Personalmente yo sí, a pesar de ser alérgico. Hace años, cuando estaba estudiando, un otorrino me dijo que ser alérgico era como cortarse un miembro: jamás volvería a crecer pero había que aprender a vivir con ello. No sé si la comparación fue muy acertada, pero evidentemente yo he tenido que aprender a vivir con ella, qué remedio. También me dijo que huyera de las alfombras, de los libros y de los perros. Alfombras tengo pocas, pero alguna hay, libros muchos (me encanta leer y coleccionarlos) y perros... ya conocen a Augusta y Octavia. Para mi dormir con mis perras, esos dos grandes ovillos calentitos y peludos, es simplemente un placer. Lo demás es secundario.
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Los perros, al suelo
Mientras que alérgicos y
sibaritas de la higiene impiden que su mascota suba a camas y sofás, hay
quienes defienden compartir lecho. Ventajas e inconvenientes.
Pocas estampas resultan tan
tiernas y simpáticas como la de una persona con su animal sesteando
plácidamente en el sofá o la cama. No en balde, perros y gatos ayudan a médicos y psicólogos a llevar a
cabo terapia asistida para casos como el de niños autistas o ancianos con
problemas de movilidad o memoria. Nuestros amigos de cuatro patas favorecen
la relajación y aumentan nuestra sensación de bienestar. Pero, ¿dónde están los límites? ¿En
nuestras camas o sofás? Estos son algunos de los argumentos, a favor y en
contra, de compartir lecho con su mascota.
A favor: "Me siento feliz
compartiendo cama con él"
Cuando un perro o gato se
acurruca a nuestro lado en el sofá o en la cama, notamos su calor corporal,
respiración o ronroneo, en el caso del gato. Aumenta la relajación y nos invade
una sensación de bienestar. Te sientes acompañado y arropado. “Estos momentos
aportan felicidad y equilibrio emocional, y no alteran el comportamiento
normalizado y armónico del animal en casa”, explica Miguel Ibáñez, veterinario,
psiquiatra de animales y responsable de la Clínica
del Comportamiento Animal de la facultad de Veterinaria de la Universidad
Complutense de Madrid. Azahara Martín, que comparte lecho con su perro Hopper,
lo explica así: "Al principio de la noche sube a mis pies. Cuando le
molesto, baja a su cama. Y al amanecer, vuelve a la mía. Espera a que le diga
'buenos días' para saludarme. Antes nunca me despierta. Me encanta dormir con
él: es como un peluche".
A favor: "Nuestra relación
es más sólida"
El momento de relajo en el sofá o
en la cama invita a que la persona que tiene a su perro o gato al lado le pueda
acariciar. De esta forma, el animal percibe el cariño y protección de su dueño
y se estrechan los lazos de amistad entre ambos. "Además, el masajeo en el
lomo aportará al animal bienestar y le transmitirá confianza", subraya el
psiquiatra de animales Miguel Ibáñez. Esa sensación de cercanía y complicidad
es recíproca, tanto para el perro o gato, como para sus dueños, y ayuda a
sentar las bases para una convivencia fluida en casa entre animales y personas.
A favor: "Ayuda a que mi
hijo no tenga miedo por las noches"
Un perro o gato vacunado, sano y
limpio no es una fuente irremediable de enfermedades, ni siquiera para los
niños. Un animal resulta para ellos un compañero de juegos y alguien con quien
desarrollar su sentido de la responsabilidad y empatía, según el II Análisis científico sobre el vínculo entre personas, perros
y gatos de la Fundación Affinity. "Los niños que tienen miedo a la
oscuridad y se muestran reticentes a dormir solos tienen un aliado en su perro
o gato a la hora de enfrentarse a sus miedos, pues en su compañía se sienten
menos vulnerables", explica Jesús Esteban, psicólogo infantil, quien
recomienda la adopción de mascotas para el desarrollo personal de los pequeños.
En contra: "Estoy
consintiendo al animal, y cada vez se porta peor"
La permisividad con el perro para
subir a la cama o el sofá no es recomendable cuando este tiene ciertos
problemas de conducta, como “la agresividad competitiva por protección de
recursos, es decir, por no querer compartir espacio de descanso, juguetes o
comida”, explica Marco Villén, veterinario que trabaja en la especialidad de
etología clínica. Es estos casos, conviene marcar el límite al perro en cuanto
al espacio que se comparte, para frenar este tipo de comportamientos. “Pero sin
utilizar nunca el castigo físico, sino a través del refuerzo positivo, es
decir, con premios cuando el comportamiento es el adecuado”, añade Villén.
Según el mismo especialista, esto no ocurre con los felinos, a quienes, por su
apego al territorio, "hay que aceptar tal y como son y dejar que se
coloquen en el lugar de la casa que más les guste, porque, de otra manera, se
estresan y vuelven huidizos". ¿Pero y si me llena de pelos el sofá nuevo o
me pisotea durante el descanso nocturno? Cierre la puerta de la habitación a
donde no quiere que entre. "Conviene hacerlo desde el principio para
evitar malos entendidos, porque el gato es un animal territorial y curioso, al que
gusta tener acceso a toda la casa", aconseja Belén Montoya, veterinaria
especialista en medicina felina.
En contra: "Me da miedo que
me contagie alguna enfermedad"
Los pelos o las patas con barro
cuando un perro llega de la calle pueden dejar suciedad en el sofá y la cama.
Pero, además, la zoonosis o transmisión de enfermedades de animales a personas,
aunque no es habitual si la mascota está vacunada y desparasitada, puede existir. “Porque el perro
sale a la calle, se relaciona con otros animales, se puede revolcar por el
suelo, lame todo, incluidos los genitales, y luego te puede chupar a ti, con el
consiguiente riesgo de transmisión de bacterias o parásitos”, explica Luis
Quecedo, médico del Hospital Universitario La Princesa. Con los gatos, el
riesgo es menor. La manera de minimizarlo en ambos casos pasa, eso sí, por la desparasitación
interna y externa y la vacunación de los animales, como aconseja Manuel Lázaro,
veterinario y miembro de la dirección del Colegio Oficial de
Veterinarios de Madrid, que anuncia “No existe ningún estudio que demuestre
que la convivencia con mascotas en el hogar sea causa de una mayor incidencia
de infecciones de cualquier tipo”. Un estudio de la Universidad de Kansas, en
Estados Unidos, publicado en American Journal of Veterinary Research, añade que el
riesgo de contagio de enfermedad en aquellos que tienen perros es mayor si no
se lavan las manos después de acariciarlos que en los casos de compartir cama o
incluso dejarse lamer por ellos.
En contra: "Se mueve mucho.
Y no me deja dormir"
Un gato o un perro, sobre todo si
su tamaño es considerable (pastor alemán, mastín, bóxer), resta espacio y
movilidad en la cama, lo que puede reducir la calidad del sueño. Si esto
ocurre, los expertos recomiendan impedir que el animal suba a su lecho, pues un óptimo descanso nocturno es fundamental para su salud. La
alternativa está en construir un lugar propio para dormir a su mascota: existen
colchonetas específicas para canes y felinos muy cómodas, cuyo precio oscila
alrededor de los 15 euros.
En contra: "Tengo
alergia"
Las personas que desarrollan
alergias asociadas a los animales, tienen sensibilidad al denominado epitelio
(caspa o células muertas) que el perro o el gato generan a través de su piel.
Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), actualmente, entre
el 5 y el 10% de los individuos puede llegar a presentar alergia a epitelios de
animales; y un 30% de la población española ya la padece. “Cada vez es más
frecuente debido al aumento en el número de hogares con mascota”, explica el
doctor Javier Ruiz Hornillos, secretario del Comité de Alergia Infantil de la
SEAIC. Por supuesto, si hay un alérgico en la familia, debemos impedir la
entrada del animal a los lugares donde la persona desarrolla la mayor parte de
su actividad, así como mantener a la mascota lejos de cortinas, alfombras y
muebles tapizados, donde se acumulan los residuos que causan el malestar en el
enfermo. "Por cierto, un niño es más propenso a desarrollar alergia o asma
si tiene contacto frecuente con un animal doméstico", concluye el doctor
Ruiz.
La decisión de compartir cama o
sofá con el perro o el gato depende de la persona que convive con ellos. De
forma general, no está contraindicado para su salud. Pero si usted decide que
el animal no tenga acceso a estos lugares, hágalo desde el primer día. Con
coherencia, será más fácil educarlo.
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