He tenido una semana pesada en la que he dormido muy poco y, en cambio, trabajado mucho. Por las mañanas a veces la presión me supera, hay días mejores y días peores. Por las tardes he estado metido de llego en arreglar los incumplimientos o la falta de documentación de un proyecto que acabo de terminar. Se trata de una pequeña vivienda donde, da igual su tamaño, la burocracia que hay que entregar en el Colegio de Arquitectos es tan grande, y en algunos casos tan compleja, que su resolución se hace ardua. Anoche, sin ir más lejos, estuve imbuido algunas horas para resolver la eficiencia energética del pequeño edificio y las endiabladas fichas -opción simplificada-. Hoy, aunque es día de fiesta, puse el despertador a las 6, salí de la cama a esa hora para regocijo de mis perras (ellas, cómo no, ya están de nuevo como dos troncos) y hace dos minutos he mandado la documentación al Colegio de Arquitectos por e-mail. Ahora de nuevo a cruzar los dedos y a esperar que el lunes salga todo bien, me la remitan convenientemente visada y pueda entregar las carpetas a los propietarios.
¡Feliz día de la Hispanidad!, aunque en estos tiempos de Mordor poco podamos celebrar...
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