domingo, 10 de septiembre de 2023

DE ASESINATOS Y ANIMALES NOCTURNOS


En unos días me voy de vacaciones, me desconecto del mundo (bueno, de la gran parte de éste), conecto el modo OFF, el del relax, el del viajero, el lector; sin trabajar durante un mes, cosa que tenía absolutamente olvidada desde hace tanto tiempo que no lo recuerdo. Será el de este año en que empiezo nueva década especial, diferente, celebrando mi cumpleaños lo más lejos posible.
Anoche, cenando con tres amigos (calamares) en Bajamar, comentábamos que acabamos todos pareciéndonos a nuestros padres y yo no iba a ser una excepción. F me decía ¡es que te miro y veo a tu padre! Me acordé en ese momento de la película de Tom Ford "Animales nocturnos" cuando la madre de la protagonista le dice a su hija: todas las hijas acaban pareciéndose a sus madres, justo después de discutir seriamente. 
Nuestra cena estuvo bien, hablamos del pasado, poco, del presente más, y sobre todo del futuro, del matrimonio, de los viajes, de Madrid, de Oviedo, de Málaga, del que fuera y es Hotel Las Cañadas y hasta de Julita. Ya ven el círculo se cierra: Doña María, Ito, Marta, Alfonso, Conrado, Beneranda, Domingo, Marina, Julita, Felipe y Conchita, mis padres... Todos vuelven, como la canción.
Yo me parezco a mi padre y, entre otras cosas, he ahí la razón de la pérdida de gran parte de la familia. Nunca les perdonaré el haber matado a mi padre, aunque no con sus manos pero sí con otro método de igual final. ¡Qué necesidad hacérselo pasar tan mal los últimos años de su vida!
Hoy es domingo, hace calor en Santa Cruz y me dispongo, tras el primer café, a leer -estoy casi a punto de terminar "Obscuritas", la novela del sueco David Lagercrantz-. Quiero terminarla para empezar otra. Al viaje de este año me llevo la 7ª entrega de la saga Millenium, de Stiegg Larson (las tres primeras novelas, las originales), continuada por David Lagercrantz (hasta la sexta) y ahora, este último libro "Las garras del águila", escrito por Karin Smirnoff. Casi 600 páginas que espero leer sin prisa en la autocaravana como hice, en su momento, con el estupendo libro de Philip Roth "La conjura contra América".
Encajaré esta tarde otra pieza del puzzle, hoy toca dejar la moto en un lugar donde la arranquen y, si se tercia, la muevan. Me quedo así más tranquilo. Con el coche espero hacer algo parecido para que puedan arrancarlo de vez en cuando.
Me quedan, eso sí, las últimas gotas de jugo para exprimirme en el Ayuntamiento los primeros tres días de la semana. 
Después... au revoir.
Rubén Blades, *Todos vuelven.

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