La Ley contra la Violencia de Género divide al Senado en Estados Unidos
La reforma de la norma amplía la protección a gays y lesbianas y los inmigrantes sin papeles.
Eva Sáiz Washington 16 MAR 2012 - 01:13 CET
La reforma de la Ley contra la Violencia de Género podría convertirse en las próximas semanas en una nueva arma arrojadiza entre el partido demócrata y republicano. Para evitarlo, todas las senadoras demócratas han acudido esta mañana a la Cámara alta para defender la necesidad de un apoyo general a la nueva redacción de la ley –sostienen que la violencia de género debe situarse por encima de la lucha de partidos- y que no se demore su aprobación.
El partido republicano considera que estas novedades constituyen una puerta abierta a la inmigración ilegal
La reforma amplía la cobertura de la protección a gays y lesbianas y a los inmigrantes sin papeles y, por primera vez, permite que los indios y los americanos nativos de Alaska puedan procesar por violencia de género a cualquier agresor, pertenezca o no a su misma tribu. También contempla un aumento de visados -de 10.000 a 15.000- para las mujeres que huyen de sus países denunciando lesiones y abusos sexuales. El partido republicano considera que estas novedades constituyen una puerta abierta a la inmigración ilegal y que se corre el riesgo de distorsionar el propósito de la ley al ampliar el ámbito de protección a otros colectivos.
El partido demócrata ve en este rechazo un ejemplo más de la insensibilidad de los republicanos hacia las mujeres, que llega cuando todavía no se ha enfriado el debate sobre la política anticonceptiva de Barack Obama y coincide con la aprobación en Estados de leyes conservadoras que buscan restringir el acceso al aborto. Esta mañana, Dianne Feinstein, senadora demócrata por California y miembro del Comité Jurídico, compartía esa teoría en el Senado. Tras hacer hincapié en el hecho de que “la violencia doméstica es violencia doméstica no importa quien la sufra”, Feinstein ha mostrado su temor a que esa medida “forme parte de una tendencia a recortar los derechos por los que han luchado las mujeres”.
En EE UU, cada año 2,3 millones de personas son violadas o acosadas físicamente por un pariente cercano
La Ley contra la Violencia de Género en Estados Unidos siempre ha contado con el apoyo unánime del partido demócrata y republicano desde su aprobación en 1994, bajo el mandato de Bill Clinton, y en las sucesivas renovaciones en 2000 y 2005. Una pauta que tiene los visos de no repetirse este año. El mes pasado, todos los miembros republicanos del Comité Jurídico del Senado votaron en contra de la reforma de la norma -los votos demócratas (10 contra 8), no obstante, fueron suficientes para lograr la autorización del nuevo texto-. Es la primera vez que la Ley contra la Violencia de Género no tiene la aprobación del partido republicano pese a que su redacción fuera avalada por 36 senadores, seis de ellos conservadores.
Algunos senadores republicanos se sienten en una posición incómoda conscientes de que con su oposición corren el riesgo de ser percibidos como una formación “antimujeres”. Es el caso de Lisa Murkowski, senadora por Alaska y la única representante del partido republicano que ha intervenido hoy en la Cámara alta. Murkowski, una de las redactoras de la nueva ley, ha defendido su contenido apelando a los datos: “En EE UU, cada año 2,3 millones de personas son violadas o acosadas físicamente por un pariente cercano, una cifra que es 2,6 veces más alta en Alaska”. Aunque también ha pedido que se tengan en cuenta las objeciones republicanas para lograr un apoyo similar al de las anteriores reformas.
Mientras se decide cuándo se votará la norma -los demócratas quieren que sea a finales de este mes-, los líderes de los nativo-americanos están buscando a los dos senadores que hacen falta para que la norma salga adelante. De momento hay 58 a favor.
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