EUSTAQUIO VILLALBA MORENO
Hace unos meses me enteré de la existencia del muy oficial Observatorio del Paisaje Canario ( UNISCAPE ). Fue en un curso de la Universidad Menéndez Pelayo celebrado en la Real Sociedad de Amigos del País de Tenerife . A pesar de mi formación como geógrafo, no entendí nada. La charla del responsable del Observatorio, el profesor arquitecto Juan Manuel Palerm, me pareció una sucesión de galimatías y no conseguí, ni tan siquiera, comprender lo que entiende este señor por paisaje.
La consulta en Internet, entre otras cosas, me sirvió para enterarme que en otras comunidades también existe organismos similares y que “ El Observatorio es una iniciativa del área de Cultura del Gobierno de Canarias, a través de la Bienal de Arquitectura, Arte y Paisaje, que en el periodo de entre-bienales y como consecuencia de la creación de la Oficina del Observatorio, acordada tras la segunda Bienal, viene trabajando para implementar el compromiso de las Islas con la Convención Europea del Paisaje. Fruto de ello la elaboración un “Manifiesto de Canarias por el Proyecto de Paisaje europeo” y cuyo objetivo es “ Situar a Canarias en el centro del debate sobre el paisaje”. Pero no encontré información de sus presupuestos ni de los expertos que lo integran, cual ha sido el sistema de selección ni la metodología empleada en tan largo proceso. El pinchar la ventana “Experiencias del observatorio” se encuentra esta frase: “Los Observatorios en la Bienal de Canarias 2008-2009 constituyeron un foro de reflexión que concluía con una serie de apuntes útiles sobre el diagnóstico del paisaje en Canarias y la decisión de colocar una serie de registros en puntos de cada una de las islas con un alto nivel representativo coherente con los criterios marcados tras una serie de encuentros.” Pero con la lectura de tal frase solo conseguí aumentar una larga serie de interrogantes y aumentar mi perplejidad.
El debate sobre el concepto de paisaje es tan antiguo como la Geografía, no en vano es el objeto de su análisis, y la bibliografía sobre el tema es enorme. Sin embargo, no encontré ni una sola referencia a lo que otros han hecho, como su hubiesen sido ellos los descubridores del paisaje. Para comprobarlo, basta leerse el manifiesto que acaban de dar a conocer con tan pomposo título. Lo primero que llama la atención es lo farragoso de su redacción más parecido a una jerigonza que a la propia de un documento científico-tecnico. En el punto uno, donde el lector espera que le delimiten y expliquen, lo que entienden por paisaje estos autonombrados expertos, podemos leer: “ El paisaje no es la naturaleza, sino una “mirada” activa e intencionada que evite la visión superficial, y por ello vacía y hueca, de la naturaleza, que enturbia el verdadero sentido de la percepción obviando relaciones fundamentales (biológicas, emocionales... ecosistémicas)”.
Esta definición es un puro disparate conceptual, carece de rigor científico y no sirve absolutamente para nada, pura palabrería. Para confirmarlo está el resto del documento con frases como esta: “El arte, a través de su necesidad de imitación y representación, nos ha enseñado a mirar y valorar los escenarios de la naturaleza, contribuyendo decisivamente, por medio de la pintura, la poesía, la jardinería… a configurar el concepto de paisaje”. El entusiasmo de los redactores llega a tal punto que en el octavo punto dicen: “El paisaje está constituido por formas vivientes y, por lo tanto, cambiantes, como la vegetación o los mismos agentes atmosféricos y climáticos.” El cambio en la naturaleza. Obviamente, afecta tanto a los seres vivos como a los inanimados (hecho que queda bien claro en una región volcánica). Y, por otro lado ¿qué quieren decir cuando separan a los agentes atmosféricos del clima? ¿Para esto tenemos que sufragar un Observatorio del Paisaje en Canarias?
Estos días está de actualidad el recorte de los presupuestos dedicados a la cultura y el clamor que ha levantado la drástica medida. No se si afecta a este Observatorio pero si hay que elegir entre subvencionar escuelas de música, bibliotecas, asociaciones culturales sin ánimo de lucro... o dedicar el dinero público a entelequias como ésta, tengo claro cual sería la elección lógica.
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