Mi moto sigue en Las Palmas, como comenté hace una semana, desmontada y a la espera de su recomposición para volver flamante a Tenerife, mientras mi coche duerme en el taller a la espera de la zapata de una de sus ruedas traseras, por lo que me encuentro cual hombre de las cavernas, disfrutando de la 'libertad' de la desmotorización. Por ello, esta tarde, pasaron a recogerme Raquel y Nico para tomarnos algo en La Laguna y, de camino, ponernos al día porque ya hacía algún tiempo que no nos veíamos.
Esta vez optamos por la cafetería "La pera limorera", que nos transportó al Soho neoyorkino (o neoyorquino, como dirían los más puristas) con sus "pulguitas" ecológicas e integrales y su ambiente intelectual y bohemio. Yo di la nota discordante al rechazar la serie de sugestivos nombres e ingredientes tales como tomates, lechugas, aguacates, pimientos y viandas similares, acabando por la poca original elección de serrano y jamón curado. Pero bueno, ¿no se decía que el cliente siempre tiene la razón? Pues a lo hecho pecho; buena comida y mejor conversación hasta hace un rato en que me dejaron en casa para regocijo de Augusta y Octavia que me esperaban en el jardín.
La pera limonera, un lugar agradable y altamente recomendable en La Laguna.
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