Estuve esta tarde en el supermercado para avituallarme de verduras, productos de limpieza y comida para mis perritas, encontrándome en uno de los largos pasillos un mostrador repleto de monas, huevos y demás formas antropomórficas de chocolate. Seguí mi camino -intento no comprar chocolate porque me lo como- y al llegar a la caja había una pareja delante de mi con un conejo de chocolate, enorme, envuelto en un celofán con un lazo rojo. Mientras la pareja pagaba su compra y yo esperaba mi turno pensé ¡nos venden lo que quieren! No recuerdo yo nunca, salvo en algunas ocasiones especiales, que durante la Semana Santa nos preocupásemos de tener en nuestras casas toda esta parafernalia consumista, al menos en Canarias. Ahora los supermercados venden todo el merchandising pascual y nosotros lo compramos como algo de toda la vida. Empezó por Halloween, Papá Noel y seguirá con el baseball, si no tiempo al tiempo.
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