¿Son importantes las elecciones en Israel? Bajo mi punto de vista sí, y mucho. No olvidemos que Israel es el único estado democrático de la zona, aliado de occidente y de alguna manera la seguridad de que países como Irán no extiendan sus influencias por todo Oriente Medio. Muchas son las voces que opinan que Israel debería formar parte de la Unión Europea porque, aunque no esté físicamente en el continente, sí comparte con Europa sus raíces. Otro buen momento para desear la paz entre judíos y árabes.
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El giro nacionalista de Netanyahu
le otorga un sorpresivo triunfo electoral
El primer ministro israelí
negocia con varios partidos la formación del Gobierno.
JUAN
CARLOS SANZ Jerusalén 18
MAR 2015 - 21:34 CET
Israel se acostó el martes con la
incertidumbre de un empate electoral y se despertó este miércoles con la
sorpresa de una clara victoria del primer
ministro, Benjamín Netanyahu. El giro nacionalista dado por el
dirigente conservador en la recta final de la campaña le permitió anular la
ventaja del laborista Isaac Herzog en los sondeos
para derrotarle por un inapelable margen de 30 a 24 escaños, en un Parlamento
de 120 diputados.
Va camino de convertirse en el
primer ministro que más tiempo ha estado en el poder, superando a Ben
Gurion.
“La estrategia de drenar los
votos de otros partidos de la derecha más dura ha surtido efecto y le ha
proporcionado a Netanyahu una victoria a costa de la pérdida de representación
de sus aliados”, analizaba los resultados el exportavoz diplomático israelí
Yigal Palmor. Casa Judía, del ministro de Economía, Neftalí Bennet (ocho
escaños), e Israel, Nuestra Casa, del ministro de Asuntos Exteriores, el ultraderechista
Avigdor Liberman (seis), son formaciones que han salido
malparadas de los comicios.
Un análisis publicado por el
diario Haaretz consideraba este miércoles que
el Likud había canalizado en el último momento a su favor 200.000 sufragios
(sobre un censo de 5,8 millones) de electores que tenían previsto votar a
Bennett o a Liberman.
El mensaje de Netanyahu, la
víspera de las elecciones, en el que proclamaba que no permitirá la creación de un Estado palestino ni
el desmantelamiento de los asentamientos judíos de Cisjordania caló
inmediatamente entre los colonos y los votantes más extremistas. “Habrá que
esperar a conocer el programa del primer ministro para comprobar si se ha
tratado sólo de propaganda electoral o será una decisión que vinculará al nuevo
Gobierno”, advirtió Palmor.
El temor a que las promesas de
campaña puedan acabar enterrando la solución de los dos Estados al conflicto
palestino-israelí ha generado preocupación en Estados Unidos y en los países
miembros de la Unión Europea. El negociador palestino Saeb Erekat advirtió este
miércoles de que “el éxito de la campaña de Netanyahu se ha basado en la
negación de los derechos fundamentales del pueblo palestino”.
El líder del Likud se comprometió
tras cantar victoria a formar una nueva coalición de Gobierno en un plazo de
dos o tres semanas. Ha invitado a participar en las conversaciones a Bennet y a
Liberman, a los partidos religiosos ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la
Torá, que suman 13 escaños, y al centrista Moshe Kahlon, que con 10 diputados
ha irrumpido por primera vez con fuerza en la Knesset con un programa
reformista.
“Khalon, que ya fue ministro de
Netanyahu, quiere estar en el Gobierno y acabará apoyando al líder del Likud”,
precisa el profesor de Ciencia Política de la Universidad Hebrea de Jerusalén
Gideon Rahat. “No está tan claro que el exministro de Finanzas Yair Lapid [11
escaños], que propició el adelanto de las elecciones, vaya a ser invitado a
incorporarse al futuro Ejecutivo”, opina este analista electoral.
Rahat considera que la victoria
de Netanyahu ha sorprendido a todos, aunque la prohibición de publicar sondeos
en los últimos días de la campaña impidió verificar la evolución favorable de
la candidatura de Netanyahu tras su giro nacionalista.
Mientras el líder del Likud
comenzaba las consultas para forjar una coalición, el cabeza de lista de Unión
Sionista reconocía su derrota y daba por sentado que iba a ser el jefe de la
oposición en la nueva Knesset. El diario Haartez consideraba que
Isaac Herzog, satisfecho con las proyecciones de voto que le favorecían, no
supo reaccionar ante la maniobra final de Netanyahu en los caladeros de voto de
la extrema derecha y renunció a imitar esa estrategia entre los votantes de
centro.
El laborismo, no obstante, ha
obtenido con Herzog sus mejores resultados desde 1996, que se ha consolidado
como líder de la alternativa política a un centro derecha que lleva instalado
en el poder en Israel desde hace 14 años. El reverso de la moneda es el
hundimiento de Meretz, un partido de izquierda que contaba con 12 escaños hace
dos décadas y que en los últimos comicios sólo ha obtenido cuatro diputados,
justo en el límite de convertirse en fuerza extraparlamentaria.
A pesar de las tribulaciones de
una campaña de más de 100 días —jalonada por la polémica del discurso de
Netanyahu ante el Congreso de Estados Unidos, que tuvo una repercusión
doméstica contraproducente— el primer ministro del Likud ha logrado el objetivo
que se propuso cuando disolvió la Knesset en diciembre. Ahora podrá contar con
un Gobierno de centroderecha más homogéneo tras desembarazarse de ministros
centristas molestos como Lapid y Tzipi Livni, que en estos comicios acabó
aliándose con el laborismo.
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