Me dirán esa recurrente frase que tanto odio: son todos iguales. No, no son todos iguales. Ni todos los españoles somos iguales, ni los ingleses, franceses, italianos... No. Tampoco los políticos lo son, por mucho que se repita una y otra vez. Ni los profesores, ni los funcionarios, ni los militares, ni los jueces, ni siquiera los curas.
Pero es cierto que los políticos necesitarían un capítulo aparte, sólo para ellos. Alguien o algo debería estudiar el porqué de la obsesión de descreditar al oponente siempre antes que buscar la fórmula para mejorar nuestras vidas. Viendo este vídeo me sentí avergonzado, vídeo que por cierto ha retirado el PP ante las quejas de la imagen que dan a la República Dominicana. Como siempre, mi cabeza deambula por donde quiere, y con esto recordé un desagradable incidente, hace ya muchos años, cuando un "amigo" vino a insultarme como un desaforado a mi estudio y, al día siguiente, se acercó de nuevo a disculparse ante mi socio pero no ante mí. C'est la vie! pensé en su momento, c'ést la vie! pienso ahora igualmente; el que nace lechón muere cochino.
Pero volvamos al avergonzamiento del que hablaba. España, ¡España!, un país donde los políticos miran la paja en el ojo ajeno antes que preocuparse por los ciudadanos que los han votado, o no. Un país donde las estadísticas no importan, donde los avances sociales evidentes se niegan, donde el estado general se empuja al precipicio, donde lo importante es la mujer del Presidente -culpable mientras no se demuestre lo contrario-, donde un expresidente dice que no pintaba nada, tal cual; donde el jeroglífico M. Rajoy no se ha resuelto nunca al tratarse de una ecuación matemática tan difícil como la X de la época del GAL; un país donde ella manda más que él y donde el novio es el bueno de la ecuación.
Resumo: un país donde tú y yo, sí, tú también, no pintamos nada.
En esto, me temo, sí somos todos iguales.
2 comentarios:
Tremendo, sí
Me pone enfermo la justificación con el "todos son iguales".
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