Little Spain florece en Manhattan
Dos instituciones rescatan el papel histórico de los emigrantes españoles en la Gran Manzana. Un documental de Artur Balder rastrea el pasado de la calle 14, conocida como Little Spain.
Javier Molina Madrid 20 AGO 2012 - 21:56 CET
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Cuando el escritor cubano Reinaldo Arenas conoció Manhattan en 1980, sintió que estaba en una especie de Habana en todo su esplendor, con fabulosos teatros, restaurantes de todo tipo e inmensos mercadillos populares. La influencia del Nueva York hispano no ha parado de crecer, hasta engullir culturalmente al anglosajon. El investigador de la Columbia University, Claudio Iván Remeseira lo corrobora en su obra Hispanic New York, cuya portada emula un mapa bromista pero significativo: al norte de la ciudad, República Dominicana; al sur, México y Puerto Rico; al este, Ecuador y Colombia; al Oeste Cuba; y en pleno corazón de Manhatan, casi comprimida por el resto, España. La colonia española ha sobrevivido a los años a pesar de su pequeño tamaño y mantiene su identidad.
En realidad, el barrio español, conocido como Little Spain, abarca poco más de una calle, la 14, entre la avenida séptima y la octava, colindante con los reputados barrios de Chelsea y West Village. Una bandera española, junto a otra estadounidense coronan la fachada rojiza del Centro Español de Manhattan, un colectivo sin ánimo de lucro, cuyo restaurante, La Nacional, es el centro neurálgico del barrio y el punto de encuentro de todos los peninsulares que residen en la gran manzana.
Los españoles llegaron a Nueva York en varias oleadas y se organizaron para ayudar a los recién llegados. A partir de los años noventa, el sentimiento de grupo se dispersó, pero actualmente, el sentimiento identitario está resurgiendo, como contrapunto a un abrumador influjo hispanoamericano. Desde el Centro Español de la 14, los españoles están tomando conciencia como colectivo y reivindicando la historia de sus predecesores en la ciudad. Su objetivo es difundir el espíritu de fraternidad y solidaridad entre los residentes españoles de Estados Unidos. Lo están consiguiendo, y la mejor prueba es la proliferación de novelas, investigaciones, archivos fotográficos y documentales que sus miembros están llevando a cabo. Además, a través de la Spanish Benevolent Society of New York, sociedad filantrópica fundada en 2008 para recuperar la memoria histórica, ha impulsado el Premio Internacional Spanish-American (valorado en 65.000 dólares), otorgado a artistas e intelectuales que contribuyan al conocimiento y divulgación de la historia de los españoles en Nueva York. Este año ha sido galardonado con el premio el escritor Artur Balder (Alicante, 1974), por su documental Little Spain, la mayor obra realizada hasta ahora sobre el barrio español de la 14. La investigadora británica Kirsty Hooper, ha recibido la mención de honor de la sociedad por sus estudios sobre emigración española y literatura galaica.
La inmigración española a Manhattan comenzó a mediados del XIX, tomó impulso con la pérdida de Cuba en 1898 y en el siglo XX registró otro influjo a raíz de la Guerra Civil y la posguerra. "En mi documental, se narra la historia, muy poco conocida, de los primeros conquistadores españoles de Manhattan", explica Balder, que además de director, es novelista y estudioso de “la cultura Spanish American”. Como afirma, pocos saben que existió un Little Spain, como el Little Italy retratado por el cine de gangsters, barrio del que hoy solo quedan las decenas de restaurantes italianos. Con el primer flujo de españoles llegaron muchos marinos mercantes a los muelles de Chelsea, controlados por irlandeses e italianos, que les dieron trabajo y con los que se integraron en perfecta armonía. Tras la Guerra Civil, otra oleada llegó a la ciudad viciada de dilemas ideológicos. “A los republicanos no les gustaba que los franquistas exhibieran abiertamente su ideología, y viceversa”, comenta Balder. En los años cincuenta y sesenta, la calle 14 de Manhattan ya estaba llena de negocios textiles, librerías, y restaurantes españoles, como El Coruña, La Bilbaína o Café Madrid .
Balder tardó un año y medio en recopilar el material fotográfico y los testimonios y rastreó 18 archivos, muchos de ellos privados. Desde los años setenta la comunidad española sufrió varias reyertas internas. El impacto de las drogas fue nefasto y tuvo como consecuencia espectaculares redadas y tiroteos. Balder descubrió una serie de fotos que reflejan el estado en que quedó el restaurante El Coruña (ubicado en 249 West 14th Street) en 1982, tras el tiroteo producido entre el FBI y los mafiosos españoles que guardaban un importante alijo de droga. Aquella década marcó el principio de la decadencia de Little Spain. “Era como en El Padrino, pero con españoles como protagonistas”, afirma en conversación telefónica Dan Castaneda, secretario de la Spanish Benevolent Society.
La historia se repite. De la misma forma que los emigrantes españoles decidieron exiliarse por razones económicas, hoy otros miles de españoles deciden buscar una nueva vida en la ciudad más famosa del mundo. El mismo Balder decidió instalarse en la Gran Manzana para buscar nuevas y mejores oportunidades. En 2007 decidió probar suerte en la urbe “dura, salvaje y compleja” y en uno de sus paseos por Manhattan, se topó fortuitamente con la bandera española que ondea en la fachada del Centro. Allí contactó con el abogado Robert Sanfiz, uno de los principales responsables de la resurrección que ha experimentado Little Spain.
En los noventa, el aumento del precio de los inmuebles obligó a muchos españoles a trasladarse a otras zonas más baratas como Queens y el Bronx. En el año 2000 solo quedaban 20 miembros. En 2006 el mítico edificio de la 14, situado en el 239 oeste, se iba a vender y la poca unión que quedaba parecía condenada a la disolución. Pero gracias al apoyo de abogados y gestores como Robert Sanfiz la extinción de la antigua sociedad no significó el fin de la comunidad española. Su gestión salvó al edificio de la venta especulativa y reactivó la existencia de Little Spain, a través del nuevo Centro Español, el Club Social y la Spanish benevolent Sopciety of New York, un centro de investigación y recuperación del patrimonio de la comunidad española. El edificio se recuperó como centro de interés histórico y encuentro social, mientras que la sociedad comenzó a reclutar a intelectuales y artistas interesados en reivindicar la historia del barrio. Hoy ronda los 500 miembros y sigue creciendo. “Salvaron nuestro símbolo más emblemático”, comenta Balder.
El director alicantino quedó fascinado con la historia del barrio y, gracias a la ayuda de Sanfiz, comenzó a vivir en el edificio de la 14, con el objetivo de recopilar materiales y realizar un documental. Contó con la ayuda de productores y filántropos, como el valenciano Julio Mayordomo (actual director del Centro Español), que respaldaron el proyecto. “Entre todos, y sin ninguna ayuda por parte de ninguna institución cultural española, fuimos capaces de adquirir las fotos más importantes del antiguo barrio y producir Little Spain: un siglo de historia”, comenta agradecido Balder, “me di cuenta de que el verdadero espíritu del centro era la confraternidad de los emigrantes establecidos a los que venían de nuevos”.
Actualmente, el cineasta se encuentra rodando Cuentos de la calle 14, la segunda parte de Little Spain, donde narra las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, una época marcada por las luchas entre las sociedades rivales. “Robert de Niro vivía al lado, en el 219 oeste de la calle 14 y guarda muy buen recuerdo de su convivencia con los españoles. Nos prestó varias fotos de su infancia en las que sale el barrio”, comenta Dan Castaneda, secretario de la Spanish Benevolent Society. La sociedad tiene entre sus planes cerrar la trilogía con un tercer documental, pero de momento no disponen de fondos.
Castaneda asegura que los organismos públicos españoles han ignorado completamente la iniciativa de los españoles neoyorkinos: “Quizás a la derecha no le conviene que se cuente la historia de los exiliados del franquismo. Es curioso que estamos recibiendo mucho más apoyo por parte de las autoridades norteamericanas que por parte de las españolas”. También denuncia la pasividad de Javier Rioyo, actual director del Instituto Cervantes en Nueva York, -"su institución solo apoya a unos cuantos privilegiados"-, y el "desprecio" mostrado por el anterior consul español en la ciudad, Fernando Villalonga: "Dejó claro que no quiere mover un dedo por la divulgación del archivo atesorado de Little Spain, sin embargo, tiene presupuesto para toda clase de cachivaches de arte contemporáneo en las 101 salas de exposiciones de Madrid... Y así es: es mejor que la gente no piense y que no recuerde".
A partir de la crisis y a pesar de lo difícil que es obtener el visado en Estados Unidos, muchos más españoles están llegando a Nueva York en busca de nuevas oportunidades laborales. La comunidad española crece y se alimenta de los recién llegados. Mientras la nueva Little Spain resurge de las cenizas, sus miembros luchan por recordar a las viejas generaciones y ayudar a las nuevas. “Recuperar la memoria histórica es un valor que no debería ser soslayado por ninguna tendencia política”, denuncia Balder. Y menos, una historia tan emocionante como esta. “Me encantaría que se rodase una película como El Padrino, que contara nuestra historia”, comenta Castaneda.
Argumento y talento no faltan. La pregunta que ronda su cabeza es: ¿Quiénes serían los nuevos Scorsese y De Niro que diesen vida a la saga española de Nueva York?
1 comentario:
Las próximas fotos serán, en un tiempo futuro,las de jóvenes españoles de ahora. :-S
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