viernes, 8 de junio de 2012

DAN MIEDO

La violencia de los políticos neonazis crispa la campaña electoral griega
El portavoz de Aurora Dorada agrede a dos candidatas de la izquierda en un debate televisado.

“No necesitamos la televisión. No necesitamos a los medios. Tenemos detrás a medio millón de griegos que nos apoyan”. Tras lograr una repercusión mediática inaudita para un grupo hasta hace bien poco semiclandestino —y solo por los 21 diputados que logró el pasado 6 de mayo, no porque haya sido aceptado como un par entre iguales—, esta es la soberbia respuesta con que ayer zanjó el partido neonazi griego Aurora Dorada el incidente protagonizado ante las cámaras de televisión por su portavoz y diputado electo, Ilias Kasidiaris. El miércoles por la noche, durante un debate en directo en el canal Ant-1, Kasidiaris agredió físicamente a dos candidatas de partidos de izquierda cuando una le recordó el proceso abierto contra él por dar una paliza a un estudiante en 2007.
A la candidata de Syriza Rena Duru, a quien primero había llamado “ridícula”, Kasidiaris le arrojó un vaso de agua. Cuando la histórica diputada comunista Liana Kastelli salió en defensa de Duru, el neonazi la llamó “roja” y, tras ponerse de pie, le propinó un empujón y una bofetada. La fiscalía emitió una orden de búsqueda contra Kasidiaris, quien, tras ser reducido en el plató y encerrado en una habitación anexa, huyó del lugar y se halla en paradero desconocido. Kasidiaris no goza de inmunidad al haber sido disuelto el Parlamento.
El episodio provocó una catarata de reacciones de las fuerzas políticas griegas: todas —con la sola excepción de los neonazis— condenaron la agresión y pidieron a los votantes de Aurora Dorada que reconsideren su opción el próximo 17 de junio. La bronca fue de tal calibre que incluso el presidente griego, Karolos Papulias, se vio obligado a hacer una declaración: “La agresión de Kasidiaris ofende el sentimiento democrático del pueblo griego”. “La serpiente ha salido del huevo”, fue el gráfico comentario de Fotis Kuvelis, líder de la moderada Izquierda Democrática (19 diputados en mayo).
En medio de un clima de crispación e incertidumbre, y ajena en modos y planteamientos al juego democrático, Aurora Dorada ha protagonizado una campaña a la desesperada en la que el enfrentamiento dialéctico se ha convertido en un cuerpo a cuerpo de todos contra todos, y particularmente contra Alexis Tsipras, líder de Syriza, a quien las encuestas sitúan en primer o segundo lugar, empatado con Nueva Democracia (centro-derecha).
Desde el 6 de mayo, los neonazis han incrementado su presencia en las calles: se les atribuyen varias palizas a inmigrantes asiáticos en Atenas; algaradas xenófobas en Patras, puerto de paso hacia Europa de miles de indocumentados, y agresiones como colofón a las marchas paramilitares que organizan a modo de actos de campaña. Una de ellas, hace una semana en Atenas, concluyó con la detención durante horas de varios miembros del partido, incluida la hija del líder, Urania Mijaloliakos. Si en mayo lograron un 7% de los votos, las encuestas pronostican ahora un leve descenso, entre el 4,5% y el 5,8%. Aurora Dorada defiende la expulsión de todos los inmigrantes ilegales y vallar y electrificar las fronteras del país.
Medios periodísticos en Atenas consideran que el incidente protagonizado por Kasidiaris no es la pérdida de control de un exaltado, sino un acto premeditado y aprobado por el partido. El objeto de la ira del portavoz de Aurora Dorada fue precisamente una diputada del Partido Comunista de Grecia (KKE, prosoviético), que se disputa la misma franja de votos que los neonazis: los del furgón de cola, entre el 3% y el 5%, ya que solo puede lograr escaños el grupo que supere el 3%.
“Aurora Dorada es un reverso desideologizado y violento de cuanto está en juego en Grecia, y se beneficia del voto de castigo de segmentos de la sociedad cada vez más desestructurados. Pero sus ataques lo son también a las élites políticas, una estrategia que no tendrá éxito, pero que resulta muy peligrosa para el régimen parlamentario”, explica Dimitri Sotirópulos, profesor de la Universidad de Atenas.

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