Esta semana que se acaba ha sido muy dura, sobre todo porque Juan, mi socio y amigo, falleció el martes pasado dejándonos a todos un gran vacío. Dos días de lleno sumergido entre hospital, esquelas, tanatorio... que van dando paso a la aceptación de la realidad y de la nueva vida que continúa. No he tenido oportunidad de volver al estudio, pero me temo que será duro sentarme en mi mesa viendo la de él sin ocupar.
Por otro lado las motobombas de mi casa siguen pendientes de funcionar, aunque esperamos que, entre hoy y mañana, se resuelva este pequeño contratiempo. Mientras le hemos dado un repaso al jardín, después de un mes sin tocarlo, y el césped poco a poco vuelve a recuperar su buen aspecto. Mis perras, como siempre, felices.
Ahora me voy a la ducha.
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