Ahora ser moderno es ser pro-palestino y antisemita, todo lo que huela a judío hay que boicotearlo, aunque no se sepa muy bien por qué, hay que ser políticamente correcto y seguir la onda. ¿Decir públicamente que se apoya a Israel? ¡anatema! El último caso lo tenemos en el festival de música reggae Rototom de Benicàssim, donde tienes que demostrar lo que eres y lo que piensas para poder cantar. De pena.
Discriminación inaceptable
Los responsables políticos españoles deben posicionarse
sobre la discriminación política y religiosa sufrida por el cantante Matisyahu.
http://elpais.com/elpais/2015/08/17/opinion/1439828907_045613.html
La cancelación de la actuación del cantante
estadounidense de religión judía Matisyahu en el festival de música reggae
Rototom de Benicàssim constituye un hecho muy grave de discriminación política
y religiosa ante el cual las autoridades políticas españolas no pueden
permanecer al margen.
La organización del festival —a instancia de varias ONG y
movimientos que exigen el boicoteo a Israel por la ocupación militar de
Cisjordania y el bloqueo a Gaza— exigió a Matthew Paul Miller, Matisyahu,
nacido en EE UU, una declaración previa a favor de un Estado palestino.
Miller, una reconocida figura mundial en el estilo musical conocido como rapreggae,
es judío practicante y hasta hace poco aparecía en los escenarios ataviado como
un practicante ortodoxo. Se trata del único cantante a quien el Rototom
—festival que recibe dinero público— exigió una declaración política previa,
con el agravante de que se le exigió simplemente por ser judío, puesto que no
es israelí. Ante la falta de respuesta, la organización decidió cancelar la
actuación del cantante. La Constitución española prohíbe taxativamente
cualquier tipo de discriminación por “nacimiento, raza, sexo, religión, opinión
o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Que en la España
del siglo XXI haya particulares y organizaciones que exijan declaraciones
ideológicas para poder ejercer una actividad profesional nos retrotrae a tiempos
donde había que demostrar la religión y la limpieza de sangre para poder
permanecer en la sociedad.
El antisemitismo y la discriminación ideológica no admiten
medias tintas. La crítica a la política israelí o la defensa del pueblo
palestino no pueden amparar la persecución obsesiva de cualquier persona que
pueda tener una posición ideológica diferente, o simplemente sea de religión
judía. Los responsables políticos deben posicionarse sin ambigüedades respecto
a este escándalo que hace dudar del respeto de la sociedad española a la
pluralidad de ideas.
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