Chorizos indignados
CRISTÓBAL D. PEÑATE. Más sobre el autor
Es indignante que Urdangarin se indigne porque los demás estemos indignados por su comportamiento indigno. Lo que nos faltaba. La casa real lo aparta por su vida poco ejemplar y él, en vez de cogerla con su yerno, se enfada con nosotros.
Le parece indignante que los medios de comunicación lo traten como un simple chorizo cuando todos los indicios apuntan a que los años que lleva casado con la infanta Cristina los ha aprovechado para perpetrar impunemente algunas fechorías. Los delincuentes de cuello blanco de la aristocracia son los chorizos de la plebe.
‘No hay pan para tanto chorizo’, rezaba uno de los lemas de los indignados del 15-M. El embutido se refería a los políticos, que tanto se han alejado en los últimos tiempos de sus representados. ‘No nos representan’ era otro grito de guerra contra ellos.
No nos representa Camps, que ahora se sienta en el banquillo coincidiendo con la ascensión de Rajoy. Tampoco nos representan Matas en Baleares ni Zerolo en Canarias. Los políticos que han aprovechado el poder para enriquecerse impunemente no nos pueden representar nunca.
Cuando Urdangarín hablaba con los gobiernos valenciano o balear se aprovechaba de su condición de consorte de la infanta. Tan culpable era él como los políticos que se dejaban embaucar para lucrarse con el dinero de todos en una indecente orgía crematística.
Cuando ciertos empresarios obsequiaban con regalos a Zerolo antes de hacer negocios sucios en Las Teresitas no lo hacían porque fuera su amiguito del alma, como El Bigotes con Camps, sino porque era alcalde de Santa Cruz de Tenerife y les podía abrir las puertas al paraíso fiscal. La juez del caso Las Teresitas, que huela a demonios aunque no se pruebe el cochecho, le ha quitado esa imputación, pero el senador sigue imputado por prevaricación y malversación de caudales públicos, junto a otros implicados, cómplices, intermediarios y testaferros.
Todos estos políticos y el duque de Palma podrán defenderse como gato panza arriba y nadie discute su presunción de inocencia porque aún no han sido condenados. Pero lo que no pueden es confundir la responsabilidad penal con la política o la moral.
Camps, Matas, Zerolo o Urdangarín podrán ser absueltos por los tribunales, pero sus comportamientos personales son punibles política y moralmente. Aunque los jueces no encuentren pruebas fehacientes contra ellos, para el pueblo ya son unos chorizos indecentes y nauseabundos que no sirven ni para acompañar el pan.
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