Ya nos decía Jorge Manrique que cualquier tiempo pasado fue mejor, ¿y lo fue? Es cierto que tendemos a idealizar el pasado y los recuerdos se vuelven románticos y posiblemente algo irreales, pero ¿y si es así? Basta una cena entre buenos amigos que, por ejemplo, hayan compartido los años de universidad, para recuperar parte de todo ese tiempo perdido que desgraciadamente no volverá; o una simple llamada telefónica para felicitar a un viejo amigo por su cumpleaños. Son estas pequeñas cosas las que nos reconcilian con este día a día que cada vez es más gris. Ya se sabe, quien tiene un amigo tiene un tesoro.
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