Hasta la década de los 90, los parlamentarios suecos que se desplazaban hasta la capital para asistir a las sesiones, dormían en sofás en su propio gabinete del Parlamento. Posteriormente pusieron a su disposición unos apartamentos de 40 m2 con cocina y lavandería
comunitaria y sin ningún empleado. La consigna es clara: "Deje todo como lo encontró". Por supuesto, no tienen a su servicio empleados, asesores ni chóferes.
¿Se dan cuenta de la pequeña diferencia? ¿Quién ha dicho que los políticos deben ser una casta privilegiada? ¿Cómo nos hemos dejado engañar durante tantos años? ¿Qué país del mundo puede aguantar una lacra política como la espñola?
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