Hoy ha sido una mañana pesada, larga, interminable; sólo se salvó el ratito del desayuno, como casi siempre, cortado "leche y leche" de Fina incluido, aunque la conversación de hoy fue todo menos divertida. A las 2:30 estaba almorzando con unos compañeros de la obra de las 42 Viviendas, para después echarme una mano (y dos) y resolver el problema de la defensa trasera de mi Jeep, que lograron enderezar con mucho esfuerzo y la pata hidráulica de un camión a modo de prensa, hasta que llegué a casa pasadas las 5 de la tarde. Este invierno, que aunque frío (ya mucho menos) no nos ha dejado ni una gota de lluvia, va a llevarnos a la primavera derechitos y así parece entenderlo mi jardín que ya está floreciendo como si tal cosa. El árbol mexicano está ya casi sin hojas y empieza a florecer, por lo que en un mes calculo que estará ya completamente rojo. Las camelias están ya grandes y los jazmines se han mezclado entre las chi(e)fleras en buena sintonía -mi intención era que cubrieran las valla pero ellos prefieren crecer entre las hojas verdes que entre el metal, ¿y quién no?-. Mientras regaba, Augusta y Octavia aprovechaban para mirarme y entretenerse bebiendo el agua que caía desde el bambú a la pequeña palangana azul que tengo colocada estratégicamente para ellas en el jardín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario