martes, 25 de octubre de 2011

MOZART Y BJÖRK, A DÚO EN REIKIAVIK

Un montaje de 'La flauta mágica' y un directo de la autora de 'Biophilia' inauguran el imponente edificio de la Ópera de Islandia, obra de Olafur Eliasson
J. A. VELA DEL CAMPO (ENVIADO ESPECIAL) - Reikiavik - 25/10/2011

El sábado fue un día histórico para la lírica en Reikiavik. También para la arquitectura. Se representaba por primera vez una ópera en Harpa, el edificio a orillas del mar diseñado con caleidoscópicas estructuras de cristal por el artista Olafur Eliasson con la colaboración del estudio de arquitectura Henning Larsen. La flauta mágica de Mozart compartía horario con Biophilia de Björk, la primera en la sala de nombre volcánico Eldborg, dedicada al fuego; la segunda, en otra sala más pequeña, con alusiones a la tierra. Tiene aún Harpa otros dos espacios para conciertos con vinculaciones al agua y al aire. Las capacidades son de 1.800, 750, 450 y 195 localidades, respectivamente. La naturaleza pesa mucho en Islandia,un país con 319.000 habitantes, de los que el 60% viven en su capital, Reikiavik. La densidad de población en la isla es de tres habitantes por kilómetro cuadrado.
Todo tipo de músicas conviven en Harpa, un lugar pensado como ágora de la ciudad -está a escasa distancia del centro histórico- en una respuesta de regeneración moral a través de la cultura de los escándalos financieros y el correspondiente deterioro económico de la otrora isla de la felicidad. "Hubo políticos que vieron en la aceleración del proceso de construcción de Harpa una solución de tipo artístico para reactivar la esperanza frente al escándalo económico que envolvía una isla de enorme serenidad y alto nivel de calidad de vida", afirma Steinunn Birna Ragnarsdóttir, directora de Harpa. Tal vez esa obsesión por la convivencia marque un lugar como este: un espacio que abre desde primeras horas de la mañana y en el que conviven tiendas de ropa o discos, restaurantes de precios diversos y espacios de actividades educativas sobre ciencia y música para niños, con todo tipo de géneros musicales.
Obviamente, los que asisten a un recital pop y los que van a la ópera se diferencian por la indumentaria pero en modo alguno por la media de edad. Solamente en algunas ciudades de Brasil y Polonia he visto semejante porcentaje de gente joven en la ópera. Las seis representaciones previstas de La flauta mágica han tenido que aumentarse a ocho. Da lo mismo. No hay una sola entrada. Sin figuras internacionales, con un reparto totalmente local, cantada en islandés. El público disfruta de lo lindo, aplaude a rabiar todas las escenas con esos grititos propios de los conciertos de música ligera. Va a la ópera más por Mozart que por los divos de turno y está mas pendiente de las soluciones teatrales que de los sobreagudos, tan venerados por los especialistas. Se han vendido 12.000 localidades, imagínense. En una población del tamaño de Valladolid.
La Islenska Óperan, Opera de Islandia, tiene ya 30 años de existencia en los que se han representado 70 títulos líricos, de los cuales cinco son de autores de la tierra. Utilizaban un formato pequeño, pues su sede era un viejo cine de 470 localidades con acústica deficiente. Harpa cambia por completo la dimensión de sus proyectos. Además la sonoridad de las diferentes salas ha levantado elogios superlativos del mismísimo Jonas Kaufmann. Stefan Baldursson, director de la Ópera de Islandia, valora muy positivamente el desafío de la ciudad para hacer frente a este proyecto en época de crisis. Ve que la educación musical de la isla se verá correspondida por las posibilidades que a partir de ahora van a tener los jóvenes islandeses en el terreno musical, estimando que "la convivencia entre ópera, rock, pop y clásica" en la programación es fundamental para que los jóvenes se interesen por los repertorios tradicionales de la lírica, sin que les resulten asociados a mentalidades de otras épocas.
La Sinfónica de Islandia es la única orquesta profesional de la isla. Llevan ya medio siglo de existencia a sus espaldas. Tienen 4.000 abonados y su temporada de conciertos se desarrollará a partir de ahora en Harpa. La plantilla es de 90 músicos, de los cuales el 80% son islandeses. "Es el resultado de una educación general musical eficiente", afirma Sigurdur Nordal, mánager de la orquesta. Nordal se muestra orgulloso de la combinación de repertorio tradicional, conciertos familiares, música moderna, jazz, electrónica y eventos audiovisuales en la planificación de la orquesta, y valora con especial agrado la recuperación discográfica de músicos islandeses como Jón Leifs.
En los primeros escarceos han actuado en Harpa artistas como Gustavo Dudamel, María Joao Pires, Maxim Vengerov, el citado Kaufmann o Jamie Cullum. La flauta mágica -Töfraflautan, en islandés- ha obtenido un éxito arrollador, no tanto por ser de una calidad excepcional sino por la ilusión y coherencia que desprende y, en definitiva, por la reivindicación del Mozart más popular que lleva consigo. Fueron especialmente aplaudidas Dora Einarsdóttit, una Pamina a lo Björk, y el joven director musical Daniel Bjarnason. Lo fundamental fue, en cualquier caso, la atmósfera festiva que se vivió durante toda la representación, lo bien que se lo pasó el público que asistió. La ilusión de la cultura ha aplastado, al menos durante unas horas, las incertidumbres de las crisis.

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