No me gusta FACEBOOK, y no por ninguna razón en particular. De hecho tengo dos perfiles abiertos, en dos momentos diferentes, porque la segunda vez no recordaba que había habido una primera, y no los uso. Si acaso, muy de vez en cuando, para echarle un ojo a las fotos de mis amigos, a ver cómo les va allende los mares sobre todo. Así como me gusta ecribir el blog, actualizarlo, buscar en la red noticias interesantes o curiosas para compartir -cosa en la que invierto mucho de mi tiempo libre-, no me resulta sugerente contar mi vida minuto a minuto como parece ser la tónica general; cuándo estoy de viaje o en mi casa, cuándo hablo con fulano o con mengano, etc., etc., etc. Sería ridículo, a estas alturas, que pusiera en duda la importancia de las redes sociales, en absoluto, pero a mi, simplemente, no me interesan demasiado. Es lo que hay.
Vimo este pasado fin de semana "La red social", la película sobre el nacimiento y posterior juicio y polémica sobre el fundador de FACEBOOK Marck Zuckenberg, que no había tenido ocasión de ver durante su estreno por, precisamente, los mismos prejuicios que tengo con la web. Pero me gustó, me resultó muy interesante y creo que ahora comprendo un poco mejor el fenómeno mundial que ha supuesto. Aparte de la interpretación de los actores, que es magnífica, nos hallamos ante una historia tan real como la vida misma, y nunca mejor dicho en este caso: luces y sombras, el morbo por ser un hecho real tan cercano, juicios, lealtades y deslealtades, ambición, dinero, etc. Lo repito, como la vida misma.
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