jueves, 9 de agosto de 2012

EL MEJOR ATLETA OLÍMPICO ESPAÑOL

David Cal, héroe silencioso
David Cal se cuelga la quinta medalla, plata, de su historia y ya es una leyenda del olimpismo español.
José Sámano Londres 8 AGO 2012 - 23:43 CET
http://deportes.elpais.com/deportes/2012/08/08/juegos_olimpicos/1344462187_345589.html
 
Cuentan los que mejor le conocen, que no son muchos, que David Cal solo habla si es para mejorar el silencio. Es un deportista en soledad, sumido como vive en un claustro marítimo allá en su cuna gallega, emboscado entre una canoa, el sosiego de la ría pontevedresa y la mirada escrutadora de Suso Morlán, su entrenador, el que interpreta como nadie a David, quien le enumera con la vista las paladas. Ayer empezó a 64 por minuto y acabó a 71 para ganar la medalla de plata. Las contó Suso, claro, un contable del piragüismo. Pues David, con su reposo mental y sus brazos de leñador del agua, se convirtió en leyenda del olimpismo español, en el líder absoluto del medallero. Cinco de Cal, que en Reino Unido ya sería sir, como Steve Redgrave, un remero único, con seis medallas. Pero él solo es David, el hijo del panadero de Cangas del Morrazo.
“La vida no cambia mucho”, dijo el chicarrón tras su descomunal esfuerzo, como el de toda su carrera, el que le ha recompensado como el gigante español en la historia de los Juegos. Con sus cinco premios en tres ediciones, las de Atenas, Pekín y Londres, ha superado los cuatro de Arantxa Sánchez Vicario y Joan Llaneras. A diferencia de aquellos, Cal las ha conseguido, cómo no, siempre a solas, sin más compañía que la de su pala, con la que azota al mar con denuedo.
En el canal de Eton Dorney arrancó la prueba del kilómetro a cola, con la canoa gripada, hasta que metió el turbo en los últimos 250 metros. Entonces ya no iba en canoa, sino en carruaje hacia el podio. Así llegó a la meta, exhausto, risueño: “He sufrido bastante y ahora quiero ir a disfrutar con los míos”. Hasta que Suso le ponga el contador de Río 2016 a cero. Allí estará. Palabra de madre. Lo anticipó María José, que le siguió desde Cangas, atada como está a la panadería, porque cinco medallas no dan para poner el candado. Del piragüismo no sale el pan. Ahora, David, divino cada cuatro años, volverá al pie de página durante otro ciclo. En deportes como el suyo la luz se apaga entre Juegos y Juegos. A él no le importa. Le bastan los suyos, no necesita el ruido. Por sus rías, solo escucha al silencio y a Suso, por supuesto. Eso sí, en los álbumes del deporte español tiene garantizada una portada eterna. Merecida como pocas. Un grande entre los grandes.

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