lunes, 24 de julio de 2017

MOTEROS Y "MOTEROS" (PREGUNTA Y RESPUESTA)

¿Por qué tengo una moto y no soy motero?
El conductor de escúter, cada vez más abundante, es una categoría despreciada por los motoristas ‘de verdad’.

Rubén Amón · 13/07/201713/07/2017 

He estado muy cerca, mucho, de entrar en la tribu de los moteros. Creía que me daba la bienvenida a la categoría uno de ellos, a bordo de su Kawasaki Ninja. Y que su gesto con la mano por el carril contrario de la carretera respondía a un ritual de alternativa.
Pero no me estaba saludando. Tampoco me estaba haciendo una peineta, las cosas como son. Me estaba sugiriendo que aminorara la velocidad. Y no porque la de mi escúter fuera temeraria, sino porque me prevenía el motero, muchas gracias, de un cruce de carreteras  vigilado por la Guardia Civil.
Reconocí en la experiencia a todos los conductores de escúteres en nuestra falta de prestigio. Nos parecemos, creo, a los sujetos  que llevan una zodiac en el mar. Los marineros se saludan entre sí desde sus barcos de vela, pero desprecian las lanchas neumáticas, igual que los moteros recelan de los escúteres como una epidemia.
Me lo demostró el viaje por carretera que emprendí el fin de semana. Viaje breve, prudente, porque llevo poco tiempo con el escúter,  igual que llevan poco tiempo tantos otros conductores de escúter, pero expuesto, el viaje, a la altivez de los moteros de alta cilindrada.
Y agradecí el guiño que me advertía de la Benemérita en posición de multa, pero me hubiera conmovido ese gesto sutil con que los moteros se saludan y se reconocen a sí mismos. Tribu de liturgias propias. Y refractaria a la profanación del escúter.
Debemos parecerles vendedores de pizza a domicilio, reguladores de aparcamiento, mensajeros, pijos urbanitas. Saben que algunos escúteres ni siquiera necesita carnet. Ni tiene marchas. Ni respeta las leyes de la aerodinámica.
Y recelan del escúter en sus peores degeneraciones. No ya los de tres ruedas, que representan una profanación al compromiso fundacional del equilibrio, sino a los conductores que utilizan todas esas protecciones de intendencia  para protegerse del frío o de la lluvia. Parece el escúter una mesa camilla.
Por eso, los conductores de escúter tampoco alcanzamos la categoría de tribu propia. Nos falta glamour, personalidad,  rituales, indumentaria, uniforme. Y no nos saludamos con la mano. Porque sabemos que estaríamos haciendo el ridículo. Y porque se resiente nuestra categoría del síndrome del advenedizo.
Así es que la única forma de sentirnos moteros es cuando nos bajamos del escúter, cuando nos separamos de la montura. El casco, los guantes, la chupa reforzada. Y los andares de John Wayne. Aparcando nuestro escúter entre una Harley y una Honda, ningún viandante duda de nuestra épica.

RESPUESTA
Rubén Amón, te cuento: ir en moto no es ser motorista.
Raúl Romojaro · 14/07/201714/07/2017

Nos cuenta Rubén Amón, con su brillantez habitual, que se siente algo decepcionado por no verse integrado en lo que denomina “la tribu de los moteros”. Lamenta que no le saluden porque circula en un escúter y es cierto que muchos muestran (mostramos) cierta pereza para realizar ese gesto cordial al cruzarnos con un vehículo de tal tipología. Sin embargo, no debería desilusionarse este periodista metido (por lo que se ve) hace poco a motorista, como recién llegado a este mundillo sólo necesita algo de tiempo para entender de qué va todo esto.
Debes saber, Rubén, que ir en moto no te convierte automáticamente en motorista, al menos en el modo que muchos sentimos esta pasión. Pero es así indiferentemente de que conduzcas una superdeportiva o ese escúter de 125cc que mencionas. El caso es que también queda comprobado que un porcentaje muy elevado de los usuarios de estas últimas carecen del más mínimo interés por el motociclismo, tan sólo buscan un modo de transporte eficaz y barato para sus desplazamientos cotidianos.
Resulta una estadística real pero tampoco infalible. Conozco a grandes moteros que han recorrido en sus viajes miles (sí, he dicho miles) de kilómetros sobre un ciclomotor, al igual que no faltan propietarios de imponentes máquinas de gran cilindrada con las que tan sólo aspiran a algo de postureo en la terraza de moda. Si el hábito no hace al monje, dicen, tampoco la moto hace el motorista. Así que, querido compañero, no te sientas condicionado por manejar un escúter de esos que, como tú bien recuerdas, ni siquiera exigen carnet de moto.
En la ciudad nadie se saluda, sería un disparate por lo insistente, pero si continúas haciéndolo en tus salidas a carretera verás que habrá quien no haga los distingos a los que te refieres (yo mismo, sin ir mucho más lejos). Es más una cuestión de actitud que de propiedad. Si viajas, disfrutas y sientes como motorista, serás uno de los nuestros. Y con el tiempo lo comprobarás, créeme. Desde luego que no tiene que ser así por decreto: a muchos de los que van en escúter (y en moto, insisto) les resulta indiferente por completo la pertenencia a la tribu que añoras.
Quizá tengas dudas sobre el bando en el que te gustaría militar. Te doy algunas pistas que pueden servirte para identificar si realmente serías feliz estando en nuestro lado, sin importar la moto que manejas. Son señales simples y básicas, no las únicas pero si muy comunes: tienes que echarla de menos cuando llevas unos días sin utilizarla;  al dejarla aparcada, vuelves la vista atrás un instante para comprobar lo bonita que es; te disgusta ese arañazo que ha aparecido en su fibra sin saber cómo ha sido; es ponerte el casco, arrancar el motor y una sonrisa se dibuja en tu cara; las sensaciones al conducirla nada tienen que ver a cuando lo haces con tu coche; te fijas en las demás (las motos, claro) y empiezas a pensar que quizá más adelante te apetecería tener una diferente, más bonita, más moderna… o más vieja; no la usas sólo para llegar antes a tu destino, lo haces porque disfrutas como nunca habrías imaginado…
Podría seguir aunque no es cuestión de aburrirte, no sea que te rajes antes de tiempo. Creo que dejo claro que una moto no es un simple transporte, esquivo el tópico del estilo de vida pero sí me lanzo a aseverar que es una actitud. La de gente activa, en cierta medida valiente, a la que no le asustan los retos (que haga frío, calor, llueva o el que el autobús te cierre el paso) y le gusta compartir emociones, experiencias, paisajes e incluso penurias. Nos sentimos un poco especiales, es verdad. Puede que no lo seamos tanto, pero nos gusta pensar que sí, quizá porque somos menos, quizá porque muchos nos tachan de locos. Y todo, repito arriesgándome a ser pesado, nada tiene que ver con la máquina sino con quien la conduce, quien la vive.
Se me va esto de las manos, podría contarte tantas y tantas cosas… Al igual que lo haría cualquier que tenga la fortuna de disfrutar de esa condición de motero auténtico, no de pose o de moda. Cuando quieras compartimos carretera, tú con ese flamante escúter y yo con mi Harley (permitidme que presuma de ella, la de letras que he tenido que juntar para pagarla). Y verás que nada rechina, que todo fluye. Esto, te lo garantizo, es como la cuestión del género: tu sexo no es el que los demás te impongan, es el que tú sientes. Así que anímate y siéntete motorista.

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