Voy a romper una de las reglas de oro de la literatura, nunca comenzar un texto con el título, pero ahora es necesario.
SI YO FUERA POLÍTICO, y con poder, con mucho poder, lo rimero que haría (me puedo permitir escribir estas reflexiones baratas porque ni lo soy mi tengo poder ni mis palabras llegarán a mi círculo de amigos, pero aún así mi cabeza me pide decirlas) sería sentarme en mi despacho y ordenar invertir dinero en guarderías y en residencias de ancianos, simple.
> Señor, ¡es que no hay presupuesto suficiente!, dirían las cabezas pensantes, los ecónomos e interventores, los elefantes del sistema (perdónenme los elefantes).
Pero, no contaban con mi astucia, que diría mi buena amiga Elisabeth...
> A ver, empecemos a cerrar el grifo a subvenciones, fiestas, deporte, procesiones, medallas, retratos, remodelaciones de despachos, corridas de toros e invirtamos ese dinero en las guarderías y en los centros de anciano. ¡¡¡No es posible que una familia no pueda ingresar a sus ancianos en una residencia digna, cunado no pueden ocuparse de ellos, y que una residencia privada les cueste 2.000€!!! Eso no hay familia que lo pueda pagar.
> Pero señor, ¡los votos!, no se olvide de los votos, ¡pan y circo!
> Que les den. Guarderías, residencias y ancianos.
> tendremos que hacer cuentas entonces para ver cómo encajamos las piezas y ver qué dinero nos queda para lo de siempre, para las fiestas y todas las subvenciones y favores que hemos de devolver. Recuerde señor, quid pro quo.
> Ni quid pro quo ni nada, guarderías, residencias de anciano yo el resto para sanidad y educación. Cuando vuelvan las vacas gordas, si alguna vez vuelven, nos planteamos de nuevo las subvenciones.
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