Conducir desde Santa Cruz hasta La Esperanza (con unos más que agradables 16°) a las 4:50am, atravesar la ciudad sin coche alguno y acabar subiendo la autopista tranquilamente, resulta una experiencia, cuando menos, novedosa. Adquirido el inteligente hábito de no encender la radio sino conectar SPOTIFY para evitar las noticias en bucle, me invitan a cantar insistentemente, cosa que declino pero escucho con gran interés y placer: ♫Pero si cantas, cantas, cantas, cantas, cantas, cantas... Porque el amor que traes no significará nada, me repiten ♪.
Como el homúnculo que soy, este martes con sabor a lunes empiezo la mañana ad usum repasando los expedientes más importantes que debo terminar antes de las vacaciones. El alcalde ya se encarga, sin que yo se lo pida, de recordarme alguno, de manera que será éste con el que empiece, o siga, cual hombre orquesta. Hoy, además, tengo programadas tres visitas de obra, que deberían ser cuatro pero serán tres porque vengo vestido únicamente con la ropa de Clark Ken.
Dormí algo mejor, por fin, no precisamente gracias a las dimensiones del sillón-cama sino de puro cansancio. El despertador sonó como siempre y la locomotora empezó sin música, porque no son horas, y sin café, pues ya me di cuenta ayer por la tarde de que la Nespresso es tanto una cafetera como la máquina del diablo por el ruido que hace, de manera que el primer café lo tomé en el bar jugándome el tipo -ya he contado que a esa hora la COPE hace de las suyas, como así fue-.
Feliz semana (comienzo de) a todos, incluso a Rubiales, que, como dirían los americanos, todos tienen derecho a una defensa justa.
♫
Travis, *Sing.
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