¿La lengua tiene género? ¿Y sexo?
Una decena de personalidades de la cultura, la política y la educación entra en el debate sobre el sexismo del idioma español planteado por Ignacio Bosque
Winston Manrique Sabogal Madrid 4 MAR 2012 - 22:34 CET
¡Ya era hora! Bienvenido el debate! Esta es la sensación general al informe Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, presentado ayer por el académico Ignacio Bosque y respaldado por un pleno de la Real Academia de la Lengua. Y tras el aplauso casi todos hacen observaciones al análisis que estudia nueve guías de lenguaje no sexista editadas por universidades, comunidades autónomas, sindicatos, Ayuntamientos y otras instituciones. Si bien es cierto que Bosque deja claro que no hay discusión alguna sobre la necesidad e importancia de reconocer a la mujer su lugar en igualdad de condiciones que el hombre, explica, desde su especialidad de la gramática, los desencuentros y desaciertos entre esa intención y el resultado lingüístico, que en ocasiones caen en lo absurdo o ridículo. Recuerda que parte de ello se puede deber a la confusión entre género y sexo y reclama una mayor atención en la enseñanza de escuelas y colegios, a la vez que aboga por soluciones dentro de la sensatez del uso de la lengua.
Una situación debida, en parte, a dos ondas expansivas claves de los últimos años: la imperiosa necesidad de reconocer los derechos e igualdades a las minorías o grupos marginados y la imposición del llamado lenguaje políticamente correcto, trenzados en el caso de combatir contra la discriminación de la mujer. Sobre este punto, Bosque dice: “Puede existir, en efecto, alguna relación entre el lenguaje que se propugna en estas guías y la tendencia general a usar términos políticamente correctos. Aun así, creo que la relación es solo indirecta, ya que el conjunto de medidas que propugnan las guías de lenguaje no sexista no afecta solo al léxico, sino también a la sintaxis y a la morfología. Tienen, pues, mayor incidencia sobre la estuctura del idioma”.
Ante la pregunta sobre qué mensaje podría dar a los profesores, sobre todo de primaria y secundaria, y la población en general, el académico empieza con un ejemplo: “No estoy seguro de en qué medida han calado las propuestas de estas guías entre los profesores de Enseñanza Media, pero algunos amigos me decían hace poco que sus hijas no sabían si debían considerarse excluidas o no cuando en la escuela se hablaba de niños o de alumnos”. Bosque insiste en que el artículo no es más que una llamada a la sensatez. Asegura que en el texto se critica la suposición gratuita de que una serie de pautas del lenguaje común, usadas por todos los hispanohablantes, son sexistas. Pero añade: “No hay ninguna razón para suponer que lo sean, ni para tachar de sexista a la mayor parte de la población hispanohablante por el simple hecho de usarlas”.
Son varias las personas que han dado su opinión sobre el análisis y el tema en general.
ADELAIDA DE LA CALLE
Rectora de la Universidad de Málaga y presidenta de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas.
“Es un auténtico trabajo de investigación con todo el sentido. La sociedad española ha funcionado normalmente con un lenguaje muy sexista y hay que cambiarlo, igual que hemos cambiado montones de actuaciones. La mujer debe contar en todo, y eso incluye el lenguaje. Es cierto que la lengua es algo vivo y se va adaptando a las circunstancias en cada momento y características, y que, hasta hace relativamente poco, la mujer no formaba parte de muchos aspectos y era difícil que contase en una estructura lingüística diferente a la que se había ido generando a lo largo del tiempo. Ahora somos conscientes y lo estamos intentando. Hay que poner a la mujer en valor y hacer el esfuerzo de cambiar el lenguaje, aunque no se puede lograr de la noche a la mañana. Debemos trabajar desde los primeros niveles de la enseñanza. También tengo claro que el genérico se debe seguir utilizando porque no se hace con tono discriminatorio”.
AMELIA VALCÁRCEL
Catedrática de Filosofía Moral y Política (UNED).
“La gramática no es la vida”.
CARMEN BRAVO
Secretaria Confederal de la Mujer de CCOO.
“Al académico, catedrático y ponente de la Nueva gramática, ante el conocimiento de las numerosas publicaciones para la utilización de un lenguaje no sexista, debiera inquietarle esta realidad e instar a la Academia a promover la utilización de un lenguaje no sexista; no para dar mayor visibilidad a la mujer a través del lenguaje, sino para no ocultar el género social: mujeres y hombres.
Si el uso genérico del masculino para designar a los dos sexos está muy asentado como él dice, lo está, entre otras razones, por el sesgo androcéntrico de las instituciones y de quienes son responsables de la vigilancia del buen uso de la lengua. Por eso, desde Comisiones Obreras promovemos un uso de la lengua más inclusivo desde el punto de vista del género y más igualitario desde la práctica democrática del lenguaje y demandamos que la RAE también lo haga.
En CC OO las guías sobre la utilización de un lenguaje no sexista son elaboradas por personas expertas y formadas académicamente (no precisamente por este autor), con excelentes currículos en lengua española, por lo que nuestra apuesta por un lenguaje inclusivo de género no carece de fundamentos lingüísticos, ni de objetivos sociales como son: democratizar el lenguaje y dar visibilidad social a los géneros femenino y masculino y lograr una sociedad más igualitaria y transparente desde el punto de vista del género lingüístico”.
INMACULADA MONTALBÁN
Presidenta de la Comision de Igualdad del CGPJ.
“La profesora sustituta llegó a la clase de música de primaria y animosa exclamó: ‘Ahora vamos a cantar todos los niños’. La hija de mi amiga quedó callada como el resto de sus compañeras. No se dieron por aludidas. Su maestra de todos los días hablaba de niños y niñas.
Es un ejemplo de la importancia del lenguaje en la formación de las personas y en sus actitudes. La utilización de un lenguaje no sexista es algo más que un asunto de corrección política, porque influye poderosamente en el comportamiento y en las percepciones.
Nombrar algo o a alguien es darle presencia, visualizarlo. Mediante el lenguaje se nos llama y se nos ignora y todo ello condicionará la imagen de la realidad que nos construyamos y cómo la transmitiremos. Para existir todo debe tener un nombre. La utilización sexista del lenguaje implica la invisibilidad de las mujeres, tanto de su presencia como de sus logros. Así lo entiende la Ley de Igualdad, cuando fija como criterio general de actuación de los poderes públicos la implantación de un lenguaje no sexista en el ámbito administrativo. Una prescripción respetada por el Consejo General del Poder Judicial que, a propuesta de su Comisión de Igualdad, aprobó unas Normas mínimas para evitar la discriminación de la mujer en su lenguaje administrativo”.
LAURA FREIXAS
Autora de Literatura y mujeres.
“1) Me parece excelente que haya debate —nada menos que en la portada de EL PAÍS— porque para solucionar un problema cualquiera (en este caso la invisibilidad lingüística de las mujeres) el primer paso imprescindible es reconocerlo como problema. Es una buena noticia que el debate sobre el sexismo de la lengua se haya colocado en la agenda, como pasó hace unos años con la violencia de género, y, hace un siglo largo, con el sufragio femenino. Vamos bien. Además, me alegro de que por fin se plantee un debate, con argumentos, en lugar de las caricaturas, exabruptos y ocurrencias a los que algunos articulistas (lo pongo en masculino porque son todos varones) nos tienen acostumbrados/as. ¡Ya era hora!
2) Desde sus orígenes en el siglo XVIII, el feminismo creyó que la igualdad entre los sexos se conseguiría mediante la igualdad política, jurídica y educativa. Cuando por fin las hemos conseguido, resulta que aún estamos muy lejos de la igualdad real. ¿Por qué? ¿Qué ha fallado, qué falta? Yo creo que la respuesta está en la cultura. Y la cultura es la ilustración figurativa de lo que el lenguaje expresa a un nivel más abstracto: la jerarquía entre los sexos y el monopolio de la condición humana por parte del varón. El lenguaje tiene parte de culpa de que todo lo femenino sea visto como parcial, marginal, particular... mientras que lo humano se confunde con lo masculino. Para decirlo gráficamente: prefiero decir ser humano en vez de hombre porque puedo decir: ‘Como ser humano moderno, yo...’ y no: ‘Yo, Laura Freixas, en tanto que hombre moderno...’. O porque si digo ‘El hombre medieval moría con frecuencia en el campo de batalla’, nadie se pregunta de qué morían las mujeres. Se supone que hombre abarca a ambos sexos pero, ¿acaso podemos decir: ‘El hombre medieval a menudo moría de parto’?”.
JAVIER GOMA
Filósofo y director de la Fundación Juan March.
“Las reglas que regulan el lenguaje son una creación popular, emanaciones del pueblo y de su espíritu como diría Montesquieu, y, por tanto, no hay nada más soberano y democrático que lo que emana del pueblo, y el lenguaje es soberano. Por otra parte, no es nunca neutro en el sentido de que cuando uno utiliza una palabra no solo se refiere a lo que ese término designa, sino a un universo de connotaciones, de tal manera que cuando sea correcto gramatical o sintácticamente también ellas están cargadas de ideología. Son dos observaciones paralelas y no debemos admitirlas por ser solo una cuestión filológica porque lo ideológico le subyace con una visión del mundo. Y si la sociedad entiende que esa visión del mundo que subyace a la filología es incorrecta o degradante o injusta creo que se pueden adoptar algunas medidas para corregirlas. El lenguaje es en sí mismo una costumbre y las correcciones deberían convertirse en costumbre y no en una imposición de nadie”.
PURIFICACIÓN CAUSAPIÉ
Secretaría de Igualdad del PSOE.
“Valoramos positivamente que el informe reconozca la desigualdad y la discriminación de la mujer existente en nuestra sociedad; si bien considera que el lenguaje debe hacer visibles a las mujeres, contribuyendo de esta forma a erradicar esa desigualdad. El idioma es algo vivo y cambia para adaptarse a la sociedad y en este sentido el lenguaje debe servir para expresar también la igualdad entre hombres y mujeres. Debemos encontrar un consenso, por supuesto también con los lingüistas y con la Real Academia, para alcanzar este objetivo”.
ENRIQUE VILA-MATAS
Escritor.
“Me es imposible verlo de un lado distinto al de la Real Academia. El lenguaje está hecho esencialmente para entenderse. Por tanto, todo lo que se aparte de esto es un despropósito. Y despropósito es creer que siempre hay discriminación en las expresiones nominales construidas en masculino con la intención de abarcar los dos sexos. Y aún mayor despropósito es que, siguiendo las recomendaciones de una guía no sexista, creamos que hay que decir ‘personas sin trabajo’ en lugar de algo que todos comprendemos muy bien: ‘Parados’. A este paso, acabaremos —para variar— no entendiéndonos nada entre nosotros, hablando de Españadanía para no tener que decir Españo o España (demasiado masculino o femenino respectivamente)”.
FRANCISCO FERNÁNDEZ BELTRÁN
Presidente de la Unión de Editoriales Universitarias Españolas.
“El informe de la Academia es un estudio equilibrado y una advertencia necesaria sobre ciertos abusos. Resulta evidente que todos los ejemplos expuestos merecen una reflexión desde el punto de vista lingüístico. No hay que olvidar que determinadas prácticas y recomendaciones de las citadas guías se plantean para hacer una llamada de atención sobre una situación de infravaloración de las mujeres, que en determinados ámbitos no han alcanzado la plena igualdad, pero ello no debe poner en riesgo la utilidad del idioma como herramienta de comunicación y relación”.
OUKA LEELE
Fotógrafa y artista.
"Creo firmemente en el poder de la palabra. La influencia de la estructura del lenguaje en la cultura es enorme. El uso de las palabras ha de ser consciente y si en cuanto a la visibilidad de la mujer ha de hacerse una revisión del lenguaje, estoy completamente de acuerdo con ello. Es importante que nos demos cuenta de lo que decimos y de lo que nuestras palabras pueden influir sobre todo cuando se trata de la formación de las niñas y los niños que ya en el aprendizaje de su lengua materna reciben todo el peso de su cultura casi sin darse cuenta. E interiorizan una supremacía o minusvalía de su género en el simple hecho de aprender a hablar.
Por otro lado hay palabras como poeta que son muy bonitas y que no necesitan de la palabra poetisa o poeto para definir su género cuando se puede entender por el artículo: la poeta o el poeta. Como no me gustaría periodistisa para el femenino de periodista o periodisto para el masculino. Hay también que cuidar la belleza de una lengua cuando se plantean cambios para la mejoría, la igualdad y la dignidad de todas las personas que practican esa lengua".
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