Antitaurinos protestan ante el Guggenheim de Bilbao, en 2010. / LUIS ALBERTO GARCÍA
El último tercio de las corridas de toros
Los grandes festejos se desploman casi un 60% en siete años,
mientras el ‘lobby’ taurino se organiza para ganar fuerza.
Arreciaba la tarde del pasado 13 de agosto cuando 877.000
personas, según TVE, se plantaban ante el televisor para sintonizar en directo
los pases de Enrique Ponce, José María Manzanares y Alberto López Simón. El
aforo de casi nueve veces el Camp Nou, con la mirada fija en San Sebastián,
adonde regresaban los toros tras tres años de ausencia.
Por decisión del PNV, que deshace así el legado de Bildu y se erige como la
excepción del mapa político que dejaron las elecciones municipales. La llegada
a los Ayuntamientos de nuevas formaciones, que rechazan estos espectáculos, ha puesto en cuestión el futuro respaldo político
e institucional de la autodenominada Fiesta Nacional. Precisamente, cuando las
corridas atraviesan su peor momento: se han despUn dato contundente, que el
sector minimiza, a la vez que vaticina un despegue en los próximos años:
"Al igual que el resto de actividades culturales, nos hemos visto afectados por la crisis del país",
explica Carlos Núñez, presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia
(UCTL). Pero los animalistas ondean, en cambio, esa cifra como la evidencia de
que España afronta un cambio de tercio definitivo: "Estamos ante el
principio del fin de las corridas", sentencia José Enrique Zaldívar,
presidente de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y
el Maltrato Animal (Avatma). "Esa caída revela que no existe un interés
general de la ciudadanía por esta actividad", añade Silvia Barquero,
presidenta del Partido Animalista (Pacma).
Para respaldar la tesis, los opositores a la Fiesta echan
mano de una batería de informes. Recuerdan que entre 2003 y 2005, en pleno
apogeo económico, ya empezó a reducirse el número de grandes festejos —se pasó
de 850 a 781—. Insisten en que la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales de 2011
reveló que solo el 8,5% de los españoles había acudido a la plaza ese año, frente
al 9,8 de 2007. Y apostillan que la vuelta de los toros a la cadena pública ha
resultado un "fracaso": el número de espectadores cayó el 13 de
agosto por primera vez por debajo del millón y el share se situó en el 10%,
lejos del 14,6% que sumó la última corrida emitida antes de que TVE decidiera
sacarla en 2006 de la programación.
lomado casi dos tercios, pasando de las 953 de 2007 a las
398 de 2014 (—59%), según el Ministerio de Cultura.
"No existe una crisis de afición. En los años de
bonanza hubo un boom que no tenía una base solida y que coincidió con la
burbuja inmobiliaria. El descenso de ahora responde únicamente a la
recesión", subraya Ignacio Lloret, gerente de las plazas de Alicante,
Valencia y Zaragoza. Una idea que recoge Mar Gutiérrez, secretaria técnica de
la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos
Taurinos (Anoet) y autora de un informe sobre la dimensión económica
del sector. Según este documento, el negocio de los toros movió en España 3.550
millones de euros en 2014 —2.290 millones los festejos profesionales y 1.269
millones los populares— y la cifra de asistentes a las plazas aumentó por
primera vez desde 2006: creció un 4,97%, hasta llegar a los seis millones.
"El sector está remontando", asevera Gutiérrez.
Optimismo taurino
En esa dirección apunta la última Estadística de Asuntos
Taurinos publicada por el Ministerio de Cultura: "El pasado año
se produjo una ligera recuperación del total de festejos profesionales —que no
solo incluye a las corridas, sino también a otras celebraciones como
becerradas, novilladas y el toreo cómico—. Se rompió así la tendencia a la baja
de los últimos ejercicios". Eso sí, este crecimiento fue de apenas el
0,5%: se pasó de 1.858 celebraciones en 2013 a 1.868 al año siguiente. Y ese
alza vino impulsada por el empuje de los festivales menores, porque las
corridas continuaron a la baja: disminuyeron un 7% al caer, en un solo
ejercicio, de las 428 a las 398.
Aún así, los taurinos se agarran al dato positivo. E
insisten en que llega el cambio de tendencia. La Unión de Criadores de Toros de
Lidia afirma que se vendieron 1,6 millones de entradas en el primer semestre de
2015, lo que supone un 6,5% más que en el mismo periodo del año anterior. Dato
que los antitaurinos ponen en duda. Al igual que las proyecciones económicas
del sector. La Iniciativa Legislativa Popular que se presentó
en el Congreso para declarar la tauromaquia Bien de Interés Cultural afirmaba
que aportaban a las arcas públicas 350 millones de euros cada año en concepto
de IVA y que crean 200.000 puestos de trabajo.
"¿De dónde salen esas cifras? Al calcular la actividad
económica que genera indirectamente una feria, introducen la ocupación hotelera
de la ciudad, como si todo el que durmiera en la ciudad fuera a ir a los
toros", reprocha Zaldívar. "Escogemos una muestra y hacemos
estimaciones medias. Como en cualquier otro sector", se defiende
Gutiérrez.
El respaldo político
La prohibición en 2010 de la Fiesta en Cataluña
cambió el chip de los taurinos. El sector se reprocha que perdió el debate
público contra los animalistas. Y se ha propuesto ganar voz e influencia. Se ha
hecho lobby. "El mundo del toro siempre ha vivido muy ensimismado. No
podemos quedarnos expectantes. Tenemos que movilizarnos", insiste Íñigo
Fraile, secretario de la Unión de Toreros. Una dirección que ya marcó el Plan
Nacional de Fomento y Protección de la Tauromaquia, aprobado por mandato del
Gobierno del PP: "Existe un problema de comunicación frente a la presión
política y social de los sectores contrarios, enfatizada por la existencia de
una cierta sensibilidad social de protección de los animales".
Los taurinos encontraron en el PP el principal respaldo
institucional. También se lanzaron a la calle: una manifestación en Castellón en febrero congregó a 6.000 personas.
Y han hecho del marketing y la comunicación su nuevo arma. "Los ataques de
los antitaurinos son constantes. Nosotros salimos a defender la tradición y
cultura", sentencia Núñez.
El repaso a los últimos cuatro años de legislatura revela
una batería de iniciativas del PP para apoyar la tauromaquia. Los populares la
declararon patrimonio inmaterial cultural; crearon un comité de expertos para
resolver sus problemas; devolvieron las corridas a TVE; impulsaron el I
Congreso Internacional del sector en Albacete; plantearon a la Unesco que la
considere Patrimonio de la humanidad; y el Gobierno de Fabra puso en marcha en
la Comunidad Valenciana el Observatorio de las Señas de Identidad, que permite a las peñas taurinas influir en la
concesión de subvenciones a colectivos ecologistas y animalistas.
Además, en la Comisión de Cultura del Congreso, los
populares aprobaron en marzo un proyecto de Ley para la Salvaguarda del
Patrimonio Cultural Inmaterial, que permite a la Administración General del
Estado adoptar "medidas de salvaguarda" de estos bienes. Una
normativa que esconde, dice la oposición, otra iniciativa de protección del
toreo; y una estratagema, añaden desde ERC y CiU, para devolver los toros a
Cataluña —un tema aún pendiente de la resolución del Constitucional, tras el
recurso del PP—.
"El PP es el único partido que lidera estas medidas.
Pero el cambio que puede traer las elecciones abre las puertas al fin de los
toros", dice Zaldívar, apenas unas horas antes de que Cifuentes afirme que
"espera" que el Ayuntamiento de Madrid mantenga la subvención a la
Escuela de Tauromaquia. La UCTL ha acusado, por su parte al PSOE, de mantener
una actitud “deplorable" sobre el sector, después de que el alcalde de
Huesca aceptara la posibilidad de hacer un referéndum para prohibir la Fiesta.
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