmillos. La presión de la UE y EE UU obligó al Gobierno de Camerún a mandar al Ejército a la zona.
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Vídeo del coto de caza donde el Rey mata elefantes en Bostwana: Rann Safari (contiene imágenes de cacerías).
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¿Y si no se hubiera caído?
Por: Antoni Gutiérrez-Rubí
El rey Juan Carlos ha perdido el contacto con la realidad. O al menos, eso parece. Solo una profunda desorientación y desconexión con la sociedad a la que debe servir, explicaría –y mal- que le parezca bien ir a cazar elefantes. El viaje es totalmente inadecuado, impropio e injustificado.
Inadecuado, porque España está en uno de los momentos más críticos de su reputación internacional. El viaje del monarca, para darse un capricho inoportuno, no contribuye a la imagen de moderación, esfuerzo y sacrificio que debemos dar en nuestra pelea reputacional con los mercados y las instituciones comunitarias.
Impropio, porque el monarca no puede, ni debe, ignorar que cazar elefantes por placer es obsceno y hiere, profundamente, millones de sensibilidades. Tiene todos los componentes para resultar despreciable. Además, la puesta en escena de una cacería preparada para el goce, alimenta todas las imágenes perversas de la opulencia y el poder.
Injustificado, porque no hay ninguna razón para hacer este viaje, a su edad, con sus condiciones físicas, para practicar la caza, y de elefantes. Ninguna explicación hace incomprensible tal cúmulo de errores imprudentes e innecesarios.
Pero la pregunta clave es: ¿Y si no se hubiera caído? Pues no lo sabríamos ya que la Casa Real no informa de las actividades privadas del rey. Es muy discutible que, en pleno siglo XXI, podamos considerar como privado un viaje de estas características, pero lo realmente alarmante es descubrir que nadie se lo impidió.
¿Cómo es posible que nadie viera el peligro físico, estético y ético de esta aventurilla? La Casa Real no está para satisfacer los caprichos de su inquilino, sino para servir al Jefe del Estado. Y actuar, siempre, en consecuencia con esta alta responsabilidad. Y ¿quién más lo sabía? ¿El Príncipe? ¿Nadie le desaconsejó tal despropósito? ¿En qué mundo viven?
La acumulación de errores de la monarquía en los últimos años es propia de una institución que ya no entiende su misión en la sociedad. Es difícil servir a una comunidad con la que ya no te identificas, no comprendes y no atiendes. La insensibilidad es el primer paso para la ruptura. No es que la sociedad española se aleje de la monarquía, es al revés. Además, cuando se pierde el pudor, como es el caso de esta cacería impúdica, ya no es posible la dignidad. Y el rubor no la restaura.
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Animales sagrados
Manuel Jabois
La ambición de Valle Inclán era pasearse por la Castellana subido a un elefante en una litera dorada con el dinero de la Sonata de Primavera, que apenas le dio para llegar al otoño. Valle creía en los elefantes ("Tú, que a mi musa decadente / brindas la torre de marfil"), y visualizaba en ellos el mismo esplendor que Alejandro Magno, que los cubría de alforjas y brocados para conquistar el mundo a su atronante paso. El elefante sigue siendo hoy sueño de reyes pero como inane objeto de caza, un objetivo a destruir acercándose a pocos pasos y descargarle plomo entre los ojos para verlo doblarse sobre sí mismo y llevarse los colmillos a casa en jet privado. Kapuscinski relata su muerte sagrada acercándose al lago a beber en su último aliento; tras quedarse sin fuerzas para elevar la trompa se mete entre las aguas, entierra sus patas en el cenagal y va hundiéndose lentamente hasta desaparecer.
Durante años España ha tenido la monarquía dentro del salón como un elefante sabiendo que lo peor que le podía pasar es que alguien reparase en ella. Esa paz folclórica ha estallado por los aires con disparos a todas horas efectuados desde dentro, como en una boda de paquistaníes. Dentro de lo natural el vicio de las escopetas no es el peor, pues se trata de una actividad conforme a la aristocracia y de la cual José Luis de Vilallonga, al que tanto echamos de menos en esta belle epoque, estaría orgulloso. Vilallonga era un aristócrata como Dios manda al que su padre llevó a desvirgar con una mujer "única en el mundo" que resultó ser una puta sin piernas sentada en la cama al lado de un trapecio. El fino escritor cuenta en sus memorias algo que viene muy al caso, pues cuando empezó de joven a acudir a bailes de sociedad para ligar con jovencitas se cruzaba siempre con el urólogo de cabecera de la familia, que al verlo gritaba: "¡Joven Vilallonga, no olvide usted que tarde o temprano le meteré un dedo por el culo!".
Vilallonga aprendió de este modo tan sutil que hay destinos inexorables que afectan a lo más sagrado; o sea que nada es para siempre, de ahí la grandeza de la monarquía, cuya esencia es lo eterno -la continuidad dinástica-, en un país lleno de urólogos. Los ingleses sobrevivieron a un príncipe que quería convertirse en támpax para colarse en la cueva de Alí Baba de Camilla Parker-Bowles, un escapismo más extravagante que el de Enrique VIII, que se limitó a abdicar. A los Borbón sin embargo se les está escapando el gatillo a lo tonto en un momento en que el país exige silencio, concentrado en leer periódicos para buscar culpables, y un elefante en una habitación pasa inadvertido hasta que empieza a saltar.
La Familia Real, que es un contexto histórico, poco a poco se va descontextualizando sola y casi difuminándose a lo lejos en una montañita de chascarrillos. Disparar gigantes en Botsuana es llevar a otra clase social matar ratas en alcantarillas. Era el vicio del Django Reinhard de Woody Allen, que asediaba roedores con un revólver mientras se enamoraba de una muda, y siempre ha sido el del Rey de España, al que los empresarios en lugar de regalarle un yate deberían haberle regalado un ecosistema. Es razonable que un rey quiera hacer cosas de reyes, pues la monarquía lo es con todas sus consecuencias, pero tras estar cuatro días ilocalizable y volver a casa con la cadera fracturada como si hubiera salido a cazar con las manos al Rey no hay que montarle un debate sino reñirle. Estados Unidos no dejó a Hemingway ir a cubrir Normandía por considerarlo patrimonio de todos los ciudadanos y España debería decirle a su jefe de Estado que si quiere emociones fuertes presida un Consejo de Ministros, que es un safari al revés, y ceda el rifle en herencia. Vienen nuevos valores detrás pisando, es un decir, fuerte.
En lugar de abdicar el monarca ha elegido desmontarse como Mr Potato, levantando la ira de republicanos que, como dice Hughes, se preocupan por la salud del rey para poder matarlo a referéndums. Quizás, en un alarde modernista, la corona busca fuerzas para levantar la trompa y abrevar del lago a medida que se mete dentro hasta llegar a ese punto de no retorno en el que los elefantes y los reyes, animales sagrados ambos, encuentran la muerte para poder seguir viviendo.
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