El oso polar existe desde hace 600.000 años
Los análisis genéticos de este animal adaptado a las condiciones extremas árticas indican que es cinco veces más antiguo de lo que se creía.
A.R. 19 ABR 2012 - 20:11 CET
El oso polar se separó evolutivamente del linaje de los osos pardos hace unos 600.00 años, lo que indica que esta especie especializada para vivir en las condiciones extremas del frío Ártico es cinco veces más antigua de lo que se había estimado antes. Unos investigadores lo han descubierto haciendo nuevos análisis genéticos de esa fiera de los hielos septentrionales del planeta. El hallazgo significa que el oso polar tuvo más tiempo para adaptarse al particular entorno helado que habita.
Se habían hecho ya de estudios genéticos del oso polar (Ursus marítimus), pero del ADN de la mitocondria, un orgánulo de la célula exterior al núcleo que se transmite de madres a crías y solo contiene una parte reducida del material genético. Como cada parte del genoma puede contar su parte de la historia del animal, el ADN mitocondrial ofrece resultados parciales, como leer solo unas cuantas páginas de un libro, explica la revista Science, donde se ha presentado la investigación. Según esas pocas páginas genéticas, el oso polar sería joven como especie, perteneciendo a un linaje escindido de sus primos los osos pardos hace entre 166.000 y 111.000 años. Habría experimentado por tanto, una rápida adaptación a las condiciones polares.
Frank Hailer (del Centro de Investigación de la Biodiversidad y el Clima, en Frankfurt, Alemania) y sus colegas querían comprobar si en el caso del oso blanco el ADN nuclear -el resto del libro- decía lo mismo que esas pocas páginas de la mitocondria, y el resultado es completamente diferente: tanto el oso polar como el oso pardo son mucho más antiguos como especie de lo que se creía. Ellos han comparado el ADN nuclear de 19 ejemplares de oso polar, 18 de oso pardo y 7 de oso negro (Ursus americanus), según informa el CSIC, que participa en esta investigación a través de la investigadora Jennifer Leonard (Estación Biológica de Doñana).
En la época del Pleistoceno en que se produjo esa divergencia evolutiva, el clima de la Tierra fue especialmente frío. Puede ser una pura coincidencia, dicen Hailer y sus colegas, o puede que aquellas condiciones climáticas tuvieran que ver con el origen evolutivo del oso polar.
Los investigadores advierten de que la actividad humana está acelerando el cambio climático en el planeta, que el Ártico puede alcanzar temperaturas especialmente altas más rápidamente que en épocas templadas anteriores. La adaptación del oso polar en el pasado debió ser un proceso lento y tal vez ahora no tenga tiempo suficiente para ajustarse a las condiciones determinadas por de temperaturas altas.
La creencia de que los osos polares habían evolucionado en tan solo entre 166.000 y 111.000 años suponía que dicha especie poseía una elevada capacidad adaptativa a las condiciones polares, explica el CSIC. Sin embargo, ahora, el hecho de que sea tan antiguo sugiere que podría ser una especie mucho más sensible a los posibles efectos del cambio climático. “Si perdiéramos al oso polar en nuestra era deberíamos preguntarnos hasta qué punto hemos dificultado su supervivencia, ya que fue claramente capaz de resistir otras épocas más cálidas en el pasado”, comenta Leonard.
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