Muere Howard Tate, la joya oculta del soul
Por: Fernando Navarro
A pesar de ser un absoluto desconocido para el gran público, estaba cortado por el mismo patrón que los grandes del soul. Su voz pletórica, acompañada de elegantes arreglos, hacían saltar las emociones como si esa canción recién escuchada fuese lo más importante que a uno se le había cruzado por sus oídos en media vida. Fallecido el 2 de diciembre tras no superar una leucemia, Howard Tate era la joya oculta del soul.
Una joya que se dejó ver en contadas ocasiones en medio siglo de carrera artística, pero siempre lo hizo para brillar con luz propia. Tate destacó por ser un músico muy poco prolífico, que pasó más tiempo fuera que dentro del negocio, pero mantuvo las esencias de la mejor música afroamericana en casi cada trabajo que veía la luz.
Al igual que Otis Redding, nació en Macon, en el Estado de Georgia, aunque pronto se mudó a Filadelfia, donde entró en contacto con el gospel y el R&B a edad adolescente. Allí estuvo cantando en alguna banda de doo-wop pero fue, a mediados de los sesenta, cuando demostró su talento natural al asociarse con el productor Jerry Ragovoy, que coordinó sus trabajos en el sello Verve. Muerto este verano, Ragovoy, que pasó a la historia por estar a los mandos de grandes baladas junto a Rolling Stones o Janis Joplin, sabía apreciar el sentimiento de la música negra como pocos productores. Sacó lo mejor de Tate. En 1966, ambos dieron forma al inconmensurable Get I while you can, uno de los grandes discos perdidos de la historia del soul, rebosante de emociones en poderosos lentos, que situó al músico como un intérprete a la altura de Redding o Irma Thomas.
Maravillado con su estilo, el cantante Lloyd Price se lo llevó a su discográfica donde publicó Howard Tate's Reaction en 1969. El éxito no le acompañó pero rápidamente se convirtió en un artista de culto entre el público y sus compañeros de profesión. Su abrumadora balada Get I while you can ganó fama en la voz de Janis Joplin. No fue la única canción que adquirió más notoriedad en manos de otro: Jimi Hendrix, Ry Cooder o B. B. King, entre otros, hicieron versiones de sus composiciones.
Pero pasó al ostracismo. Consumido por el alcohol y las drogas desde finales de los setenta, se retiró de la música, llegando a ser una persona sin hogar para luego meterse a predicador con el fin de abandonar la senda de la autodestrucción. Muchos habrían asegurado que estaba muerto si no fuera porque en la última década halló la redención con un regreso triunfal, aunque poco publicitado. Amparado por Elvis Costello, publicó Rediscovered en 2003, seguido de un disco en directo y otro de versiones. Sin embargo, su obra maestra de la madurez, hoy convertida en un inolvidable testamento, fue Blue Day. A diferencia de la resurrección de otro maestro del soul como Solomon Burke con Don’t give up on me, su retorno al olimpo de la creación artística no causó ruido. Con su brillante estilo y su engatusadora voz, Tate quedaba como lo que siempre fue: un tesoro del soul a descubrir y no abandonar nunca.
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*Ain't nobody home
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