Expulsado a un país que nunca pisó
David Mifumu, hijo de ecuatoguineana y nacido en España, se enfrenta a una deportación a Guinea. Ingresó en un centro de menores con nueve meses.
Txema Santana. Las Palmas de Gran Canaria 26 DIC 2011 - 23:00 CET
David Mifumu tiene sonrisa picarona y don de gentes, saluda y habla hasta con el apuntador. Nació hace 28 años en Las Palmas de Gran Canaria y en su partida de nacimiento dice que su madre es ecuatoguineana, y lo poco que sabe David de ella la relaciona con el dictador Francisco Macías. La parte del padre aparece en blanco. Después de dos sanciones, con ocho meses en prisión incluido, por menudear con hachís, ahora se enfrenta a una orden de expulsión a un país que nunca ha pisado y en el que no conoce a nadie: Guinea Ecuatorial.
La vida de Mifumu es de película. Con solo nueve meses, los Servicios Sociales de Las Palmas de Gran Canaria retiraron a su madre la custodia de él y de un hermano gemelo y les ingresaron en un centro de menores de Gran Canaria. Vivió en este tipo de residencias hasta los 18 años. Su madre iba a buscar a los niños algún fin de semana, a veces, con su padre, hasta que cumplieron cinco años. David cree recordar que su progenitor era canario. Y lograr demostrarlo sería su salvación.
Al cumplir la mayoría de edad, abandonó el centro. Sabía poco de su procedencia y de su familia. Que su madre llevaba “mala vida”, según dice, que su hermano gemelo salió del centro de acogida y también que tenía una hermana de nacionalidad española. Pasó la mayor parte de la adolescencia en un centro del municipio de Santa Brígida, Gran Canaria. Allí echó raíces e hizo amigos. Cuando cumplió 18 años, comenzó a vivir en el parque municipal. Le cedieron una caseta de campaña y con ella se trasladó a un barranco cercano. Finalmente, avisado por varios vecinos, ocupó una vivienda vacía y se instaló en ella. Es su residencia habitual desde entonces, aunque no figura en ninguna parte.
Trabajó en la construcción y cotizó a la Seguridad Social durante ocho meses. Pero comenzó a menudear con hachís. Con 24 años, la Guardia Civil le cazó con 18 gramos y 400 euros y casi entra en prisión, pero se libró: no tenía antecedentes. Poco después lo volvieron a cazar. Un gramo y cinco euros en efectivo, según la denuncia. Cumplió una condena de ocho meses y en ese tiempo estuvo en tres prisiones: Las Palmas de Gran Canaria, León y Zaragoza.
Cuando estaba en la de Zaragoza, en una inspección rutinaria le abrieron una orden de expulsión del país por estar indocumentado y por dos delitos contra la salud pública. “¿Expulsión a qué país?”, preguntó él. Nunca había salido de Canarias, hasta que le mudaron de cárcel. Cumplido su tiempo en prisión, ha llegado a Canarias con la orden de expulsión bajo el brazo.
David se puso en contacto con la abogada de oficio que le fue asignada y esta le dijo que le habían asignado un nuevo letrado, Germán Gorgees, que recurrió su expulsión y pidió medidas cautelares, entre las que se encontraba la paralización de la ejecución de expulsión hasta resolver el recurso. El juez accedió.
Gorgees basa su defensa en un error administrativo. Según las pruebas mostradas en el juicio celebrado el pasado 21 de diciembre en Zaragoza, no se le notificó a la abogada de oficio la citación judicial y la Policía Nacional indica haberla enviado a Mifumu sin haberlo localizado, de lo que dejó constancia en Correos. Además, Gorgees ha identificado un baile de fechas en la tramitación de la expulsión, que cree irregular. Lo usó en el juicio sobre el aplazamiento de la expulsión.
En el expediente de David consta como “no localizado” el pasado 4 de febrero, por lo que se pidió su detención y expulsión inmediata del país, explica Gorgees. Pero hay irregularidades, añade. La carta en la que se le notificaba la sanción de expulsión, según reza su matasellos, es de solo cuatro días después de la orden dada. Es más, llegó a Canarias, según el registro, el día 10 de febrero y un día antes ya estaba publicada en el Boletín Oficial de Aragón la orden de expulsión de España, sin que Mifumu pudiera recurrirla.
La sentencia tardará unas semanas en salir. Mientras espera, el joven se pregunta si “haber nacido en España hace 28 años no cuenta para nada”. Su objetivo es saber quién es o era su padre. Su abogado quiere localizar a su madre. Vive en una residencia de mayores de Lanzarote. Es su esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario