Los (45) últimos pasajeros del aeropuerto de Ciudad Real
Un vuelo a Barcelona cierra mañana la actividad comercial del primer aeródromo privado de España.- Un grupo de indignados planea una acampada de protesta en las instalaciones.
PILAR ÁLVAREZ. Madrid 28/10/2011
El aeropuerto de Ciudad Real tendrá mañana su último vuelo programado con destino a Barcelona. A las tres menos cuarto de la tarde despegará el avión de la compañía Vueling en el que viajarán 45 pasajeros (el pasaje posible asciende a 180). Tras su salida, el primer aeropuerto privado de España quedará reservado a vuelos de particulares, como los aficionados a la caza. Un grupo de indignados del Movimiento 15-M ha anunciado que hará una marcha desde el centro de Ciudad Real hasta el aeródromo a partir de las nueve de la mañana para "protestar por la gestión de la infraestructura y la situación de fracaso en la que se encuentra, tras haber contado con participación económica y subvenciones de las arcas de la Comunidad Autónoma".
El aeropuerto de Ciudad Real, a 200 kilómetros de Madrid, abrió en 2008 y tuvo problemas desde el principio de su andadura. Casi entra en contencioso con la Comunidad de Madrid porque querían bautizarlo Aeropuerto Madrid Sur, algo que les negó la propia presidenta Esperanza Aguirre.
Finalmente lo llamaron Aeropuerto Central, tras descartar también el nombre de Don Quijote. Estuvo pendiente de un permiso de Aviación Civil para maniobrar sobre la pista de cuatro kilómetros de largo y el permiso llegó después de la fecha de inauguración, con lo que arrancaron la andadura con el cartel de Vuelo cancelado. Dos meses después, ya en diciembre, el primer viaje fue a Barcelona, igual que el último, Barcelona. Ciudad Real quiso convertirse en terminal de carga de pasajeros a la sombra de Barajas, pero resultó un fracaso tras una inversión de fondos públicos y privados que ronda los mil millones de euros.
Las previsiones de alcanzar los 2,5 millones de pasajeros en cinco años se vinieron abajo (llegan a duras penas a los 100.000 anuales) y no se ha construido nada en los terrenos aledaños previstos como zona industrial. Durante estos cuatro años han operado consecutivamente cuatro compañías de bajo coste: Air Nostrum, Air Berlin, Ryanair y Vueling, la última de todas, que ofrecía pasajes a Barcelona y París y cambió este último destino por Palma de Mallorca. Una portavoz de esta empresa ha explicado que empezaron a operar en noviembre de 2010 "justo cuando se elevaron los precios del petróleo". Este cambio y la crisis económica les ha hecho renunciar a Ciudad Real para centrarse "en las rutas que dan rentabilidad", según la firma.
El personal del aeropuerto está sometido a un ERE temporal, que supone que la plantilla trabaja tres meses y se queda en el paro otros tres, además de una reducción del 15% del sueldo, según explica un portavoz del aeropuerto, que señala que la deuda del aeródromo asciende a 300 millones de euros. El aeródromo continuará abierto hasta que el Juzgado de lo Mercantil de Ciudad Real autorice en su caso el cierre, según explican los responsables de la instalación en una nota.
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Así nació la idea
Un pretexto para recalificar suelo y dar un gran pelotazo en la España de finales de los noventa. Eso es lo que el secretario general de CC OO en Ciudad Real, Felipe Pérez, cree que había detrás del proyecto del aeropuerto. “Los constructores concibieron esto como un gran aeropuerto de cargas. El negocio pretendían hacerlo vendiendo a precio industrial para instalar naves un terreno aledaño. Pero los ecologistas denunciaron y eso arruinó los planes iniciales”.
Sin embargo, la versión de quien entonces era el presidente de la Cámara de Comercio de Ciudad Real, el constructor Juan Antonio León Triviño, es muy distinta. “La idea nació a raíz de una instancia del Ministerio de Economía, cuyo responsable a finales de los noventa era Rodrigo Rato. Se hicieron unas auditorías en las cámaras de comercio y a nosotros nos recomendaron que promoviéramos el comercio exterior y que estudiásemos la posibilidad de crear un aeropuerto de carga. Y eso hicimos. Contamos con el gran apoyo del entonces ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos”.
El constructor León Triviño asegura que perdió ocho millones de euros en el proyecto e insiste en afirmar que la Junta de Castilla-La Mancha no puso un céntimo en el proyecto.
Sin embargo, la iniciativa no habría sido posible sin los más de cien millones de euros que depositó la Caja de Castilla la Mancha en el proyecto y sin las decenas de créditos que concedió a accionistas privados. Una caja cuyos gestores fueron nombrados tanto por dirigentes del PSOE como del Partido Popular.
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