viernes, 11 de octubre de 2024

+ - (UNA PEQUEÑA CRÓNICA PALMERA)


Barlovento, La Palma. Islas Canarias
Primer fin de semana de octubre de 2024.

Llevaba tiempo queriendo escribir la pequeña crónica de nuestro viaje a La Palma, último de los regalos sin disfrutar, antesala de lo que serían grandes cambios inesperados. El viaje genial, el hotel magnífico y, aunque el calor arreció un poco, no nos podemos quejar. Viento sí, baños en la piscina infinity del hotel también. El hotel: Faro de Punta Cumplida, en Barlovento. Norte de la isla, alisios perpetuos, plataneras y riscos, curvas y pendientes, verde que te quiero verde. 
Dos viajes en barco, buena mar (no sé si por ella misma o por las dos biodraminas que me metí entre pecho y espalda: hombre prevenido...). Camino nocturno al alojamiento sin percance alguno -bendito GPS-, salvo que por la fe que uno tiene en estos aparatos que a veces carga el diablo, acabamos metidos en una senda oscura, plataneras ambos lados, sin certeza de llegar al destino sanos y salvos, como afortunadamente ocurrió. No apareció ni la niña de la curva, ni el hombre del saco, ni sujeto alguno con cachete en ristre. La suite, grande grande, más aún que habitación de hotel en Las Vegas, nos recibía con luces tenues domotizadas algo complicadas de manejar, fruta y una botella de vino de cortesía. 

Faro Punta Cumplida, 1867.

A la torre del faro se podía subir y lo hicimos. También dimos un par de paseos en bici en los casi morí o así fue y resucité, un salto a las piscinas de La Fajana, Punta Gorda, Tijarafe, Santa Cruz... Intentamos un paseo a Los Tilos pero estaba cortado el camino por desprendimientos. Aí, entre una cosa y otra, entre lectura del Conde de Montecristo, algo de NETFLIX por la noche, buena comida y la mejor compañía posible, pasamos un largo fin de semana estupendo.  
A La Palma se puede volver siempre, no hay duda.









































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