El Parque del Titanic
Por Eduardo Suárez
El naufragio del 'Titanic' dejó una huella profunda en la ciudad de Nueva York. Pero en ningún sitio permanece tan viva como en este parquecito situado en la confluencia de las avenidas de West End y Broadway. Es un pequeño triángulo a la altura de la calle 106 dedicado a la memoria de un matrimonio de origen alemán que residía en el vecindario y que perdió la vida en la tragedia marítima más célebre del siglo XX.
Se llamaban Ida e Isidor Straus y eran la viva imagen del sueño americano. Habían llegado a Nueva York atraídos por la pujanza económica de la ciudad y prosperaron con un negocio de vajillas que Isidor y su hermano regentaban en una de las plantas de Macy's. Las ventas fueron tan bien que los Straus se mudaron a una de las mansiones del Upper West Side y se hicieron con la propiedad de los grandes almacenes en 1893.
Isidor se había criado en una localidad de Georgia donde sus padres regentaban una tienda de ultramarinos e intentó alistarse en el ejército confederado al explotar la Guerra de Secesión, pero los oficiales denegaron su solicitud porque tan sólo tenía 16 años.
Pronto encontró un empleo como administrativo que abandonó para mudarse a Nueva York. Allí ejerció como congresista demócrata durante 14 meses y fue uno de los filántropos más generosos de su tiempo. Pero ningún rasgo llamó tanto la atención de sus coetáneos como la devoción que sentía por su esposa Ida, a la que escribía todos los días cuando su trabajo le obligaba a pasar la noche en Washington o al otro lado del Atlántico.
Juntos cruzaron el océano en el invierno de 1912. En otras circunstancias habrían hecho el trayecto de vuelta en un barco alemán. Pero esta vez les pudo la curiosidad de embarcarse en el viaje inaugural del 'Titanic' en el puerto de Southampton. El destino quiso que no les acompañara su nieto Stuart, que se quedó en tierra y salvó la vida por un resfriado.
El impacto del iceberg les sorprendió juntos y ya no se separaron. A Isidor se le ofreció un sitio en uno de los botes salvavidas pero lo rechazó diciendo que aún quedaban mujeres y niños a bordo. Le cedió su sitio a su criada Ellen y animó a embarcar a su mujer pero ella prefirió quedarse. "No me separaré de mi esposo", cuentan que dijo Ida, "hemos vivido juntos y moriremos juntos".
Los últimos testimonios les sitúan recostados de la mano en dos tumbonas de cubierta antes de que una ola gigante se los llevara por delante. El cuerpo de Ida nunca apareció. El de Isidor está enterrado en el cementerio de Woodlawn: un recinto del Bronx donde están sepultados 12 víctimas del naufragio del 'Titanic'. El panteón imita una barcaza funeraria egipcia e incluye un versículo del Cantar de los Cantares: "Las aguas torrenciales no pueden apagar el amor ni los ríos anegarlo. Si alguien ofreciera toda su fortuna a cambio del amor, tan sólo conseguiría desprecio".
El jardín que recuerda a los Straus se inauguró en el tercer aniversario del naufragio gracias de las contribuciones de los neoyorquinos y lo preside una mujer de bronce esculpida por el artista Augustus Lukeman que es una alegoría de la memoria. En sus brazos reposaban ayer varios ramos de flores que los vecinos habían dejado recordando el centenario de la tragedia. Esta tarde la asociación de la manzana los ha convocado para celebrar una vigilia y plantar un puñado de árboles. Sonará la música del 'Titanic' y se encenderán velas junto a los tulipanes en honor al matrimonio Straus.
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